Vendimia 2022
Una Vendimia toda provincial y nada nacional
La participación del gobierno nacional pasó prácticamente desapercibida y en esta edición hubo poco o nada política, excepto ciertas viejas peleas locales que parecen estar aflojando.
La participación del gobierno nacional pasó prácticamente desapercibida y en esta edición hubo poco o nada política, excepto ciertas viejas peleas locales que parecen estar aflojando.
No hay modo de pasar por alto de ella. Para los mendocinos, es la fiesta que mejor expresa nuestra identidad. Para los turistas, un espectáculo único. Incluido el de su reina, pues sin ella no sería igual la celebración.
En el libro de entradas del Congreso, Alberto Fernández estampó su firma adosándole la palabra “Sinceramente”. Y, por si fuera poco, el discurso ante la Asamblea Legislativa no fue nada más que eso: una plegaria a Cristina para que no lo siga castigando
Putin, Trump y Bolsonaro expresan una concepción del mundo opuesta al liberalismo democrático. En tanto, Alberto y Cristina coquetean con el líder ruso.
El lawfare y la corrupción no justiciable son mecanismos con los cuales se intenta quitarle a la corrupción política su carácter de delito.
Alberto Fernández es ese raro personaje de diván que le pide a EE.UU. que lo ayude con el FMI mientras le pide a Rusia que lo ayude contra EE.UU.
La reina Cristina y el principito Máximo boicotean todo acuerdo que el presidente Alberto intenta hacer, para que la sumisión de él a ellos sea total.
Cristina hoy se imagina como la refundadora del kirchnerismo. Algo así como si ella cumpliera el papel de Néstor y Alberto el de Duhalde.
Cansada la oposición de cometer tanta tonterías, decidieron descansar un poco y en su reemplazo retornan los clásicos delirios kirchneristas de siempre. Actualizados.
Las alternativas políticas surgen más en reacción a lo negativo de quienes nos están gobernando que a lo positivo que podría traer algo nuevo o renovado. En este contexto ha surgido Javier Milei, un Tinelli de la política que acapara broncas y frustraciones de la sociedad.
Dicen que la realidad suele inspirarse en la ficción. Lo cual se verifica en la operación Inodoro Pereyra que Cristina Fernández ha puesto en marcha.
El año termina con una suma de incompetencias entre oficialismo y oposición, que ha hecho retornar viejos resabios contra la política en general, por parte de una sociedad que otra vez se siente defraudada por los unos y por los otros.
Virus ideológicos, abanderados de privilegio, querer que el FMI nos pague en vez de pagarle nosotros, traslados de Capital. Un país al borde del delirio.
Mientras Alberto todavía no se dio cuenta que perdió, Cristina ya tiene armado otro capítulo de su relato para seguir echándole al presidente la culpa de todo.
Martín “matoncito” Soria y Martín “Narciso” Lousteau expresan, uno retando a la Corte y otro dividiendo radicales, lo poco que se entendió el significado del voto.
Dos damas muy poderosas le están pidiendo a Alberto Fernández que se anime de una vez por todas: Kristalina Georgieva, la titular del FMI, le pide que más que pagar al organismo se anime a definir un plan integral de gobierno. Y Cristina Kirchner, la vicepresidenta, le pide que se anime a gobernar. Y Alberto quisiera animarse a ambas cosas, pero...
Más grave que unos jueces cooptados por la corrupción, es que la izquierda K suponga que hay una corrupción mala -la de los otros- y una buena -la de ellos.
La del FMI es vuestra pelea, no la mía, le dijo Cristina ayer a la clase política entera. De Alberto porque cree haber ganado y de los opositores porque de verdad ganaron.
Con la derrota victoriosa que acaban de inventar los peronistas segundones, si Freud viviera se haría un picnic.
Si Alberto cree en serio como dijo ayer, que hay que festejar “la victoria”, entonces sólo nos queda encomendarnos al Altísimo.
El gobierno cree haber perdido las PASO por culpa de los cordobeses antiargentinos, los chaqueños pecadores y los opositores antipatria. Hoy van por la revancha.
Antiimperialista para la tribuna nac & pop y cholulo de los jefes del imperio en el G20, Alberto no encuentra su lugar en el mundo... Hasta que lo encontró.
El exceso de ideologismo hace que los sectores kirchneristas más duros vean la realidad con una óptica opuesta al sentido común de la población, incluso la peronista.