El cambio de gabinete dispuesto por la presidenta chilena Michelle Bachelet busca frenar la crisis de credibilidad que atraviesa su gobierno por los financiamientos irregulares de candidatos al Congreso y un escándalo que involucra a su hijo y nuera.
Sorpresivamente y en un formato poco usual en la política chilena, Bachelet realizó su trascendental anuncio en un set de televisión, en medio de una entrevista con el popular animador de programas de entretenimiento, Don Francisco.
“Le pedí la renuncia a todos mis ministros. Me tomaré 72 horas para saber quién se queda y quién se va”, dijo Bachelet con la voz entrecortada, tras semanas de tensión por los ecos del escándalo por el millonario negocio de especulación inmobiliaria que concretaron su hijo mayor, Sebastián Dávalos, y su nuera, Natalia Compagnon.
“Ha sido duro por el caso mismo y porque la gente no me creyó”, dijo la mandataria en la entrevista, donde por primera vez enjuició públicamente la actuación de su hijo y la calificó de “imprudente”.
El escándalo ha significado un duro golpe para Bachelet, cuya popularidad se derrumbó a un mínimo del 29%, lo más bajo de sus dos períodos de gobierno, de acuerdo a una encuesta difundida ayer.
Renata Keller, de la Universidad de Boston, en Estados Unidos, dijo que el cambio de gabinete por sí solo es insuficiente para enfrentar la actual crisis y que se necesita “trabajar con el sistema de justicia, investigar los escándalos que han pasado y estudiar las leyes para fortalecerlas”.
Para frenar la crisis Bachelet delineó una agenda con medidas de transparencia en el financiamiento de la política cuyos detalles entregará el viernes. Chile enfrenta desde hace medio año un escándalo por el financiamiento irregular o ilegal de candidatos al Congreso mediante un sistema de donaciones a políticos que entregaron boletas propias o ajenas para justificar la salida de dinero de las compañías.
Golpe de efecto
La Fiscalía Nacional citó a cinco políticos de la oposición derechista para iniciarles un juicio preliminar por el uso de boletas por servicios que nunca prestaron.
Exigir la renuncia de sus ministros “es una señal de autoridad, un golpe de efecto” de Bachelet, dijo Fernando Rosenblatt, doctor en ciencias políticas y profesor de la Universidad Católica de Chile.
Para el politólogo Mauricio Morales, de la Universidad Diego Portales, es un intento de volver a encauzar su gobierno. “Lo que está realizando la presidenta es un golpe de timón que puede tener efectos significativos en la composición de su gabinete”, dijo.
La medida es drástica porque “hará una cirugía mayor dentro de su gabinete, sacando a su ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, algo que era casi impensado, y eso va a implicar un cambio muy profundo”, estimó Morales.
Peñailillo, considerado el “hijo político” de Bachelet, quedó en el ojo del huracán tras revelarse que está involucrado en un caso de financiamiento irregular de la actividad política, que involucra hasta ahora a decenas de opositores y de miembros del gobierno, a través del uso de boletas por servicios no prestados a grandes conglomerados económicos, como el grupo Penta y la minera Soquimich.
El caso, por el que están bajo arresto domiciliario los dos controladores de Penta y al ex gerente general de Soquimich, agudizó la crisis de desconfianza política que vive Chile, considerado uno de los países menos corruptos de América Latina por ONG que evalúan el desempeño del sector público como Transparencia Internacional.
Sin señales aún de los cambios
Bachelet confirmó ayer en su cargo al canciller Heraldo Muñoz, acallando las críticas por la inconveniencia de dejar en el limbo al diplomático mientras se desarrollan, en la Corte de Justicia de La Haya, los alegatos por una demanda marítima planteada por Bolivia.
Pero la presidenta no ha dado señales sobre qué pasará con el resto de su gabinete.
Para la renovación, la mandataria podría recurrir a políticos experimentados de su coalición o dar paso a caras nuevas.
“La presidenta hoy día tiene dos alternativas: recurrir a la antigua guardia de la Concertación (la coalición gobernante), o asumir una estrategia distinta llamando al gabinete a gente que tiene menos experiencia política pero que tiene la hoja de vida limpia”, estimó Morales.
Bachelet “aún tiene cierta reserva de legitimidad por los atributos blandos que todos conocemos”, dice Rosenblatt, sobre la cercanía, sencillez y empatía que la mandataria logra con la población.
“Creo que ella de alguna manera ha estado actuando como madre y ése ha sido su error. Pero creo que si ya se reivindica cambiando este gabinete y escogiendo a personas que sean de carácter fuerte pero sanas de mente y de corazón, creo que le va a ir súper bien”, dijo Hugo Carvallo, un vendedor de diarios de Santiago.
Desaprobación histórica incluyendo los dos mandatos
Un duro golpe recibió la evaluación del Gobierno en la última encuesta elaborada por el Centro de Estudios Públicos (CEP).
De acuerdo al sondeo -correspondiente a abril-, el nivel de desaprobación de la gestión de la Presidenta Michelle Bachelet llegó al 56%, el más alto de sus dos períodos de Gobierno. La cifra representa además un aumento de 13 puntos respecto de la medición anterior, realizada en noviembre de 2014.
En la misma línea, la aprobación a la forma en que Bachelet está conduciendo el Gobierno cayó 9 puntos, llegando sólo al 29%. “Si tomamos en cuenta el primer período presidencial y el segundo, éste es el peor registro en términos de aprobación de la Presidenta”, sostuvo Ricardo González, coordinador del área de opinión pública del CEP.
Los resultados del estudio se conocen tras los casos de corrupción que han sacudido a la política.
La presidenta también experimentó una fuerte baja en la valoración de sus atributos personales, que solía ser una de sus fortalezas. Así, el 62% de los encuestados afirma que la jefa de Estado “no le da confianza”, mientras que el 66% la considera “lejana”. Esto implica un alza de 15 y 16 puntos si se compara con el sondeo anterior.
Además, el 60% considera que Bachelet no tiene el liderazgo adecuado para enfrentar situaciones de crisis y el 72% que ha actuado "con debilidad" frente a las presiones instituciones, grupos o personas. En cuanto a las expectativas que tenía la ciudadanía sobre su gestión, 55% afirma que Bachelet está gobernando peor de lo que ellos esperaban. Emol.com