Adrián Carabajal, el enólogo mendocino que entrena a otros para hacer “vinos para la gente” en Canadá

Trabaja para tres bodegas y puede hacer el vino que le pidan a partir de mosto, lo que asegura que es otro concepto en enología. La veta musical y la añoranza de su tierra: “El cielo mendocino que es el más celeste del mundo”.

Adrián Carabajal, el enólogo mendocino que entrena a otros para hacer “vinos para la gente” en Canadá
Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.

Hacer un buen vino. Es una de las cosas que mejor puede representar a un mendocino en el mundo y el enólogo Adrián Carabajal (50), llevó su “arte” hasta Canadá. Desde allí además, le da el gusto a los usuarios de tan preciada bebida ya que elabora vinos a pedido de los usuarios. Adrián puede hacer el vino que le pidan, con las características de aquel que se elija, de cualquier lugar.

Este mendocino de raíces godoycruceñas, departamento en el que se crió, vive actualmente en Ontario, donde trabaja para tres empresas dedicadas al rubro.

Ciento Wines es la bodega que lo llevó hasta aquel país del Norte, una empresa de dueños italianos. Contó que allí hace una enología totalmente diferente de la que hacía en Mendoza, una enología de climas fríos.

También trabaja para una empresa de los mismos capitales, de mostos, que es Vin Bon. La estrategia es tener diversas microbodegas (que también funcionan como tiendas), que actualmente son 22, donde se hacen vinos a pedido.

Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.
Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.

Desde 2012 se sumó a otra bodega de Ontario, de capitales portugueses: Macedo Winery, quienes le pidieron hacer la producción de vinos y cortes internacionales. Y en 2019 esa misma empresa abrió otra bodega, Downtown Winery. “Son dos bodegas pequeñas, pero tengo tres trabajos”, aclara.

“Acá lo que pasa es que ya nos soy enólogo normal, hoy estoy haciendo cortes de mostos, vos generalmente haces cortes de vinos terminados, yo hago los cortes de acuerdo a las características de los mostos que compramos a nivel internacional y formuló una línea de cortes que se llama Signature Blends y llevan mi firma”.

Se dedica a microvinificaciones, de las que explica: “Cada tienda es una microbodega, con el concepto de Brew on premise, que es hacer vinos para la gente, traés mosto de todas partes, la gente lo compra y cada tienda tiene personas idóneas que preparan el vino a pedido”.

Y continua: “Pedís 20 litros de malbec, o haceme un syrah de Argentina, por ejemplo, cuando están listos te avisan, y por ley tiene que embotellarlo el cliente”.

Es el wine master: “Soy la persona que entrena a los enólogos de cada una de las microbodegas y soy quien formula todos esos cortes”.

Asegura que trabaja “una bocha”, como para ponerle una medida. Actualmente unas 12 horas diarias.

La adolescencia

Ante la consulta asegura que nunca pensó llegar allí. “Siempre fui un buscavidas”, se describe.

Se crió en el barrio Fuchs, en Godoy Cruz. De aquel entonces le vienen a su memoria los recuerdos de la adolescencia cuando, más que por amor a la música por necesidad, según cuenta, terminó siendo parte de una banda de rock: Elton Kash.

“Soy tímido, en el barrio los facheros salían con chicas lindas y nosotros no podíamos hacer nada entonces mis amigos dijeron: ¿por qué no hacemos una banda?. Eso fue a los 14 años”, rememoró.

Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.
Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.

Por aquel entonces la propuesta era bastante rudimentaria y no le atrajo demasiado por lo cual no se sumó. Los chicos armaron una banda con lo que pudieron. Pasaron los años y un día pasó por la casa de uno de ellos, los escuchó tocar una canción de Los enanitos verdes y le pareció una maravilla. Fue entonces que se tranformó en la voz.

“El primer toque con la banda fue en una estudiantina en 1991, antes del receso de invierno, en el LAE”, comenta. Se trata del Liceo Agrícola y Enológico, el colegio de la UNCuyo donde hizo la secundaria.

Hace un tiempo, unos mendocinos que viven en Canadá supieron que había estado en aquella banda y lo invitaron a formar parte de una. Así que ahora sigue “despuntando el vicio” cada tanto por aquellas tierras.

