Explota la "Catedral del fútbol mendocino". Locura total.
Retumba fuerte desde las cuatro tribunas: "Llegar a jugar en primera es lo que más quiero…" Y motivos sobran para ilusionarse.
Este equipo de Independiente Rivadavia está lejos de brillar en materia futbolística, pero juego tras juego, está encontrando su identidad y por esta razón está en los puestos de vanguardia.
Acumula una racha de 5 partidos invictos, con tres empates y dos triunfos.
Lo positivo: contra Gimnasia de Jujuy hizo pesar su localía. Lo atropelló y por momentos lo ganó de "guapo", características necesarias que tiene que tener un equipo para hacer historia. Y si había algo que se le podía reprochar a este equipo cuando jugaba de local, era que siempre lo lastimaban en el primer tiempo. Contra el Lobo jujeño fue todo lo contrario.
El arranque del equipo de Gabriel Gómez fue magistral. Furioso. Con personalidad. Y así a los 120 segundos del partido, Federico Castro, rompió la sequía y tras 10 fechas, convirtió su primer gol oficial con la camiseta del Azul.
Gol no, perdón. Golazo tras una gran jugada individual, desparramando rivales. Minutos mas tarde, nació un contragolpe para el equipo del Norte. El único error defensivo del partido, Independiente retrocedió mal, pelota entre líneas de los centrales, rebote y Virreyra definió por arriba de Aracena.
Un golpe a la inyección anímica de la Lepra que tardó en recuperarse futbolísticamente.
Perdió el control del balón y Gimnasia manejó los hilos del partido hasta el entretiempo.
El inicio del segundo tiempo fue una radiografía del primero. El equipo de Gómez volvió a asfixiar a un equipo que quedó totalmente anémico, sin reacción alguna. Mérito para el DT, que colocó a Imperiale por el sector derecho y al pibe Disante por el medio, para que tenga mayor contacto con el balón.
Por esta razón, en sólo 15 minutos marcó dos goles y definió el encuentro. Primero Imperiale, tras una 'corazonada' de Dematei y luego un contragolpe perfecto, donde Negri, definió con clase, cruzado y al rincón.