Leí alguna vez una frase de Salustiano González que aseguraba que “cuando el deporte se tiene que ventilar en la justicia, es porque el deporte ha perdido sus dos condiciones esenciales: honor y juego limpio”. Cómo anécdota queda agregar que el periodista murió atropellado y su caso nunca fue juzgado por el conductor se dio a la fuga.
Esa frase viene bien para repasar un poco lo que se está viviendo por estos días. El fútbol ha sido, históricamente, un muestrario inacabado de corrupción dirigencial y por ello ya casi nada de lo que ocurra puede sorprendernos. Lo vivimos con el FIFA Gate, lo hemos conocido con Grondona estando 30 años a cargo de la AFA, lo ratificamos con el empate en aquella famosa elección dónde había 75 votantes pero 76 votos. Hay una frase que pinta de cuerpo entero la situación: “El fútbol es para vivos”, la que todos repetimos como si fuéramos filósofos y con la que no se hace otra cosa que “legalizar” cualquier acto de corrupción.
Pero, contrariamente a lo que ocurría con este deporte, hay otros que siempre se miraban con respeto y a los que se los llenaba de elogios por sus logros. Entre ellos, estaba el básquet, una actividad que desde la creación de su liga nacional cambió el paradigma de competencias en el país y consiguió un crecimiento deportivo importante.
La pérdida de los puntos de las chicas en el Panamericano por no haber llevado la ropa correspondiente, fue el primer paso de una serie de situaciones que ha puesto al básquet en el ojo de la tormenta. Los dirigentes que son juzgados por malversación de fondos, prefieren ahorrarse un sueldo a la hora de las cosas importantes, entonces las chicas viajan sin un utilero.
Esta semana se conoció el procesamiento a Germán Vaccaro, ex presidente de la CABB, un hombre que estuvo más de 20 años en la institución y al que se le descubrieron situaciones insólitas como los gastos que había hecho con la tarjeta de crédito corporativa, quedaron registrados compras en locales de ropa, telefonía celular, hoteles, decoración, muebles y free shops.
Y en el ámbito local, se conoció la existencia de un audio en el que, en nombre de la Federación, una persona ofrecía a un equipo perder a cambio de favores en el ámbito dirigencial. En este caso la reducción de una deuda.
La denuncia realizada por Federico Chiapetta, Subsecretario de Deportes de la Provincia, llevó a que la Federación, saliera a despegarse del tema, cuando todos esperábamos que repudiaran el hecho y acompañaran en la investigación.
El básquet ha quedado golpeado y será muy difícil que pueda reponerse. Los dirigentes antes eran hombres que llegaban a las instituciones para hacerlas crecer y darles parte de su tiempo. Por eso, quizás, no se eternizaban ni necesitaban dar favores a cambios de votos.
Hoy, todo ha cambiado. Hay otros deportes que tienen los mismos problemas o muchos más. Con “caciques” que se eternizan en el poder y que terminan perjudicando a la actividad.
Para muchos, esto es parte del “apasionamiento del deporte”, de las llamadas “pasiones de las multitudes”, del denominado acto de confranternidad entre los pueblos”, y no se cuantos otros calificativos parecidos, todos ajenos a a aquellas realidades que mucho más que con la pasión y la confraternidad tiene que ver con la el hombre y sus apetitos de insaciable consumidor de costumbres caníbales que despiertan las explotaciones de cualquier cosa que ofrezca renta.
Ha llegado la hora de sincerarnos. El deporte como tal tiene otra misión que no es la de incentivar la trampa o la de crear una casta de dirigentes que encuentran en el esfuerzo de los demás, la fórmula para hacer negocios.