El hada madrina

Su vida no fue tan fácil por cuestiones familiares lo que demoró un poco la obtención del título secundario. Empezó a trabajar en un quiosco.

“Un día vino una señora y me dijo: vos no sos para trabajar en un quiosco ¿qué haces? Ah! Sos enólogo. Tenemos una bodega en Lunlunta. Así empecé a trabajar de noche, hasta las 4 de la mañana, y hacía las dos cosas”, recuerda.

Era la bodega Cavas de don Arturo y reconoció a la señora, Gloria Naranjo, como quien le despertó esa veta.

De allí pasó a Peñaflor, en bodegas Santa Ana, donde era enólogo principiante.

“Luego empiezo la carrera pero no la terminé porque en 2005, iba a pasar a 4to año de la Licenciatura en Enología y recibí el llamado de un chico que conocía que me dijo que había gente de Canadá buscando enólogos en Sudamérica”, menciona sobre el comienzo de esa nueva etapa en su vida.

Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.
Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.

“Yo le dije que estaba trabajando para bodega Santa Ana, que estaba bien, pero me insistió tanto que deje un curriculum que encima era viejo y me llamaron: tuve una entrevista un sábado a las 10 de la noche”, cuenta.

Pasaron 5 meses hasta que lo llamaron los canadienses. Su currículum había sido elegido entre los que se presentaron de Brasil, Uruguay, Chile y Argentina.

“Viajaba por temporadas desde 2005, yo venía de familia humilde y cuando venía tenía un hotel y me daban auto, en 2007 ya nos establecimos con la familia”, mencionó sobre el rotundo cambio.

Con Valeria Aguirre, su pareja, estaban juntos desde 1997. La había conocido en la radio Elevediez de Mendoza, cuando tomó el trabajo que le ofreció un amigo que tenía un programa, para atender el teléfono. “Y me enamoré de la de la chica que trabajaba con él”, apunta Adrián. Ahora tienen dos hijas: Vicky y Sofi, de 20 y 18 años.

“Me encanta lo que hago, yo quería ser médico pero me encontré con esto”, resume.

Añoranza

Es entonces que la charla lo lleva a un recuerdo: “Hay una foto mía del dia de las Américas, de cuando tenía 5 años, y tenía una bandera de Canadá en la mano, siempre me lo imaginaba como un lugar gris, lo veía por las películas, y resulta que sí, hay días de invierno de mucho frío, pero los veranos son muy calurosos”, describe.

“Ahora estamos juntando el dinero para la universidad de las chicas, acá son todas aranceladas, 22.000 dólares al año sale una carrera, más el alquiler de una casa, que son 1000 dólares al mes, más la comida”, sacó cuentas.

La más grande está estudiando Ciencias Biomédicas y la otra para ser Enfermera Profesional.

Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.
Adrián Carabajal, enólogo mendocino que está en Ontario, Canadá.

De todas formas, asegura: “Yo a Mendoza no la cambio por nada, viví acá casi el mismo tiempo que allá, acá pudimos hacer quizás lo que uno pretende allá, pudimos comprar una casa, que aún estamos pagando, hacer lo que soñamos, criar las chicas”, enumera el enólogo. Acepta que hay otras cosas que no tenía en Argentina como la estabilidad, la costumbre de una puntualidad meticulosa y reconoce que aquella cultura lo volvió más estructurado.

Pero sí extraña y piensa volver en algún momento. “Lo que más extraño, aparte de la familia, porque está toda allá, es el cielo mendocino, que es el más celeste del mundo, te lo digo y me emociono, el cielo de Mendoza es el más lindo, lo tenés cerca, debe ser por la montaña, por la refracción y también la Enología de Mendoza, porque mi sueño es volver a la provincia cuando sea mas grande y poder crear vinos allá y sacarlos al mundo”.

Como suele suceder con los que se va, destacó otros valores que añoran: “Ustedes tienen cosas que nosotros no tenemos, los valores, la amistad, se juntan y no tenés que estar pidiendo turno para juntarte, acá te dicen si te pueden ir a visitar dentro de 4 semanas, allá organizás en al Aristides, estás hasta las 2 de la mañana y al otro día te levantás a las 7 para trabajar, extraño la espontaneidad que tienen para las relaciones”, subrayó.

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