Más auto, más cemento, más contaminación

Numerosos estudios indican que la contaminación en el radio céntrico de nuestra provincia crece de manera exponencial. Un problema que exige de las autoridades la adopción de medidas para paliar las dificultades que genera. La gente debe respirar aire pur

Más auto, más cemento, más contaminación

La combinación es peligrosa y preocupante: mientras están desapareciendo los árboles en la ciudad, como consecuencia del avance del cemento, se incrementa la cantidad de vehículos que transitan y que se convierten en difusores de gases contaminantes. En ese esquema, disminuye la calidad del aire que respiramos y la situación afecta tanto al radio céntrico como a los sectores adyacentes, incluyendo en ellos al parque General San Martín, que durante años se convirtió en el pulmón verde más importante de la provincia.

En el momento de diagramarse la nueva ciudad de Mendoza, luego del terremoto de 1861, se tuvieron en cuenta varios aspectos, entre los que se destacaban la decisión de contar con una gran plaza central de cuatro manzanas (la actual Independencia) y otras menores en lugares equidistantes, de modo tal que la gente pudiese concurrir hacia allí en casos de nuevos sismos.
Con el correr del tiempo, esas plazas se convirtieron en lugares de paseo y de pequeños pulmones, que se sumaban a los que se encontraban en el centro de cada manzana, cuando la ciudad era chata, sin grandes edificios. Paralelamente, se había instalado en la gente una verdadera cultura del arbolado público, esencial en una zona de clima desértico, con altas temperaturas estivales.

Sin embargo, el cemento le fue quitando espacios a aquellos pequeños pulmones centrales y hasta el arbolado público sufrió las consecuencias del crecimiento exponencial del cemento. Sumado a ello el aumento geométrico de la cantidad de automóviles y del transporte público, que convierten al radio céntrico en un caos durante las horas pico.
 
De nada sirvieron algunas medidas adoptadas por las autoridades municipales, como aquella de trasladar dos cuadras -hacia el este y hacia el oeste- la circulación de los colectivos para intentar aliviar sectores colapsados en lo que a contaminación ambiental se refiere, como lo eran las calles San Juan y 9 de Julio, porque, en los hechos, lo único que se logró fue derivar el problema hacia otras calles.

De acuerdo con los profesionales en la materia, el 70 por ciento de la contaminación aérea en la ciudad está dada por los automotores, mientras que apenas el 30 por ciento tiene que ver con el parque industrial.

En el primero de los casos, en el de los rodados, el mayor inconveniente está relacionado con el parque automotor antiguo, ya que casi el 80 por ciento de los autos que circulan no cuentan con catalizadores, asegurando los especialistas que si todos los autos los tuvieran, el problema se reduciría en un 90 por ciento. Demás estaría decir lo que sucede con el transporte de colectivos, en los que no hace falta ningún aparato especial para comprobar la contaminación, ya que la misma se observa a simple vista.

Si bien la ciudad de Mendoza no se encuentra en las mismas condiciones geográficas que Santiago de Chile, convertida en una de las ciudades más contaminadas del mundo, como consecuencia de los vientos en determinadas épocas del año, no es menos cierto que lo que sucede en nuestro caso es por demás preocupante y exige otro tipo de medidas por parte de las autoridades.

En una primera etapa podría establecerse una campaña de recuperación del arbolado público y de ampliación de los espacios verdes, acompañados por un control más estricto de los vehículos que generan mayor contaminación. A partir de allí, y de acuerdo con los resultados, profundizar las decisiones a los efectos de que quienes vivan en la ciudad y aquellos que concurren a diario puedan respirar un aire más limpio y más puro.

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