Opinión
Frente contra la Victoria
El futuro de la relación Milei-Villarruel parece ya sellado en la misma línea histórica de triste distanciamiento que el de casi todos sus antecesores. Otro rasgo de similitud con la casta.
El futuro de la relación Milei-Villarruel parece ya sellado en la misma línea histórica de triste distanciamiento que el de casi todos sus antecesores. Otro rasgo de similitud con la casta.
El Pro local no se referencia en la vicegobernadora (como debería ser por el lugar que ocupa). Pero tampoco en el vencedor en la interna, ahora presidente partidario, el senador Gabriel Pradines.
Bajo el influjo del asesor Santiago Caputo, los radicalizados vienen ganando la pulseada bajo el paraguas de la venia presidencial, aislando a Victoria Villarruel y forzando a macristas, pero también a radicales a fijar posicionamientos que no dejan de producir heridos.
Los disconformes con Norma Llaster pudieron expresar en votación secreta lo que en público no podrían sostener ya que eso implicaría objetar a una profesional poco cuestionable.
Más allá de sus logros, Milei parece no advertir en su insensible autosuficiencia, la colaboración de un sector importante de la desarticulada oposición, entre la que se cuenta el gobernador mendocino Alfredo Cornejo.
Si bien desde el Ejecutivo se mostraron optimistas para salir de la discusión de “suma cero”, es decir que si unos ganan eso indica que otros pierden, lo cierto es que la dificultad en el debate sobre la coparticipación con los municipios, radica en encontrar la fórmula capaz de satisfacer necesidades y realidades diversas, pero también, expectativas de proyecciones personales.
Al margen de los tabúes, las negaciones y las actitudes vergonzantes, la Provincia -después de mucho tiempo- hizo oficial la necesidad de convertirse en un actor preponderante en la industria minera global.
La impronta del Cornejo batallador no se ha perdido, pero -al menos en algunos asuntos- mide sus impulsos en pos de la gobernabilidad. De aquí en adelante busca sintetizar comprensión con firmeza.
En un punto coinciden tanto Cristina como Milei: se han elegido como mutuos enemigos con la idea de reflotar la polarización, una grieta recargada, cuya estrategia es la de forzar posicionamientos rígidos y definitivos en una u otra dirección. Diluir el centro para solidificar los extremos. Y en el medio, nada.
Ese aspecto de inasible que Milei y su gobierno exhiben tal vez sea el mayor desafío de un dirigente como Cornejo, que es justamente su contracara: un “insider” de un partido tradicional como el radicalismo, que en medio de su propia y agitada reconstrucción, intenta salvar la ropa de los distritos que maneja.
No fue menor el respaldo obtenido días atrás de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (ACOVI) que se desmarcó de un sector habitualmente receloso y dio un tímido, pero significativo respaldo a la minería.
El mensaje de Emir Felix al ser elegido como nuevo presidente del PJ mendocino, se centró en la crítica a Cornejo y la apertura de puertas para todos aquellos peronistas desencantados, más que a producir una profunda autocrítica del pasado reciente.
La aceleración tecnológica obligó a nuevas formas de comunicar que desorientan también sobre dos preguntas básicas de esta industria: ¿por qué y para qué hacemos periodismo?
Si no se reforma sustancialmente, el peronismo -tanto a nivel nacional como provincial- repetirá argumentos, protagonistas y visiones en un eterno bucle a lo largo del tiempo, un loop que de insistente también puede volverse inocuo.
De ahora en más la decisión de Petri supone -en primer lugar- un abierto desafío al poder ordenador que desde hace una década viene imponiendo Cornejo en el radicalismo y sus aliados. Un dato no menor que también anticipa un inexpugnable fin de ciclo, o al menos el de una centralidad con fecha de vencimiento el 10 de diciembre de 2027 cuando termina su mandato.
Esa comunidad universitaria activada que se manifestó en todas las ciudades permanecerá en guardia como sucedió durante el menemismo con la Ley de Educación Superior ante lo que fue la amenaza del arancelamiento, luego desactivada por aquel impulso en las calles.
El ex mandatario de la Argentina estuvo como invitado en “La noche de Mirtha Legrand” y la cocinera del ciclo lo mandó al frente.