La penalización impositiva para un vehículo 0km fabricado en el país hoy es prácticamente del 55%. Eso significa que cada 100 pesos que paga un comprador, el Estado se lleva 55 pesos a través de sus reparticiones nacionales, provinciales y municipales.
Según un trabajo elaborado de manera conjunta entre la Asociación de Fabricantes de Automotores (ADEFA) y la Asociación de Fábricas de Componentes (AFAC), con base 2015, el 54,81% de impuestos que les cobra la Argentina a sus cero kilómetro de producción local es la penalización más alta entre los 38 países en todo el mundo que tienen industria automotriz: casi duplica los impuestos que cobra Brasil a sus habitantes y es el triple que en los países más gravosos de la Unión Europea.
El impuesto con mayor incidencia en el precio de un 0km es el IVA (21%) y el segundo impuesto con más peso es Ingresos Brutos (9,13%), que es cobrado por las provincias. Le siguen nada menos que 7 impuestos hasta alcanzar 54,81%.
En cambio, si un vehículo es importado desde Brasil, paga mucho menos: según el trabajo de ADEFA y AFAC, los importados brasileños pagan sólo los impuestos correspondientes a la etapa de comercialización, que es un 13% sobre el precio final.
Los que son importados desde extrazona, en cambio, deben abonar un 35% adicional en aranceles, de modo que la carga impositiva sube al 48%. Aun así, siguen pagando menos que los vehículos nacionales.
Un dato clave, sobre todo a las puertas del segundo semestre: el 54,81 por ciento de impuestos a los vehículos nacionales no incluye Impuestos Internos. Según los valores vigentes desde el 1° de enero, si el precio al público de un auto excede los 510.000 pesos, pasa a pagar un 10% de Impuestos Internos.
En ese caso, la carga trepa al 63%. En esa situación ya hay tres modelos nacionales: la Mercedes-Benz Vito para pasajeros, la versión más cara de la Honda HRV y la Toyota Hilux SW4. Y todo indica que en los próximos meses varios vehículos locales también cruzarán esa barrera.
Desde ADEFA sostienen que es muy poco lo que pueden pedir al Gobierno, hoy, para cambiar este esquema. “Hay que esperar a que se haga una reforma impositiva general”, admiten sus directivos.
Pero igual algo tienen para pedir: el traslado de algunos impuestos desde la fase de producción hacia la de comercialización.
Según sus números, las distintas fases de la producción (insumos, autopartes e industria terminal) le cargan al vehículo nacional un 41% de impuestos.
“Si se pudiera trasladar parte de esa carga a la comercialización, sería más pareja la competencia entre los vehículos nacionales y los importados”, argumentan.