“Todos reclamamos que lo de Siria se debata en Naciones Unidas o el Consejo de Seguridad y vemos que la decisión sobre el bombardeo está en el Congreso de los Estados Unidos.
Y también vemos que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos decide sobre nuestra deuda, que está reestructurada en un 93 por ciento, y que comprende a distintos acreedores de todo el mundo (norteamericanos, japoneses, alemanes, italianos). Entonces lo que vemos es que lo del multilateralismo es una gran ficción”.
Qué lúcida, pedagógica, y democrática es esa mujer que habla en improvisada conferencia de prensa desde San Petersburgo. ¡Y qué gentil! Miren cómo atiende a los periodistas. ¿A ver qué más dice?
“Lo que nos tenemos que plantear los dirigentes es si estamos dispuestos a aplicar el multilateralismo siempre, o sólo cuando el multilateralismo me favorece a mí, como gran potencia o país desarrollado. Hoy vemos que si soy potencia y no me sirve el multilateralismo, agarro las armas y veo qué hago”.
¿Qué hora es en Rusia? Si la diferencia horaria entre Buenos Aires y San Petersburgo fuera de 6 años y el reloj allá marcara 2007, le hubiéramos creído y aplaudido de pie.
El problema es que ya la conocemos. Pasaron casi 6 años, lo suficiente para saber que el manejo discrecional del poder que critica allá es igual al que ejerce acá. Cuando tuvo el 54 por ciento, es decir, cuando fue “potencia”, Cristina fue por todo: hizo la guerra a los medios opositores, invadió y conquistó radios y canales a través de empresarios amigos, bombardeó la Justicia en nombre de su pueblo, dominó provincias a través de la coparticipación y conquistó poblados y ciudades “bypasseando” gobernadores rebeldes al girar fondos a los intendentes desde el Ministerio de Planificación.
Entonces, desde Rusia es válida la pregunta: en su relación con el poder, ¿no es Cristina la matrioska chiquita pero simétrica de una más grande de Obama? Ambos habrán propuesto reformas y beneficiado a minorías postergadas, pero el afán de dominación es el mismo.
Es fiel el que frente a la tentación dice no. Honesto el que devuelve el fajo. Y democrático el que tuvo el 54 por ciento y preservó la “multilateralidad”. El resto son declaraciones for export. Muñequitas pintadas, un souvenir para los (periodistas) turistas.
Matrioska pequeña del Sur reclama a matrioska grande del Norte: “¿Por qué si es nuestra deuda la maneja vuestra Corte Suprema?”
Matrioska del Norte contesta: “Fueron ustedes los que lo decidieron, cuando para hacer el canje más tentador para los acreedores, decidieron que se emita bajo nuestra jurisdicción. Argentina pide upa al Tío Sam y después lo denuncia por abuso”.
Matrioska pequeña del Sur: “Yo jamás enviaría a mis muchachos a Vietnam o Afganistán”.
Matrioska grande del Norte: “Usted al conurbano. Y, según me dijeron, sólo hasta octubre”.
Entonces aparece el atlético Putin, gentil con matrioska pequeña: “Soy capaz de sumergirme en el golfo de Finlandia a bordo de un minúsculo submarino y bajar hasta los 60 metros. Lo hago para impresionar a mi pueblo. Me hablaron de usted y una cápsula. ¿Es cierto que estuvo allí hasta agosto?”
Matrioska pequeña: “Es que empezó a entrar agua”.
Mientras descorchaba un malbec en su subsuelo hecho baticava, Lázaro Báez sigue con atención la última frase de la improvisada conferencia de prensa de matrioska pequeña: “En el G-20 también vamos a plantear que se terminen los paraísos fiscales, que en realidad deben llamarse guaridas fiscales”.
Lázaro hace girar la copa, piensa y sonríe chiquito: “Todo es posible en Argentina. Hasta que Drácula salga a vender Off!”.