Por la baja demanda, se ofertan autos de alta gama hasta 50% más baratos

En el mercado automotor los números no están cerrando. La fuerte caída de las ventas provocada por la devaluación y el impuesto a los autos de alta gama, obligó a algunas terminales a salir a competir con promociones muy agresivas.

En los últimos días, las marcas Volkswagen, Peugeot y Land Rover, lanzaron descuentos que van de los $ 100 mil a más de $ 400 mil en sus vehículos de tope de gama. En términos porcentuales, estas bonificaciones alcanzan hasta un 49% del valor de lista.

La estrategia es clara a simple vista: absorber los masivos aumentos de precio de principio de año -en especial por un nuevo impuesto- para acercarse a los niveles de venta del año pasado. Claro está que con un margen de utlidades mucho más bajo para las fábricas.

Carlos Segura, gerente de Ventas de Peugeot y Honda en Sur France, explicó que la decisión de las rebajas de precios por encima del 30% fue tomada por la fábrica. "Es una estrategia que surgió por el bajo movimiento que se registró desde febrero, cuando entraron en vigencia el impuesto y los aumentos por la devaluación", señaló el profesional.

Por el momento, la promoción está dando resultados. "En los últimos días hemos notado un aumento del número de consultas e incluso se han cerrado algunas ventas. Esperamos mantener la misma tendencia, ya que hay muchos autos en stock y es un capital muy grande que está inmovilizado", comentó.

También en Goldstein proponen fuertes descuentos que van desde el 24% al 32% sobre el valor de sus vehículos de alta gama. Un representante de la marca reveló que el objetivo de los descuentos es reducir el stock de autos de alta gama que no fueron comprados a partir de los aumentos.

En ambos casos es una incógnita hasta cuándo estarán vigentes los precios reducidos. Por último, cabe destacar el caso de Meschini Automotores, que liquida una Land Rover Freelander 2 con un descuento de $ 318.100.

Los aumentos de precio

Para entender mejor la estrategia de las automotrices, vale repasar primero cuáles fueron los disparadores de las subas de precios de principios de año.

El primer acontecimiento en orden cronológico fue la devaluación. Entre el 22 y el 23 de enero el dólar subió 17% y provocó grandes incrementos de vehículos importados y nacionales (la mayoría se ensambla con piezas importadas). A eso se sumó la devaluación promedio del 3% mensual que tuvo lugar entre julio y diciembre. Ya durante esos meses, los precios de muchos modelos de autos comenzaron a crecer al mismo ritmo.

Luego, a partir de febrero, entró en vigencia el impuesto a los autos de lujo. El Gobierno determinó que aquellos autos con un valor de fábrica de entre $ 170 mil y $ 210 mil, deberían pagar un impuesto del 30% sobre el valor del rodado. En tanto, vehículos con precio mayor a $ 200 mil, deberían abonar 50% más.

Teniendo en cuenta ambos factores, devaluación e impuestos, hay dos puntos que deben tenerse en cuenta. Por un lado, está el hecho de que muchos autos que hubieran quedado por debajo del precio base del impuesto, llegaron a los $ 170 mil luego de la suba del dólar.

Por otra parte, hay que considerar que la carga impositiva es responsabilidad de la fábrica, ya que se aplica sobre la primera transacción (fábrica-concesionaria). Continuando con la cadena de comercialización, el recargo impositivo se traslada a la agencia y, por último, al cliente.

Siendo así, las terminales automotrices pueden optar por trasladar la totalidad del impuesto, sólo una parte, o bien absorber todo el recargo. Las dos últimas son las opciones elegidas por Volkswagen, Peugeot y Land Rover para algunos de sus vehículos. Si la estrategia de ventas les permite lograr una mejor rentabilidad que la actual, o no, sólo podrá ser dicho por las propias fábricas una vez terminadas las promociones.

También habrá que analizar el resultado operativo de las agencias que, si bien hoy venden a precios reducidos, en caso de terminar la promoción deberán reponer vehículos con el recargo del 30% o 50% según corresponda.

Por lo pronto, los directos beneficiados son los consumidores finales, que al menos por un rato pueden viajar en el tiempo a los primeros días de enero y acceder a precios más razonables para los vehículos que quieren comprar.

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