El avance de la polilla de la vid

A pesar de las advertencias y de las tareas realizadas por los organismos oficiales, la polilla de la vid continúa extendiéndose por la provincia, alcanzando a los tres oasis productivos. Es por eso que la mayor responsabilidad debe recaer ahora sobre los

El avance de la polilla de la vid

Hace cuatro años no existía. Ingresó a la Provincia y de inmediato se conformó un “cordón sanitario” de 2.500 hectáreas. Pero el problema no sólo persistió sino que se agigantó y actualmente son 35 mil las hectáreas colocadas bajo cuarentena como consecuencia de estar afectadas por la polilla de la vid. Y las culpas son compartidas, tanto por parte de organismos oficiales que permitieron el ingreso, como desde los propios productores que no respetaron las precauciones posteriores.

La polilla de la vid era una plaga desconocida en el continente americano. Afectaba a miles de hectáreas en Europa y se trasladó a América a través de las máquinas cosechadoras que suele arrendar Chile para la vendimia. Un error extraño en un país que mantiene un cuidado permanente en el control de ingreso de plagas. Sin embargo, inmediatamente después de conocido el problema, el vecino país dio aviso a la Argentina para que adopte medidas sanitarias. Pero aquí se cometió el mismo error y la plaga llegó a Mendoza a través de las máquinas cosechadoras.

A partir de allí, las culpas se trasladan también a los sectores de la industria, especialmente los productores, porque inmediatamente después de conocido el ingreso de la plaga, el Iscamen procedió a establecer un cordón sanitario de 2.500 hectáreas, en la zona de Maipú a los efectos de evitar su propagación. Se estableció, entre otros aspectos, la prohibición del traslado de uvas entre zonas y la desinfección de camiones y maquinarias agrícolas utilizadas en el área restringida. Sin embargo, muchos productores y algunos industriales hicieron caso omiso a esas exigencias, razón por la cual en cuatro años la plaga llegó al Valle de Uco, a la primera zona, al Este y  al Sur provincial.

Al decir de los integrantes de la industria, la plaga no afecta la calidad de los vinos, pero sí tiene incidencia directa sobre la producción porque baja la cantidad de kilos por hectárea. Además, genera inconvenientes para la exportación de uva en fresco y puede llegar a ser motivo de que algún país adopte medidas sanitarias para demorar el ingreso de productos mendocinos.

Tal como lo señalamos, la reacción post-ingreso de la plaga resultó importante por parte de los organismos oficiales encargados de enfrentar el problema. Que ha dado resultados positivos en razón de que se detectó una disminución de la plaga, aunque como contraparte se ratificó la extensión del área afectada. De acuerdo con el balance realizado por el Programa de Erradicación y Control, que coordina el Servicio de Sanidad Agropecuaria, recién en 2016 se podrán tener las conclusiones para saber si la plaga puede erradicarse definitivamente. Intertanto, habrá que aceptar la teoría de la convivencia, que ya adopta Chile.

Será el tiempo el que establecerá si la erradicación definitiva podrá alcanzarse o no. Pero lo que sí es concreto es que su control es un tarea de todos, no sólo del Senasa. Así lo han entendido las entidades del sector, quienes han propuesto trabajar en conjunto en las zonas cuarentenarias, fijando una agenda de capacitación para técnicos y la intensificación de la comunicación y concientización, especialmente en las zonas donde la plaga se dispersó con mayor celeridad en los últimos tiempos.

Actuar contra la plaga es una cuestión de conciencia y no demanda demasiadas erogaciones para la aplicación de los agroquímicos necesarios. El simple respeto a esas disposiciones evitará la aplicación de multas o de molestos controles que se han anunciado a modo de advertencia.

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