Las consecuencias de los bajos precios pagados al productor siguen cayendo igual que fichas de un dominó. Es que sin rentabilidad, los productores ya no están realizando las curaciones de calendario ni fertilizando los suelos. Con una temporada signada por el evento del Niño, con lluvias por encima de la media, la nueva campaña tiene un futuro sombrío.
Si tenemos en cuenta que, según Acovi, en un viñedo de 200 quintales de producción para blanco escurrido para lograr el punto de equilibrio y cubrir costos sin amortizaciones se tiene que vender el litro de vino a $ 4,18, los productores -con los actuales precios- están perdiendo dinero.
Por lo tanto, según referentes de la actividad, este año se esperan ventas menores en agroquímicos cercanas a 30%, mientras que en fertilizantes la caída será superior.
El problema no corresponde sólo a esta economía regional, sino que se extiende por todo el territorio nacional. De hecho, María Fernanda González San Juan, gerente de Fertilizar, la entidad que nuclea a las empresas del rubro del país, dijo a Los Andes que "para el primer semestre, a nivel nacional, se calcula que la caída en las ventas cerrará en torno al 30%, que incluye también la proyección de los cultivos en economías regionales. El problema es que productor no sólo puede decidir no fertilizar sino que también puede ajustar la dosis, razón por la cual, este año nos encontramos con los factores que presionan en el mercado".
Teniendo en cuenta los valores de pizarra de los fertilizantes, que prácticamente no variaron entre 2014 y 2015, desde Fertilizar estiman una caída para todo el año del 20%. Es decir, que se pasará de 1.600 millones de dólares a 1.300 millones de dólares este año, aproximadamente.
Caen las ventas
Las ventas de agroquímicos y fertilizantes están resentidas en la provincia al igual que las cuentas de los productores. Daniel Merlo, de Luján Agrícola, advirtió que este año los productores están "especulando" con las curaciones de calendario. "Las grandes empresas están manteniendo muy bien sus viñedos pero cuando nos vamos a los productores, vemos que están analizando qué hacer. En principio, sólo se compra si se ve un problema, no se actúa de manera preventiva".
Como la mayoría de los agroquímicos que se utilizan son importados, el valor en dólares no ha variado. Sin embargo, Merlo afirmó que “en lo que va del año las ventas han caído 30% en agroquímicos”.
Mario Ramón Muñoz, de Galigniana Agroquímica, advirtió que el problema no sólo se da en viñedos sino que abarca a fruticultores también. “El precio del vino ha bajado y el de la fruta también. Además, tenemos una gran cantidad de empresas del medio que están con serias dificultades y otras en las que los plazos de pago se han estirado y esto repercute seriamente en las ventas”.
Para Muñoz han bajado las ventas en productos para combatir Lobesia y Carpocapsa entre 40% y 60%, comparado con 2014.
“El productor viene, solicita precios y, dentro de lo que puede buscar aplicar, usa lo que es más barato y le da más resultado”, señaló Muñoz.
En el caso de las fertilizaciones, tanto vid como frutales con compuestos nitrogenados como úrea granulada, fertilizantes líquidos, fosfato diamónico y mezclas físicas, las compras están aún más restringidas ya que se puede prescindir de la colocación o hacerlo en menores dosis o superficies.
“Estamos paralizados. Los productores llevan cuatro años con los mismos precios y este año con valores de sus productos menores, por lo tanto se ven imposibilitados de invertir en sus tareas culturales. Las ventas de fertilizantes son muy reducidas. Si tenemos en cuenta que hay productores que dejaron la uva en la cepa, ¿quién podrá fertilizar?”, dijo Víctor Del Pópolo, de Nutroagro.
“Las ventas han caído 80% comparado con otros años. Si no se puede levantar la cosecha, en el suelo no se puede poner nada”, continuó el empresario.
Para Merlo, las fertilizaciones son las que vienen más retrasadas. "Ha sido un año muy complicado y ésta puede ser una variable de ajuste", indicó.
Lobesia Botrana, una plaga que no para de crecer
Desde que se detectó en 2010, la “polilla de la vid” (Lobesia Botrana) en Mendoza se extendió a prácticamente casi todo el territorio provincial. Según datos brindados por el Iscamen, de las 160 mil hectáreas con viñedos de la provincia, 110 mil hectáreas tienen presencia de la plaga. Mientras que de ésas, sólo 20 mil hectáreas registran serios daños que afectan a la producción y van con pérdidas de entre el 5% al 70%.
“Hay que tener en cuenta que desde 2008 la plaga está presente en América. Desde hace más de 300 años es una plaga con la que se convive en Europa”, dijo Guillermo Azín, del Iscamen.
El funcionario aseguró que “básicamente, lo que estamos haciendo es seguir la evolución de la plaga, ya que los productores no pueden o no hacen los controles necesarios porque no poseen las herramientas económicas para hacerlo. Ahora, si saliera la ley podríamos destinar recursos para combatirla”.
