Resultó más que oportuna la gestión que desarrolló el gobernador de la Provincia, junto a su ministro de Economía en la Capital Federal, destinada a impulsar que se modifique una resolución que prohibía la publicidad del vino en la vía pública.
El término referido a la oportunidad no surge de la casualidad sino de que ingresamos en una época del año en que se incrementa la cantidad de gente que sale a comer a restaurantes; porque significa un freno para algunos lobistas que, aprovechando esa resolución, intentaban aplicar algún tipo de medida impositiva para favorecer así a las bebidas sustitutas y también para demostrar que la provincia no se quedará de brazos cruzados cuando aparezca alguna iniciativa que pueda llegar a afectar la economía provincial.
Debemos partir de la base de que la medida que se había adoptado en la Capital Federal no sólo carecía de raciocinio, sino que era absolutamente injusta. Sucede que los legisladores porteños necesitaban demostrar una reacción, ante la opinión pública, como consecuencia de la muerte de varias personas durante una de las denominadas fiestas electrónicas que se desarrollaron en esa jurisdicción.
Pero ocurre que las personas que murieron no lo hicieron como consecuencia de haber bebido vino sino por consumir y utilizar otro tipo de elementos absolutamente perjudiciales para la salud. En la "redada" general cayó nuestra principal bebida y, aunque no lo parezca, resultó afectada indirectamente lo que generó una caída en el consumo, tal cual lo han advertido los distintos actores de la industria.
Al emitir la resolución, los legisladores porteños no advirtieron -por desconocimiento, por falta de información o por algún otro motivo- que el vino había sido calificado como "la bebida nacional" por parte del Congreso de la Nación; que está considerado como un alimento, más que una bebida alcohólica; que un consumo moderado es beneficioso para la salud, tal cual lo han señalado profesionales expertos en medicina y hasta que es la "más sana e higiénica de las bebidas", como lo advirtió en su momento Luis Pasteur.
Al conocerse la resolución hubo advertencias inmediatas de parte de la industria y hasta promesas de un posible veto por parte del Ejecutivo de la CABA, pero esto finalmente no sucedió, lo que derivó que algunos empresarios decidieran buscar el camino de la Justicia.
Sin embargo, ante la lentitud de los tiempos judiciales es que el Gobierno de la Provincia decidió actuar en consecuencia. Alfredo Cornejo, acompañado por su ministro de Economía, Infraestructura y Energía, Martín Kerchner, se reunió en la Capital Federal con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta y el ministro de Agricultura de la Nación, Ricardo Buryaile, oportunidad en que acordaron la condiciones que deberá respetar el vino para poder hacer campaña en la vía pública porteña.
De acuerdo con lo señalado por el mandatario provincial, en la oportunidad se convino (valga el término) establecer una acción común a seguir que incluye avanzar sobre la reglamentación de la prohibición y una resolución específica que aclara qué significa el vino como bebida nacional.
Esta decisión no sólo permitirá levantar la prohibición específica sino que puede llegar a ser considerada a futuro en caso de que se intente impulsar algún otro tipo de medida que pueda llegar a afectar a nuestra principal bebida.