Avance argentino en la lucha contra el cáncer

Nuestro país regresa al escenario científico mundial luego de dos décadas de ininterrumpida “fuga de cerebros” provocada por políticas que quitaron apoyo económico a las instituciones científicas. Revertido este hecho lamentable, los frutos ya están a la

Avance argentino en la lucha contra el cáncer

El descubrimiento de un mecanismo que bloquea los vasos sanguíneos que nutren el tumor y aumenta la respuesta inmune del paciente, por parte de un grupo de investigadores del Conicet, liderados por el bioquímico cordobés Gabriel Rabinovich, se convirtió en la promesa terapéutica más importante a nivel mundial para el tratamiento de tumores cancerígenos resistentes y por ese motivo también logró la tapa la revista científica "Cell".
 
El tema no hace más que ratificar el hecho de que la Argentina cuenta con el elemento humano fundamental para el desarrollo de la actividad científica, aunque, también vale señalarlo, durante muchos años esa virtud quedó opacada por la falta del necesario presupuesto por parte de las autoridades nacionales.

El Conicet es la sigla con la que se conoce comúnmente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina y considerado, por su calidad, el segundo en América Latina. En la actualidad, la entidad cuenta con 5.200 investigadores, 5.600 becarios y 2.300 técnicos que desarrollan su trabajo dentro de cuatro grandes áreas: el área agraria, ingeniería y materiales; de ciencias biológicas y salud; de ciencias exactas y naturales y de ciencias sociales y humanas. Entre sus objetivos figuran los de fomentar y subvencionar la investigación científica, el desarrollo de la economía nacional y el mejoramiento de la calidad de vida, entre otros aspectos.

Los mayores problemas se plantearon durante la década de 1990 con la reducción profunda del presupuesto -el ministro de Economía Domingo Cavallo llegó a afirmar que los científicos debían ir a "lavar los platos"- lo que generó lo que durante muchos años se calificó como "fuga de cerebros". El aumento del dinero destinado a la investigación que se produjo luego está dando resultados, y el descubrimiento de los investigadores del Conicet sobre la lucha contra el cáncer es uno de ellos.

En referencia a los valores humanos con que cuenta la Argentina en ese tipo de investigaciones, los hechos son elocuentes. De los cinco premios Nobel obtenidos por argentinos, dos corresponden a sus trabajos por la paz: Carlos Saavedra Lamas y Adolfo Pérez Esquivel; uno al área de la química, Luis Federico Leloir -1970- por su investigación centrada en los nucleótidos de azúcar y el rol que cumplen en la fabricación de hidratos de carbono, lo que permitió entender en profundidad la enfermedad congénita galactosemia; y los dos restantes al área de la medicina: Bernardo Houssay -1947- por sus descubrimientos sobre el papel desempeñado por las hormonas pituitarias en la regulación de la cantidad de azúcar en la sangre y César Milstein, argentino nacionalizado británico, por su estudio sobre las inmunoglobulina, lo que permitió el entendimiento del proceso por el cual la sangre produce anticuerpos.

Dos de esos científicos, Houssay y Leloir, desarrollaron sus tareas en el mismo instituto (Ibyme) en que el doctor Rabinovich y su equipo trabajaron para concretar el reciente descubrimiento. En este último caso, los trabajos que desarrollaron durante casi 15 años se pudieron concretar gracias al aporte realizado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet); de la Universidad de Buenos Aires; de la Fundación Sales y de donantes privados, como el realizado por las familias Ferioli y Ostry, según señaló el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación.

La investigación de los científicos argentinos debe pasar todavía por una serie de etapas metódicas, pero el reconocimiento temprano por parte de la revista especializada más importante a nivel mundial amplía las posibilidades de éxito. Con un mérito no menos importante: todo el trabajo fue financiado con fondos nacionales, lo que obliga a las autoridades a continuar apoyando a la investigación.

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