El avión de los dólares

En 1960, la historia trágica de un aeroplano que transportaba grandes sumas de dinero, joyas y caballos pura sangre puede reconstruirse como el rompecabezas de un thriller policial en las laderas de El Sosneado.

El avión de los dólares
El avión de los dólares

Poco se conoce sobre un accidente aéreo en el sur de nuestra provincia, en la zona de El Sosneado. Allí, un avión de la empresa Transamerican que se dirigía a Centroamérica se estrelló en mayo de 1960 con 9 ocupantes, contando pasajeros y tripulación.

Luego de varios años, se descubrió que este vuelo llevaba una importante suma de dinero y joyas que no estaban registradas en la aduana y que unos puesteros se hicieron con ese botín. Se lo llamó popularmente "el avión de los dólares". Hoy contaremos su historia.

Misterioso vuelo

En la mañana del martes 17 de mayo de 1960, desde el aeropuerto de Ezeiza en la provincia de Buenos Aires, un avión carguero matrícula LV-GGJ de la línea Transamerican partió  con destino a Panamá -vía Pacífico- previa escala en Chile. Un total de 5 pasajeros y 4 tripulantes eran los ocupantes de ese vuelo. Además, en las bodegas de la máquina, llevaban 7 caballos de pura sangre y varias valijas. 

 A las 11 de la mañana, los motores del Curtiss  C-46 se pusieron en marcha y partió hacia el oeste con una hora de retraso al plan de vuelo estimado. En su recorrido, el avión surcó los cielos de la localidad de Junín (Buenos Aires) y luego atravesó gran parte de la pampa argentina en dirección hacia el Oeste.

Eran las 14.30 cuando el piloto estableció el último contacto radiofónico con la torre de San Rafael y avisó que, por razones de atraso, no podría aterrizar en aquel lugar y que trataría de cruzar la cordillera de los Andes a la altura del paso del Yeso una hora más tarde. Esa fue su última comunicación. La nave comenzó a ser sacudida por una fuerte turbulencia que le impidió ascender a unos 6.000 metros a nivel del mar. A pesar de los desesperados intentos del piloto,  el "Curtiss" descendió súbitamente y chocó contra un cerro. 

 Luego de unas horas y sin tener noticias del avión, el operador de San Rafael alertó a las unidades de rescate de la IV Brigada Aérea, quienes partieron inmediatamente para rastrear la extensa zona desde el Cristo Redentor hasta la región cordillerana de Neuquén sin encontrar ninguna señal.

A las pocas horas, se dio el listado de los pasajeros y tripulación que viajaban: Sergio Etcheverry, Carlos Luján, Pedro Puccineri, Omar Silva y Raúl Díaz.  El piloto Pedro Lafuente, Fermín Gómez (copiloto), Oscar Carballo (navegante) y el mecánico de abordo Domingo Vacarell.

La búsqueda por tierra y por aire continuó hasta fines de mayo con la esperanza de encontrar los restos de el aeroplano.

Un insólito hallazgo

Después de que las últimas partidas de rescate agotaron las posibilidades de hallar el C-46, se dio por suspendida la búsqueda disolviéndose así la esperanza de encontrar la máquina o algún sobreviviente.

En julio de 1961, llegó a oídos de las autoridades que un puestero llamado Eduardo Gutiérrez había encontrado los restos del avión.

En San Rafael, Gutiérrez fue interrogado por la policía local. Dijo que por el cerro El Sosneado localizó los restos del avión desaparecido y dos cuerpos sin vida de los pasajeros. La información proporcionada hizo que se preparara una expedición para noviembre de ese año.

Buscando al Transamerican

En el amanecer del 21 de noviembre de 1961, partió hacia El Sosneado una comisión de rescate al mando del jefe del Escuadrón de Gendarmería Nacional, comandante principal Pedro Fernández. Integraban la patrulla 24 gendarmes, 7 policías provinciales y 3 peritos de la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación.

La expedición partió guiada por el puestero Eduardo Gutiérrez. Los efectivos tuvieron que afrontar varios escollos pero  pudieron llegar a donde cayó la máquina. A los efectivos les fue imposible rescatar los restos de las víctimas debido a que parte del aparato estaba cubierto de nieve. En el sitio, los investigadores aeronáuticos tomaron algunas piezas para poder deducir cómo había sido el accidente. La expedición regresó por las malas condiciones climáticas que impidieron el rescate de los cuerpos.

Desolador panorama

Unos meses después, en marzo de 1962, partió otra expedición. La misión tuvo como principal objetivo la recuperación de los cadáveres, algunas pertenencias y estudiar las causas del siniestro. Tras una penosa marcha llegaron a una altura de 4.500 m en donde encontraron algunos pedazos del ala, maderas y una rueda del avión.
 
En un radio de 3 kilómetros se halló parte del fuselaje, los cuerpos de infortunados  pasajeros, tripulantes y también de los caballos que viajaban en la bodega. Un reloj pulsera, documentos, pasaportes y otras pertenencias.

Los rescatistas recogieron los cadáveres y los trasladaron en mulas hacia el puesto de "El Sosneado". Allí los esperaban otros efectivos que acomodaron los restos en los 9 féretros para trasladarlos hacia Buenos Aires.

 Los peritos aeronáuticos determinaron que la causa del accidente fue una gran turbulencia que arrastró el avión hacia el cerro y el caso quedó cerrado.

Robaron, huyeron y los pescaron

Unos años después,  la policía de San Rafael recibió una denuncia en la que constaba que cinco puesteros habían encontrado en la montaña dinero en efectivo, joyas y monedas de oro.

Al principio los uniformados no le dieron importancia pero luego las sospechas quedaron confirmadas cuando descubrieron que uno de los implicados había empapelado una de las paredes de su casa con billetes estadounidenses. Además, se comprobó que estos individuos habían progresado económicamente en muy poco tiempo comprando autos nuevos, comercios y equipamiento para sus fincas.

 Otras investigaciones determinaron algo sorprendente en el vuelo de Trasnamerican: el avión llevaba una cantidad aproximada de 500.000 dólares, joyas y monedas de oro en varias valijas que no fueron registradas en la oficina de aduana del aeropuerto, lo que confirmó el contrabando de estos valores.

En octubre de 1972, la policía apresó a Julio Guzmán, Raúl Rivero Rojas (del puesto "El Sosneado"), Víctor Manuel Arteaga y Jaime Rojas; todos confesaron aquel robo. Tiempo después fueron culpables y encarcelados por haber sustraído el dinero y las joyas de aquel desastre aéreo.

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