“Romantisísmico” es el undécimo disco de los Babasónicos, sin contar su discografía paralela, en el que la banda rompe puentes con álbumes como “Anoche”, “Mucho” y “A propósito” para meterse en un pop rock más directo, con letras en las que Dargelos juega con fantasías románticas, hedonistas y eróticas, que lo emparentan con Federico Moura y Miguel Abuelo, dos de los letristas más cachondos del rock local.
El disco ya no viene acompañado por tapas dibujadas. Aquí es directo una foto que bien podría ser una propagando de un producto de belleza que muestra una mano femenina a punto de lanzar una frasco de perfume convertido en una bomba molotov muy fashion.
En este álbum, que Babasónicos traerá al Bustelo el 28 de noviembre, ya participa activamente el bajista Gustavo Tuta Torres y Carca pasa a las guitarras y a la percusión, lo que implicó que el grupo trabajara en estudio con la misma formación con la que se presenta en vivo desde hace un par de años.
El disco abre con el hit “La Lanza” cuyo video lo muestra a Dargelos intentando recuperar la compostura y parte de su físico en un “Después de Hora”, con duras consecuencias para su cuerpo en el barrio árabe de Amsterdam, mientras la banda juega con un funky bien bailable.
Inmediatamente llega una de las joyas del disco, “Aduana de Palabras”, donde Dárgelos, una estrella rocker, se toma el trabajo de hablar del desdoblamiento de un ser humano entre la persona y el personaje, haciendo referencia a lo nocivo de la conducta de los mediáticos, una crítica más que justa que parte de una banda tremendamente cuidadosa de su vida privada.
“El baile de Odin” es el desembarco del erotismo en el disco de la mano de un buen rock, en la que Dargelos juega con frases directas a una sabrosa faena sexual, diciéndole a su chica “te voy a dar hasta que agarres ritmo”.
Con ruiditos de teclados arranca “Los burócratas del amor”, que contiene algunas buenas frases como: “si el amor fuera una droga, no acabaría, alcanzaría para todos” o “si esta canción fuera narcótica, no acabaría, sería la música de todos”, en nuevo tratado sobre amantes.
“Negritas” tiene un arranque lento a puras máquinas, mientras Dárgelos juega a ponerse en la piel de diferentes personajes y de llevar al oyente en el viaje que es esta canción, que tiene un final con percusiones y quizás el mayor acercamiento de Babasónicos al reggae en toda su carrera.
“Uso” los tiene a los Babasónicos cultivando el electro-rock, armando el soundtrack de una fantasía sexual que va narrando Dárgelos, mientras que “Humo” tiene un comienzo bien punteado y guitarrero en tono romántico, en el que el vocalista se mete en la piel de un famoso que quiere proteger su vida privada y va narrando la historia, mientras la canción tiene bien marcadas tres partes con rítmicas diferentes.
“Uso” comienza como una balada rockera, le sigue una parte casi santanesca con mucha percusiones hasta que se engancha con “Casi”, escrita por el guitarrista Mariano Roger; en la que sólo participan su autor, Dárgelos, y Diego Uma aportando algunos teclados muy al fondo.
“Uno dos tres” se abre con un juego entre la guitarra y los teclados para darle vestimenta musical a otra historia sexy de Dárgelos, que esta vez imagina un triangulo sexual, su juego y sus consecuencias, mientras Panza trae del arcón de los recuerdos a una vieja batería electrónica Roland.
“Paisano” lleva a Babasónicos al rock de los ‘70 más guitarrero, más cercano al blues, aunque en este caso la base suena suave para que las guitarras se lleven el protagonismo, mientras Diego Uma se monta y aporrea en un piano eléctrico.
En “Paisano”, Dárgelos parece rozar los temas sindicales en el terreno gauchesco al recordar que “el patrón” pactó con el diablo y el trabajador a la vez para salir siempre ganador, apoyado por Carca y su voz cavernosa en alguna línea.
El final del disco es con la hermosa balada “Celofán” en la que Dárgelos desnuda la forma en que el ego se derrumba en una relación apasionada, pero también podría jugar a contar cómo una celebridad sufre, ya que recita frases como “quizás me falto aclarar que hasta ayer, fui invencible, sin embargo hoy tiemblo al viento, como un celofán”.
El indie que faltaba
“Bestia Bebé” es el primer disco de esta banda indie formada por Tom Quintans, el baterista de Go-Neko, junto a Chicho Guisolfi en bajo, Topo Topino en guitarra y El Polaco Ocorso en batería para darle forma a un proyecto que lleva más de tres años recorriendo el under porteño.
Con buen gusto, buenas guitarras, Quintans y su equipo, arman un álbum de 12 canciones, donde se mezclan el rock sónico, el indie, el shoegaze y otros estilos, desarrollados de forma más que interesante y sorprendiendo por su frescura tanto en las letras como en los arreglos.
El disco está editado por el sello platense Laptra, y en su declaración de indie absoluta contiene el hitazo “Wagen del pueblo”, con un comienzo a lo Pixies, en la que Quintans le rinde homenaje a su viejo Escarabajo amarillo, de origen brasileño, casi una declaración de perderores hermosos, con estilo y dignidad. Un verdadero y grato hallazgo.