Desde Acovi aseguraron que para combatir esta plaga son necesarios 200 millones de pesos.
“La plaga está avanzando en forma muy grave, totalmente desproporcional a los medios que la Nación está aportando para combatirla. La vitivinicultura mendocina se siente abandonada por la Nación, ya que no se está implementando ni dotando con la suficiente firmeza a algo tan serio, como muestran experiencias internacionales”, señaló Carlos Iannizzotto, en un comunicado de prensa.
En este sentido, desde la entidad cooperativa sostuvieron que Senasa les habría informado que no tienen fondos y que lo único que pueden aportar es volver a implementar las reuniones para concientización.
Una campaña lluviosa: cómo actuar
Lo que resta del año traerá consigo los efectos de un evento Niño comparable a lo sucedido en la campaña 1998, por lo que se espera para nuestra región lluvias que estarían aproximadamente 30% por encima de la media.
Roberto De Ruyver, coordinador del área de Agrometeorología Instituto de Clima y Agua del INTA expresó que “podríamos decir que para este último trimestre se esperan lluvias superiores a la media para las zonas Este y Sur de Mendoza, mientras que en el Norte de la provincia y San Juan podemos considerar un trimestre dentro de la media”.
Para De Ruyver, si bien es difícil hablar de un porcentaje general, según los valores investigados se puede hablar un aumento por encima de la media que estaría entre el 10% y el 30% por arriba.
"El último evento Niño con el que es comparable el que viviremos este año es el de la campaña 97 -98. Hago referencia a este evento porque por los valores de referencia, es decir, la temperatura superficial del océano Pacífico ecuatorial, es similar a la registrada esos años", señaló De Ruyver.
Con este panorama es necesario tomar precauciones tanto en frutales como en viñedos.
Desde el INTA Junín estimaron que el aumento de lluvias primaverales seguramente va a repercutir en un incremento de enfermedades fúngicas (producidas por hongos) y bacterianas en los frutales. Las enfermedades fúngicas más comunes que se podrán presentar son: Viruela holandesa (Wilsonomyces carpophilus), Torque (Taphrina deformans), Roya (Tranzchelia discolor) y Podredumbre Morena de los Frutales (Monilia frutícola).
“Es aconsejable realizar aplicaciones primaverales con fungicidas que se comienzan a aplicar a partir de yema hinchada y continuar con los tratamientos en floración hasta 20 a 40 días antes de la cosecha, según el período de carencia de cada producto. Se sugiere a los productores acudir a la Agencia de Extensión Rural del INTA más cercana para recibir asesoramiento acerca del producto más aconsejado y su fecha de aplicación"”, dijo Diana Marini, del EEA INTA Junín.
Mariani destacó que un exceso de lluvia puede “lavar” los productos cuando se aplican y esto reduce notablemente su efecto, por lo cual se aconseja no aplicar productos previo a las lluvias.
“Se aconseja utilizar plaguicidas para Grafolita y Carpocapsa lo antes posible, una vez que el Iscamen da la alerta para la zona involucrada, ya que si se espera al último plazo, puede coincidir con una lluvia, lo que dificultaría la aplicación. Dentro de los frutales hay especies, como los cerezos, que son más susceptibles a las lluvias primaverales porque tienden a partir sus frutos", afirmó la técnica.
Por su parte, Claudia Lucero, del Laboratorio Viticultura del INTA, EEA Mendoza, sostuvo que ante mayores precipitaciones en primavera se genera la necesidad de un monitoreo de las condiciones ambientales, como por ejemplo: humedad relativa, temperatura y horas de mojado del follaje en el viñedo.
“Estos datos son fundamentales para determinar el momento oportuno para ejecutar las pulverizaciones preventivas, sobre todo para minimizar los daños provocados por peronóspora. Esta enfermedad es provocada por un alga microscópica llamada Plasmopara vitícola, cuyos daños pueden ser graves cuando las primaveras son húmedas. No obstante, existen tratamientos preventivos muy eficientes”, aseguró la especialista en viticultura.
Agregó: “Debido a esto, sobre todo si estas condiciones húmedas continúan, sería recomendable hacer tratamientos preventivos tempranos (noviembre e inclusive octubre si las condiciones son muy propicias a la enfermedad) para proteger los racimos en etapas muy sensibles, adelantándose a la época que generalmente los productores curan por tradición, es decir, en diciembre antes de las Fiestas”.
Lucero aclaró que, de profundizarse este evento, “las lluvias y la alta humedad relativa favorecen las podredumbres de los racimos, sobre todo si continúan durante la etapa de maduración de la uva. Por esta razón, si estas condiciones se presentan, se recomienda realizar manejos en el viñedo como también tratamientos preventivos que permitan minimizar los daños generados por podredumbres”.
