Por José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
El importante triunfo logrado por Alfredo Cornejo ratificó la tendencia marcada en las primarias abiertas de abril y consolidó al gran espacio opositor que lideró el radicalismo en nuestra provincia. Cambia Mendoza se impuso por la mística radical y la garantía que para un amplio sector del electorado local significó el respaldo a ese espacio que dieron los partidos que acompañaron a los candidatos de la UCR.
Cornejo demostró con el resultado de ayer que prácticamente consiguió mantener el voto de las PASO, a pesar del empuje del kirchnerismo y de la ola triunfalista que éste logró crear con la visita presidencial, fundamentalmente, para intentar revertir la votación de hace dos meses. Pese a todo ello, la gran mayoría de los mendocinos que se habían inclinado por la principal opción opositora terminó repitiendo ayer el voto de las primarias.
Sí hubo un claro cambio de actitud por parte del gobernador electo entre la noche triunfal de abril y la de ayer. De aquel fervor descontrolado que lo llevó a decir que se encontraba dispuesto a ayudar a Francisco Pérez a terminar su gobierno y que éste debía reconocer la delicada situación fiscal y económica de la Provincia, se pasó a un más sobrio Cornejo que planteó un escenario de diálogo con el gobierno derrotado y todo el oficialismo en general a través de la larga transición que hoy comienza hasta el cambio de mando, en diciembre.
Si hasta hizo público en medio del festejo la invitación que le hizo al Gobernador a desayunar hoy en su casa. Fue la postura que adoptó, posiblemente escuchando más de un consejo, para no caer en las tentaciones justicialistas motivadas por su reconocido estilo “calentón”. Notable, además, si se tiene en cuenta que Pérez y muchos más hicieron de él durante años el enemigo a vencer.
Por otra parte, Alfredo Cornejo también demostró su incidencia territorial. Los resultados demuestran que el radicalismo recupera el control de varias comunas de la provincia. Hay verdaderos batacazos, como los que dieron el médico Daniel Orozco, en Las Heras -un viejo bastión peronista-, y Marcelino Iglesias en Guaymallén -el departamento que siempre marca la tendencia en toda elección provincial-. Una vez más se repite aquello de que el que gana en Guaymallén también se impone en la elección provincial.
Los triunfos radicales en otros municipios también demuestran que la expectativa de cambio que generó la fórmula Cornejo-Montero fue gravitante para volcar la elección a favor del frente opositor. Y Omar De Marchi, un demócrata asociado al Pro y por añadidura al radicalismo de Cornejo, le dio al frente opositor un enorme respaldo en Luján.
El nuevo gobernador iniciará su gestión con muchas más comunas de su signo político que las que la UCR tenía hasta ahora. Y le tocará compartir gestión con varios intendentes del justicialismo que mantuvieron sus bastiones con muy buena respuesta popular
En la otra vereda, una dura realidad. Al justicialismo mendocino le toca nuevamente pasar al bando de la oposición, aunque previamente también deberá atravesar la larga transición de seis meses que impuso al desdoblar elecciones.
El encolumnamiento detrás de Bermejo y Martínez Palau luego de las PASO hacía pensar en un milagro que le permitiese al Frente para la Victoria revertir el resultado de abril. Si bien los guarismos tras la elección permiten ver que el voto kirchnerista mendocino aceptó respaldar mayoritariamente a la fórmula encabezada por el senador nacional, el intento no tuvo el éxito esperado porque Cornejo y Montero no perdieron votos y, encima, la izquierda de Noelia Barbeito sumó más votos que en las primeras primarias provinciales y concluyó con un más que respetable 10 por ciento.
El resultado electoral de ayer marca una dura derrota para muchos “caciques” que a partir de ahora deberán evaluar cómo seguir en el escenario político. Tal vez uno de los casos más impactantes es el de Carlos Ciurca, uno de los grandes armadores de estrategias y políticas que ha tenido en los últimos años el PJ mendocino. Su sector interno, La Corriente, poco y nada obtuvo en la elección de ayer en los distintos departamentos que pretendió defender.
Seguramente vendrán tiempos de replanteos en el oficialismo local, luego de dos gestiones provinciales caracterizadas por la relativa iniciativa y la necesaria dependencia del poder nacional.
Si las encuestas confirman una tendencia creciente a favor de Daniel Scioli en Mendoza, la dirigencia justicialista que resolvió adelantar el calendario electoral local pagará un alto costo luego de esta derrota. Los resultados de las PASO nacionales de agosto dirán si esa especulación es válida.
Mientras tanto, los números que arroja el escrutinio también demuestran que, como en otras provincias, el aporte de Cristina Kirchner y de gran parte del kirchnerismo duro no alcanzó para revertir la tendencia de las primarias. Tampoco fue suficiente la mística de Scioli en su visita posterior a la de la Presidenta. No en vano desde el entorno del bonaerense admitían luego del acto en Las Heras que probablemente hubiesen faltando tiempo y más mística para lograr imponer a Bermejo como candidato capaz de seducir mayoritariamente a los mendocinos.
A propósito de Bermejo. Es el segundo dirigente justicialista maipucino al que le toca ceder el poder al radicalismo tras varios años de gestión justicialista. El primer caso fue el de Francisco "Chiqui" García, que en 1999 salió tercero en la elección provincial que ganó Roberto Iglesias, quien a su vez dejó en segundo lugar al favorito demócrata de aquel año, Carlos Balter. En ese momento terminaron tres períodos de gobierno consecutivos del PJ, con Bordón, Gabrielli y Lafalla al mando.
Ahora le tocó cerrar el doble capítulo justicialista de Celso Jaque y Francisco Pérez. Su espontaneidad para aceptar temprano la derrota y la hidalguía con que recibió el veredicto de las urnas hablan muy bien de él. Tuvo la gran virtud de no entrar en el tenso clima de campaña que muchos generaron en el oficialismo en los dos meses posteriores a las PASO ante la por momentos desesperante intención general de buscar retener la Gobernación.