Acaba de publicar su nuevo disco de estudio, "Ser", en el que mezcla baladas con ritmos más electrónicos, algunos con pátina latina, configurando una serie de cambios que apuntan a "sorprender a la gente y salir de la zona de confort", según afirmó Axel.
“Soy muy inquieto en todos los sentidos de mi vida y musicalmente también lo soy y me gusta correr riesgos, subirme al escenario con ganas de tocar esto, porque es nuevo y distinto”, dijo el cantautor bonaerense.
De la mano de “Ser”, el baladista hará una gira nacional que comenzará el 5 de octubre en el Estadio Forum de Santiago del Estero y continuará por el Estadio Floresta de Tucumán (6), Teatro Provincial de Salta (7), Teatro José Hernández de Jujuy (8), Estadio Ruca Che de Neuquén (13), Teatro Don Bosco de Bahía Blanca (14), Plaza de Azul (15), Estadio Olimpia de Venado Tuerto (20), Estadio Banda Norte de Río IV (21), Teatro París de Necochea (27) y Teatro Radio City de Mar del Plata (28).
En noviembre el tour continuará por Estadio Aldo Cantoni de San Juan (3), Estadio Ángel Bustelo de Mendoza (4), Estadio Cubierto Newell's Old Boys (11), Hipódromo de Palermo (25) y Estadio Unión y Progreso de Tandil (30).
Ya en diciembre, quedan todavía dos fechas: el 1 en el Estadio Centro de Chivilcoy y el 2 en Estadio Quality de Córdoba.
-¿Las canciones de "Ser" surgieron en tu nuevo hogar cordobés de Traslasierra?
-Sí, en un 90%. La primera canción que escribí fue “Eternidad” y la hice en una habitación que tiene una ventana grande con toda la montaña como marco. Arranqué la etapa de producción y arreglos cuando ya tenía mucho escrito del disco, me había tomado un par de meses para escribir a pleno ahí en Córdoba.
-¿Cuánto del paisaje se filtró en la letra? ¿Se llegó a incluir eso?
-Es inevitable, cuando estás mucho tiempo en un lugar así con tanta naturaleza y tan poco ruido de afuera empezás a conectarte para adentro, y más cuando estás en una postura de mirada interior. De repente, empezás a conectar con el exterior desde otro lado, en otra sintonía. No por nada hay un par de canciones que tienen espíritu folclórico, hay una canción que se llama “Aguaribay”, que es un árbol que yo planté en mi casa, y también en las letras está presente la naturaleza en pasajes, metáforas, palabras. Hay canciones enteras que las compuse sentado en una piedra, mirando la nieve y los pájaros.
-Fuiste a una provincia muy rica musicalmente, porque todos los folcloristas que vienen de otras provincias se radican en Córdoba, es la capital del cuarteto y ahora hay una movida de pop y de rock independiente ¿Creés que puede terminar contagiándote?
-Buscaba un lugar con una calidad de vida diferente: ni mejor ni peor, distinta. Creo que en realidad muchos músicos de todo el país elegimos Córdoba porque es el centro del país, logísticamente es muy práctico porque estás a la misma distancia de Buenos Aires que de Mendoza. Yo lo elegí también porque es el lugar donde me siento más yo que en cualquier otro lado y siento que mi familia está feliz (ver aparte).
-Vivías en una zona muy tranquila del conurbano bonaerense. ¿Igual necesitabas alejarte?
-Yo vivía en Adrogué. Nunca elegí un barrio cerrado, nunca elegí un country, siempre busqué que mis hijos vivieran un poco lo que yo vivía cuando era chico; el poder salir a caminar por el barrio, ir al club, andar en bicicleta y poder ir a la panadería. Es algo que ya no puedo lograr por un temor mío de que ellos lo hagan.
-¿El club era Brown de Adrogué?
-No, yo soy de Rafael Calzada, iba al Club Calzada. Yo iba de chico a jugar al fútbol, íbamos a comer al buffet con mi viejo también. Y también estaba el Ateneo, a dos cuadras de casa, donde e iba a jugar al tenis y al fútbol.
-Volviendo al disco ¿Por qué prima lo electrónico y el R&B americano antes que el urbano latinoamericano?
-Me puse a escuchar ese palo de cosas mezclado con lo que canto día a día como folclore, mis canciones para mis hijas. De esa ensalada y lo que traigo genuinamente y me sale, hice una mezcla y me sentía que estaba cómodo. Agarraba una máquina electrónica que se llama Maschine y empezaba a hacer ritmos y a grabarlos. Después, siempre la premisa era que todas las canciones tuvieran un instrumento orgánico, después de los ritmos capaz que le agregaba un piano y cantaba algo arriba, una melodía que improvisaba.
-En esa apuesta no se nota tanto la presencia del rock argentino.
-Lo que se esperaba hace unos 5 o 10 años era que fueras más rockero. Hoy en día en la Argentina el rock nacional es pop. La Beriso tiene canciones poperas que son hermosas y muy bien cantadas y ya no hay Spinetta o Charly García, quedan muy pocos artistas de rock puro. Entonces, de afuera ya no esperan de Argentina un rockero, esperan un popero y la globalización hizo que acá se hiciera música electrónica como en todos lados y que esté más homogeneizada la propuesta.
-¿Cuánto cuesta salir de esa zona de confort de ser un baladista que encuentra la canción siempre?
-De repente, salir de la zona de confort cuando te va bien es difícil, cualquiera te diría “llenás en todos lados, seguís creciendo en el exterior, ¿qué más querés?”. No es que quiera más, pero si no corro riesgos sería como traicionarme a mí mismo y a mi forma de ser.
-La variedad rítmica del disco para estos shows que estás ensayando, ¿te lleva a priorizar los temas más bailables de estos últimos 20 años?
-Voy a hacer un show nuevo, que va a ser el mismo en todos lados, sin renunciar a mi bagaje de hits de siempre, pero con una sonoridad más actual. Va a haber baile pero también cosas más tranquilas. Creo que va a ser un show que va a gustar mucho.
Lo primero es la familia
Basta con escuchar sus canciones para confirmar que Axel, nacido Axel Patricio Fernando Witteveen hace 40 años en la localidad bonaerense de Rafael Calzada, es un romántico empedernido.
Pero él mismo lo asegura cuando afirma que en su vida, antes que nada, está la familia que conforma con Delfina Lauría, su pareja hace más de 10 años y con la que tiene tres hijos: Águeda, nacida en marzo de 2010, Aurelia, nacida en febrero de 2013, y Fermín, nacido en junio de 2015.
Y a pesar de las giras, que a veces lo tienen hasta cuatro meses fuera de casa, no se reconoce para nada como un padre ausente. “Me comunico con ellos todo el tiempo que no estoy en casa -asegura-, y cuando vuelvo no me muevo de su lado: les hago el desayuno, los llevo al colegio, juego con ellos. Son lo mejor que me pasó en la vida”, dice.
Y por si no fuera suficiente, en el disco “Ser” incluye una canción con título en francés (“Malgre Tout”) dedicada a su abuelo belga, otra llamada “Eternidad” pensada para su mamá (fallecida en junio de 2015) y “Fermín” dedicada a su hijo. En sus álbumes anteriores, por otra parte, hay varias canciones compuestas para sus hijas.