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Piel y huesos
Algunos refranes nos hacen reflexionar una vez más: “A otro perro con ese hueso”; La lengua, aunque no tiene huesos, los quiebra”; La envidia es carcoma de los huesos”.
Algunos refranes nos hacen reflexionar una vez más: “A otro perro con ese hueso”; La lengua, aunque no tiene huesos, los quiebra”; La envidia es carcoma de los huesos”.
En la familia léxica encontramos “friolera”, sustantivo que, coloquialmente, sirve para aludir a la gran cantidad de una cosa, especialmente de dinero: “Facturaron la friolera de dos millones de pesos”.
A las ráfagas se las denomina “golpes de viento”, son intensas y de corta duración; a las ojeadas rápidas para percibir qué panorama ofrece un hecho se las llama “golpes de vista”; a las acciones violentas e inesperadas, como robos o atracos, se las conoce como “golpes de mano”.
Hoy ya se ha dejado de usar la expresión “¿cuál es su gracia?”, que era la forma de preguntar el nombre de pila de una persona. Las nuevas generaciones ya no entienden el significado de esa pregunta.
¿A qué le llamamos corrección? La gran mayoría la asocia a la escritura y su ortografía y, con desprecio, la considera “cosa escolar”. Algunos amplían este concepto e incorporan lo normativo y piensan que esa tarea no le corresponde al autor, cuya labor solamente debe reducirse a lo creativo. Otros la relacionan con el diseño y, entonces, asocian la corrección a lo estético.
Y cuando alguien “la tira de algo”, ¿qué se quiere significar? Es una expresión equivalente a decir “dárselas de algo”: “Siempre se tira de millonario”.
Cuando por miedo o frío vemos que nuestra piel se pone como la de un ave desplumada, llamamos a ese estado “carne o piel de gallina”.
La locución “pagar alguien los platos rotos” significa que una persona es castigada injustamente por un hecho que no ha cometido o del que no es la única responsable.
El verbo añejar está referido al vino o a las comestibles cuando toman el valor de “alterarse con el transcurso del tiempo, ya mejorándose, ya deteriorándose”.
Metafóricamente, este verbo puede referirse a un peligro que amenaza con manifestarse de modo inminente sobre una persona o sobre una cosa: “La catástrofe de este pandemia aún se cierne sobre nosotros”.
EL vocablo volcán, metafóricamente, se le aplica a la persona muy impetuosa o ardorosa: “No confíe en él, porque si bien es aparentemente tranquilo, de golpe entra en erupción como un volcán”.
Esta confusión vocálica entre la “a” y la “e” la hallamos en dos voces muy usadas en Mendoza: “comisaría”, que se confunde con *comisería y “angarilla” que es confundida por *engarilla.
Encontramos ejemplos en dos palabras, como en “Viene siempre de mal humor”, y en una sola, como en “Su malhumor es habitual”. Como la forma más usada es la que toma dos términos, el plural es “malos humores”.
Otra locución es “saber perder” o “tener buen perder”, expresiones que se usan para señalar que debe mostrarse ecuánime el que ha tenido alguna pérdida en el juego o en algún trance aleatorio. En cambio “tener mal perder” indica, en las mismas circunstancias, que la persona se siente molesta.
“Corrupto” funciona como adjetivo, con el significado de que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar”.
Cuando un metal se confunde con otro, se usa el verbo “alear”. Mientras que “aleación” se define como “producto homogéneo obtenido por fusión”.
El verbo “guitarrear”, también registrado en diccionarios de lunfardo con el valor de “charlatanear, improvisar sin conocimiento, opinar de cosas o temas que no se dominan”.
También en lenguaje figurado, pero hablando coloquialmente, se dice “hacer bajar la cola a alguien”, significa que se le humilla su soberbia por medio de un reproche o de un castigo.
Entre las frases formadas con “ratón”, hallamos “ratón de biblioteca” para aludir al erudito que con asiduidad escudriña muchos libros. Y “hacerse los ratones” es la locución que se usa para indicar las fantasías eróticas con alguien.
En Chile, cuando alguien adula a otro pues hace o dice algo que presuntamente lo halaga, se afirma que “hace la pata”.
“Se pasó de castaño oscuro”: aquí se ha querido indicar que se ha ido más allá de un punto determinado y que se han excedido los límites.
Si me siento infeliz y me autocompadezco, puedo expresarlo a través de la locución interjectiva “¡pobre de mí!”, pero si le digo a alguien “¡pobre de vós!”, lo habré proferido en tono de amenaza.
Cuando una persona arregla una cosa estropeando otra, se dice que “desnuda a un santo para vestir a otro”. Lo mismo expresa la locución “quitar de un santo para poner en otro”.