crisis
Todavía la crisis desgobierna la crisis
Sergio Massa no tuvo en ese proceso otro mérito que su identidad reconocida: un oportunismo perseverante, audaz y sin principios.
Sergio Massa no tuvo en ese proceso otro mérito que su identidad reconocida: un oportunismo perseverante, audaz y sin principios.
Una fatal moneda de dos caras. Una es la hiperinflación. La otra una conmoción social. La política le teme a ambas porque serían la confirmación de su fracaso sistémico.
La salida del exministro de Economía operó como un foco potente y terminó de iluminar para el gran público el tamaño del desbarajuste oficial. Además quedó en claro que la conducción política del Gobierno quedó definitivamente en las manos de Cristina Kirchner.
La vicepresidenta terminó de desequilibrar en su favor el balance de poder interno del oficialismo. Ya no hay ninguna simetría posible en la disputa con el Presidente. La acumulación del lado de Cristina es tan abrumadora que Alberto Fernández quedó en una situación de extrema fragilidad.
La renuncia de Guzmán abre un escenario de mayor incertidumbre. El peronismo resignó otra vez ante Cristina el liderazgo de las ideas. Una coalición que no gobierna y profundiza la crisis.
Cristina quiere menos piquetes, pero más planes. Y reasignar el peaje. De los piqueteros gerentes de la pobreza, a los caciques siempre vigentes del peronismo feudal.
Cristina Kirchner se diferencia de su propio gobierno con un discurso económico que pretende explicar la inflación diciendo que sus consecuencias son en realidad sus causas.
La dupla integrada por Alberto y Cristina Fernández reinstaló una creencia constitutiva del sentido común en la política argentina: sólo el peronismo puede y sabe gobernar al país. Sin embargo, esa columna central en la catedral simbólica de la política se derrumba esta vez sin atenuantes.
Sobran motivos para pensar que tanto Cristina como Alberto defienden un capitalismo de favores, aunque para amigos diferentes.
El kirchnerismo es “ese asfixiante coro soviético que le mató al peronismo hasta la picardía”, dice Touzon.
Son dos velocidades diferentes: mientras Alberto todavía no entiende el triunfo de 2019, Cristina se prepara para la derrota de 2023.
En el acto que le organizó la UOCRA a Alberto Fernández para manifestarle su apoyo, lo dejaron solo la mayoría de los gobernadores e intendentes justicialistas y (más grave aún) también algunos ministros de su gabinete.
En Alemania el presidente aprovechó para pelearse en público con su vice y lanzarse a la reelección.
Cristina está sembrando un campo minado en el núcleo restante de la legitimidad presidencial.
La dificultad para encontrar el centro ideológico, instrumental y discursivo es la que desconcierta a las fuerzas que pretenden mantener a distancia la turbulencia emergente a la derecha, y al mismo tiempo denunciar la fuga impostada de Cristina hacia la izquierda.
Esta vez la épica cristinista contra la Corte Suprema viene tornasolada con el pánico oficialista por la tobillera electrónica.
El itinerario de Cristina es el de una protagonista periférica del siglo breve que se ilusionó con el socialismo real y concluyó con su fracaso.
La Cámpora le está propinando al Presidente las mismas humillaciones que padeció el ex presidente Héctor Cámpora por parte de Juan Perón.
Cristina Kirchner empeñó su liderazgo en una movida de daño interno. Si imagen positiva sólo sobrevive en una minoría. Fuera de esa ciudadela intensa no despega del fracaso de aquello que inventó: Alberto Fernández.
La contradicción central de Cristina es que no quiere asumir el costo del acuerdo, pero tampoco asumir el costo del default.
Con respecto al arreglo con el FMI, Cristina opuso una resistencia especulativa sólo cuando tuvo certeza de su mero efecto testimonial.
Juntos por el Cambio consiguió todos sus objetivos: sostener la gobernabilidad que el oficialismo puso en duda, votar en unidad y consolidar su imagen de conducción alternativa para 2023.
El acuerdo de cogobierno económico con el FMI dejó al descubierto que Cristina nunca tuvo una opción viable más allá de su oratoria de asamblea estudiantil.