Las autoridades mexicanas empezaron ayer a entregar uniformes azules y rifles de asalto a milicianos del conflictivo estado de Michoacán (oeste), con el fin de legalizar este movimiento formado el año pasado para combatir el narcotráfico.
Campesinos formados en filas en un rancho ganadero esperaban recibir el uniforme de la nueva Policía Estatal Fuerza Rural de Tepalcatepec, uno de los primeros pueblos en los que surgieron las llamadas autodefensas del agrícola estado de Michoacán.
Estas unidades hicieron también su debut en el vecino pueblo de Buenavista, el cual se rebeló en febrero de 2013 contra el culto a los Caballeros Templarios, una organización criminal que era protegida por la desaparecida policía local.
“No vamos andar de ilegales”, dijo después de ponerse su uniforme Estanislao Beltrán, un hombre de larga barba blanca apodado “Papá Pitufo” y portavoz de las autodefensas. Con esto “somos parte del gobierno”, añadió.
Unos 100 nuevos policías rurales cantaron el himno nacional en una ceremonia de toma de juramento en la plaza del pueblo.
Ahora “tienen la responsabilidad de defender a sus hermanos, a sus familias, a sus vecinos y todo aquel que puede ser agraviado por la delincuencia común y organizada”, dijo por su parte Alfredo Castillo, comisionado Especial para la Seguridad en Michoacán.
El gobierno federal, que ha tolerado a los milicianos, ha advertido que será detenida cualquier persona que porte armas ilegalmente después del plazo fijado para ayer.
Después de que las autoridades detuvieron o abatieron a tres de las cuatro principales cabezas de los Caballeros Templarios, los milicianos firmaron el mes pasado un acuerdo para registrar y guardar sus armas o unirse a la fuerza rural.
Orgulloso momento
Aunque las milicias llegan a este momento en medio de divisiones entre sus líderes, más de 3.300 de un estimado de 20.000 autodefensas, han solicitado unirse a la policía rural, dijeron autoridades.
Pese a que ayer venció el plazo para unirse a la fuerza rural, Castillo dijo que tendrán unos días más para incorporarse ante una inesperada demanda.
“Para mí es un orgullo portar este uniforme”, dije Arturo Barragan, un transportista de 35 años que fue un autodefensa y ahora es policía rural. “Estamos en una lucha que al fin de cuenta vamos a darle un principio y un fin”, indicó.
El crecimiento que se registró del movimiento que formaron las autodefensas, extendido a una treintena de pueblos, despertó temores sobre su posible transformación en una peligrosa fuerza militar.
La violencia en Michoacán se convirtió en uno de los principales desafíos de seguridad del Presidente Enrique Peña Nieto, quien desplegó a miles de tropas en esa región para restaurar el orden el año pasado y designó a Castillo como su enviado de seguridad especial este año.
Movimiento dividido
Esta desmovilización ocurre en medio de una profunda división del movimiento armado de autodefensas, con uno de sus fundadores preso y otro destituido, así como con constantes acusaciones entre los milicianos sobre presuntos vínculos con el crimen organizado.
Además, las autoridades han hallado numerosos casos de narcotraficantes infiltrando a las milicias civiles.
El pasado viernes, 135 “seudoautodefensas” fueron arrestados por la policía en La Mira, una localidad cercana al puerto de Lázaro Cárdenas (Pacífico), tras protagonizar un enfrentamiento armado con militares, informó una fuente oficial.
El jueves, el Consejo de Autodefensas destituyó como portavoz a uno de sus fundadores, José Manuel Mireles, argumentando que afectó la credibilidad del movimiento y que estuvo involucrado en el homicidio de cinco civiles, un caso por el cual las autoridades ya abrieron varias líneas de investigación.
Mireles, un médico de espeso bigote y sombrero texano, no pudo ser contactado por las agencias internacionales.
Hipólito Mora, otro de los fundadores emblemáticos del movimiento, fue arrestado y acusado de participar en el asesinato de dos autodefensas. Él rechaza los cargos.
Esta semana, Mireles reconoció en una radio que su movimiento se encuentra dividido e infiltrado por criminales.
Las autodefensas y el gobierno aún siguen a la caza del último alto líder de los Caballeros Templarios, Servando Gómez alias “La Tuta”.