Cultura
Jorge Newbery: el intrépido piloto
“¡Cuánto mejor es morir por algo que morir por nada!” es el aforismo que podría definir su fallecimiento, en un accidente en nuestra provincia.
“¡Cuánto mejor es morir por algo que morir por nada!” es el aforismo que podría definir su fallecimiento, en un accidente en nuestra provincia.
“Es duro subir la cuesta. Y es duro bajarla” parece ser el aforismo indicado para retratar la trayectoria de este dúo, que marcó la radio argentina.
Patentó su descubrimiento en 1847, probablemente sin saber que sería el puntapié de una revolución en las comunicaciones.
Al Capone murió a los 48 años, sin dinero, enfermo y sin deseos de vivir, tras haber mandado a matar (dicen) más de 500 personas.
Traemos este sábado la figura del astrónomo italiano que cambió nuestra forma de ver el cosmos.
En opinión, el siglo XX nos dio dos mitos en la dirección cinematográfica: un sueco, Ingmar Bergman y un italiano, Federico Fellini.
Lo apodaron “El Triste”, quizá por esa melancolía que él hacia surgir con sólo revelar las cosas de la vida.
Decía que su placer no era ganar, sino humillar al adversario. “Si fuera asesino, me gustaría matar lentamente para que mi víctima sufriera”.
Este hombre es recordado por su acto de heroísmo ante el naufragio del vapor América, en 1871.
El músico hamburgués fue uno de los más notables compositores románticos. La fama lo acompañó en vida.
El compositor fue el autor de “El sueño de Alma”, estrenada en el teatro Colón en 1914.
Un aforismo para este hombre que se retiró a tiempo: “Un minuto antes puede ser infinitamente mejor que un minuto después”.
Fue uno de los más brillantes físicos del siglo XX, y su descubrimiento sirvió para el desarrollo de un arma letal.
El japonés se enamoró del tango en París y lo llevó a su país natal.
No era el prototipo del artista. Hombre de familia, trabajó en una compañía de seguros y compuso la música de grandes tangos.
Quizás su apellido no sea del todo valorado, pero él contribuyó a vencer una enfermedad que aterró a la Humanidad: la difteria.
Vito Dumas, el navegante argentino, quedó en la historia por dar la vuelta al mundo sin acompañantes y en una pequeña embarcación a vela de aproximadamente nueve metros de largo. Corría el año 1942, en plena guerra mundial, y ya que no podía hermanar a los hombres sumidos en la contienda bélica, intentaría hermanar a los mares.
Elogiable era la opinión de Monteagudo de que las mujeres debían tomar parte en la lucha por la independencia. Pensemos que transcurrían las primeras décadas del siglo XIX.
Dialogaba entonces con San Martín. “General, participo de corazón en su ejército, en la sagrada misión de liberar pueblos hermanos de la opresión, pero le pido, me exima de la posibilidad de quitar la vida a otros hombres”. San Martín comprendió su fina sensibilidad y le cambió su rol.
Fue este gran dramaturgo una gloria del teatro universal que entendió que el hombre más simple puede, no sólo comprender lo aparentemente difícil, sino también enseñar algo al hombre más sabio.
Juan Bialet Massé nación en Cataluña en 1846. Allí se recibió de médico a los 22 años. Cinco años después llegó a la Argentina. Se radicó en Mendoza. Lo designaron Profesor de Anatomía en el Colegio Nacional y luego Vicerrector. Tiempo después se recibiría también de abogado e ingeniero.
Hubo aquí un inventor, que aunque nacido en Hungría en 1899 patentó en nuestro país más de 300 ideas, entre las cuales están el lavarropas y la caja de cambios automática. También creó la clásica boquilla para los fumadores, que disminuía la cantidad de nicotina que se ingería atenuándose con ello el efecto tóxico del cigarrillo. Ese talentoso creador llamado Ladislao José Biro, creó en nuestro país el bolígrafo, popularizado con el nombre de Birome.
El mismo día que falleció su madre, Lito Bayardo, con los ojos todavía empañados por las lágrimas, se puso a escribir estas estrofas que todos entonamos alguna vez: “Cuando salí del pago Le dije adiós con la mano Y se quedó Mama Vieja Muy triste en la puerta del rancho... Mama Vieja Yo le canto desde aquí Esta zamba que una vez...le prometí”