En Brasil, el 19 de octubre de 2012 ochenta millones de personas posaron sus ojos en la pantalla, para ver el último capítulo de “Avenida Brasil”.
Y esa misma situación ocurre de lunes a viernes a las 14 en los hogares mendocinos, cuando la ficción copa el 85% del shares de encendidos de canales abiertos, y se convierte en el programa preferido en la provincia.
Desde que Telefe comenzó a emitir la novela escrita por João Emanuel Carneiro (“El color del pecado”) en diciembre pasado, lidera las mediciones porteñas (ver aparte “La batalla recién comienza”).
Pero en nuestra provincia recién se sumó en febrero y el suceso ya es un hecho.
Este fenómeno que causan las ficciones cariocas en la Argentina no es nuevo, sino que históricamente proponen un cóctel atractivo para el televidente; la particularidad de los guiones, las actuaciones e inversiones millonarias en producciones logra un nivel de audiencia a escala mundial difícil de superar.
Las últimas mediciones de Ibope indican que Mendoza es la provincia con mayor cantidad de telespectadores que miran “Avenida Brasil” con 32, 48 puntos. Y de acuerdo a este relevamiento mensual, el segundo puesto es para la edición mediodía de Noticiero 9 (24,75).
Lejos quedaron en el ranking las producciones emitidas por Canal 7 de Mendoza. En el puesto 40 de la tabla se ubica Noticiero 7, con 8.52 puntos y le sigue la ficción de Pol-ka “Guapas”.
Entre las tendencias y lo diferente
Durante los últimos períodos las tablas de medición de teleaudiencia de Mendoza se suman a las tendencias porteñas, y los programas emitidos por los canales de aire que replican en gran medida la programación de las señales de Buenos Aires son los más vistos.
La lista señala que “Avenida Brasil” ocupa el primer lugar del rating local, en tanto que el shares de encendido da un promedio de ocho de cada diez televisores sintonizan la novela.
Si revisamos las anteriores mediciones, lo mismo sucedió con la ficción carioca “Fina Estampa”, que llegó a los 30 puntos en noviembre pasado.
Tendencia, apego al melodrama o simplemente atracción por una realidad distinta, Mendoza es la provincia que más siguen la superproducción en todo el país.
“Hay un televidente generacionalmente muy apegado a la tv y que consume mucho los enlatados y ese sistema, con publicidades y horarios, eso explica como una telenovela como ‘El patrón del mal’ que estaba disponible en Internet desde hace un tiempo, recién es vista por todos cuando la pasan por telesión; no puedo imaginar que todas esas personas no tienen acceso a Internet".
"Brasil tiene una tradición en telenovelas fabulosa, sólo rescatar la maravillosa ‘Roque Santeiro’ como muestra, una trama excelente que ya en los ‘80 se metía con temas como el cuestionamiento a la santidad y a la religión; y todo con grandes actores y grandes nombres como Regina Duarte”, afirma el escritor y sociólogo Gabriel Dalla Torre.
Es evidente que el televidente mendocino tiene además favoritismo por lo propio. Aunque en este caso, se vuelcan por los noticieros de las señales de aire y no otros formatos.
“La gente ve lo que hay, si hay un producto local bien hecho, el televidente por lo general se prende más. Pero hoy por hoy sólo se pueden ver noticieros o programas de entretenimiento y no existe una cultura de la ficción local. Hay muy pocas opciones para elegir. En en el caso de las series vernáculas, hay un prejuicio con la forma propia de hablar y actuar, pero todo por una costumbre que tenemos de consumir lo que viene de Buenos Aires”, sostiene el Licenciado en Comunicación Social Gustavo Corrales.
Brasil invierte en sus producciones televisivas presupuestos millonarios. Y la Argentina tiene la mirada puesta en el cine como marco de realizaciones audiovisuales. “Los brasileños están acostumbrados a consumir novelas, por eso invierten más que en el cine. Acá hay un público fragmentado y aunque en Buenos Aires tienen todo un aparato de trabajo con guionistas de televisión, en Mendoza no existe esa cultura”, agrega Corrales.
“Hay algo que se dice habitualmente cuando se habla de televisión. Se dice ‘es lo que la gente quiere, la gente lo pide’; las peleas, la violación de la intimidad, la cosa vulgar y mal hecha. Hay canales que basan su entera programación en eso, y en este contexto las telenovelas brasileñas se presentan como todo lo contrario, un producto popular que no subestima a sus televidentes, que no dice eso de ‘es lo que pide la gente en la calle’”, resalta Dalla Torre.
Pasado, amor y lucha de clases
Para quienes no siguen la historia, la trama que plantea “Avenida Brasil” (nombre de la principal calle de Río de Janeiro) se basa en la sed de venganza y poder, atravesada por el amor.
Y aunque no parezca una idea nada novedosa tiene sus ribetes atrapantes ya desde el planteo del guión. Narra la vida de Nina (Débora Falabella), una niña abandonada en un basural de los suburbios por su inescrupulosa madrastra Carminha (Adriana Esteves). Doce años después, decide vengarse.
En ese basural Nina conoce a Patata (Jorgito), interpretado por Caua Reymond, su amor de la infancia, y se reencontrará con él cuando descubra que es el hijo adoptado de la mujer que intenta destruir.
Más allá de los vínculos y mentiras entre los personajes principales, el éxito de la novela se funda en el manejo del tiempo dramático y las actuaciones.
También es cierto que la cámara se posa en la denominada clase C en Brasil (clase media baja en ascenso), con personajes que nacen en los suburbios y buscan nuevos horizontes. La realidad de la calle, con sus costados dispares, por un lado las favelas, y por el otro las exclusivas zonas de Río, es lo que enmarca a la trama de la novela.
Al margen de los condimentos propios de una ficción comercial, con mujeres y hombres seductores “vistiendo” la pantalla, es cierto que el fenómeno hasta sorprendió a la propio Red Globo, la productora de la tira.
“Avenida Brasil” costó 91 millones de dólares, y luego de su emisión en el país vecino fue vendida a 128 países y doblada en 18 idiomas.