De a poco, como todos los febreros, la vendimia toma ritmo con las uvas blancas para elaborar espumantes. Y mientras el INV avanza con el relevamiento a campo para precisar el segundo pronóstico de cosecha, ya se sabe que será una temporada con menos superficie productiva y una merma de 5% en establecimientos habilitados para elaborar.
Mientras en la temporada anterior se cosecharon 224.707 hectáreas, para 2017 el área con viñedos se redujo a 223.945. Esto implica 762 hectáreas fuera por erradicación o simplemente abandono.
También hay un número inferior de firmas en regla para encarar la campaña. De 1.290 un año atrás, la base bajó a 1.227 fábricas y bodegas habilitadas, aunque las que finalmente salen a la cancha siempre son menos (de las 1.290 habilitadas en 2016, sólo un 66% elaboró).
Sin dudas, un indicador de que cada vez más optan por salir del negocio del vino, aunque entrado marzo sabremos cuántas se decidan a procesar materia prima. Una decisión atada a los números más finos de quintales disponibles para cosechar, una vez concluido el relevamiento a campo del área vitícola del Instituto, previo a Carnaval. Por lo tanto, el informe final estará listo al filo de la Fiesta de la Vendimia.
No obstante, quienes están empapados de la realidad del mercado inmobiliario y de la industria advierten que el escenario, si bien menos dramático, no termina de achicarse.
Según Manuel Otero, de la inmobiliaria homónima, “al margen de las transferencias de bodegas y fincas entre grupos empresarios, muchas fincas cambiaron de manos porque sus dueños decidieron cambiar de actividad”.
Por su parte, Juan Carlos Pina, gerente de Bodegas de Argentina, consideró que “a pesar de que los precios de la uva casi se duplicaron la inflación en los costos sigue y ya superó la ventaja cambiaria para exportar. Todo favorece que se achique la torta”.
La mirada de los productores también es retrospectiva. “El año pasado fue desastroso con las lluvias y heladas para viñedos que este año no tendrán la misma producción. Pero no es un proceso de un año sino más atrás, cuando se generaron los excedentes por políticas erróneas”, señaló Daniel Rodríguez, de AVM (Asociación de Viñateros de Mendoza).
Fincas versus barrios
Parecía un fenómeno transitorio, pero persiste. Datos del mercado señalan un 4% de fincas vendidas el último año, de 40 hectáreas promedio.
“Lo que se erradica puede compensarse con la plantación nueva, pero lo que varía es que hay zonas donde la dinámica varía por la escasez de vinos de alta calidad. Lo ocurrido con el mercado de traslado, en donde los precios casi se triplicaron, recién se reflejará en el mercado inmobiliario a mediano o largo plazo”, destacó Otero, propietario de la bodega maipucina Otero Ramos.
Pero más allá de bajar los brazos, decirle adiós a la vitivinicultura no parece tan fácil. A criterio de Roberto Irrera, de la Cámara Inmobiliaria de Mendoza, “los valores están decaídos, no sólo en las zonas más cotizadas como Valle de Uco. Y eso no garantiza la venta de la finca, a pesar del repunte de los valores del vino”.
De un promedio de U$S 30 mil a U$S 40 mil entre Primera Zona y Valle de Uco, una hectárea en zona Este con derecho a riego oscila entre U$S 18 mil a U$S 22 mil. Y también hay propiedades en venta que arrancan en 10 mil o menos.
En el sentido contrario, la avanzada de los barrios privados no cesa. Y en tren de comparar, para muestra vale un botón: el dueño de una finca de Jocolí con 47 hectáreas de uvas de alta gama dejó de cosechar en 2016 para ponerla en venta, y aunque su tasación (U$S 400 mil, U$S 8.510 /hectárea) no varió, aún espera un comprador.
Por su parte, un lote de 600 metros cuadrados en la nueva etapa de un exclusivo country entre Guaymallén y Maipú cotiza en $ 900 mil. Y su ritmo de comercialización confirma otro nivel de rentabilidad.
“No hay relación entre los precios de las propiedades. Mientras, muchos productores chicos se cansan del negocio que monopolizan los grandes; de hecho, uno de los grupos maneja casi 50% de la vitivinicultura mendocina”, reflexionó Irrera.
Para Rodríguez, “muchos compradores no ven el negocio hoy. El que tiene la suerte de estar en un lugar vendible a un proyecto de urbanización lo hará para no seguir bancando costos fijos”.
El impasse de las bodegas
Como pasa en una pareja en crisis, desde hace un tiempo Bodegas de Argentina recepta pedidos de varios de sus asociados, sobre todo pymes, que apuntan a lo mismo: suspender durante 6 meses su condición de socios activos, y por ende el pago de la cuota. Los números para varias de las casi 190 pequeñas y medianas bodegas no cierran, y con la vendimia encima priorizan otras cuestiones.
“Es como decir ‘nos queremos mucho, pero por un tiempo no nos veamos’. Resulta entendible porque hubo un contexto difícil en los últimos cuatro años”, evaluó Pina. Respecto a la estructura productiva actual, Bodegas de Argentina le solicitó al INV una estadística de la no presentación de declaraciones juradas de viñedos de los últimos 4 años, dado que del total de hectáreas abandonadas no todas se dan de baja.
“Esa superficie puede ser mucho mayor, de hasta dos mil hectáreas”, proyectó Juan Carlos Pina.