Aumentó la brecha entre los más ricos y los más pobres en Mendoza - Por Gastón Bustelo

En mendoza el coeficiente que muestra la desigualdad en una sociedad, en 2018 llegó al 0,42, el más alto de los últimos 10 años.

Aumentó la brecha entre los más ricos y los más pobres en Mendoza - Por Gastón Bustelo
Aumentó la brecha entre los más ricos y los más pobres en Mendoza - Por Gastón Bustelo

Juan es un hombre que en el 2009 tenía 45 años, esposa, dos hijos y un empleo eventual en una bodega mendocina. Buen tipo, mejor padre y gran compañero de trabajo. Por esa época, él y sus colegas tenían ingresos por unos $ 237 y quedaban en el decil más bajo de la escala, más concretamente en el grupo del 10% integrado por personas que reciben los menores. Cuando iba a buscar su cheque a la administración de la bodega, a veces se cruzaba con Mateo, un abogado de 48 años que realizaba algunos trabajos para la misma empresa, pero que lograba juntar ingresos por $ 5.033 y así ubicarse en el decil más alto y formar parte del prestigioso 10% que más ingresos recibían en la misma escala. De esa forma, la diferencia entre los ingresos de Mateo contra los de Juan y sus compañeros era de 21,2 veces.

Pasaron 10 años, Juan hoy tiene 55, sigue casado y sus hijos buscan trabajo porque en casa necesitan más dinero. El logra juntar unos $ 2.249 en la bodega y se mantiene arañando en el grupo del 10% de las personas con menores recursos de la escala.

Mateo tiene 58 años, continúa litigando y mandando cartas documento. Sigue cruzándose a Juan en la bodega y también se mantiene en el grupo del 10% de personas con más altos ingresos al reunir unos $ 53.423, pero ahora la brecha con el salario de Juan se agrandó y es de 23,7 veces.

La comparación entre lo que recibe Juan y Mateo nos sirve para reflejar como se va incrementando la brecha entre los ingresos, en favor de los que más ganan, generando mayor desigualdad social.

En el segundo semestre del 2014, la diferencia entre el ingreso del 10% más alto de la sociedad mendocina era 18,2 veces mayor al del 10% más bajo. En el mismo período pero del 2016 la diferencia aumentó y pasó a 20,3 y en el segundo semestre del 2018, devaluación, recesión y crisis económica de por medio, la brecha aumentó al 23,7. En el mismo período del 2009 la diferencia era de 21,2.

Siguiendo con los indicadores, el Coeficiente de Gini, que muestra la desigualdad en una sociedad también nos juega en contra. Funciona así, cuando el número del indicador está más cerca del 1 aumenta la desigualdad y cuando roza el 0 mejora la situación y se entiende que se está ante una sociedad más igualitaria.

En Mendoza, en el segundo semestre de 2009 el coeficiente de Gini era del 0,41, en el del 2013 era del 0,40 y en el segundo semestre del 2018 llegó al 0,42; el más alto de los últimos 10 años. ¿Es mucho 0,42? Y...,  las sociedades más justas, como ciertas de Europa Occidental, andan por el 0,3.
Gabriel Kessler, un prestigioso sociólogo que estudia en profundidad desde hace mucho la pobreza y la desigualdad, explica en su libro Controversias sobre la desigualdad, que cuando ésta aumenta, "la salud de la población en general empeora, el desempeño escolar cae, el crimen se acrecienta y las relaciones entre los grupos sociales se vuelven más infrecuentes y conflictivas, por los abismos que se crean entre los grupos con profundas diferencias en sus formas de vida y lugares de residencia".

También señala que en 1974 el coeficiente de Gini para el Gran Buenos Aires era de 0,344, en 2006 fue de 0,487, luego de un pico de más de 0,5 en 2002. En la misma dirección, la participación del 20% más pobre de la población en el ingreso descendió en esos treinta años del 7,1% al 3,7%, mientras que el 20% superior pasó de percibir del 41,8% al 53,2%.

Por otra parte, un informe del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS) indica que el hecho más destacado es la caída del poder de compra del salario (aunque se mejore la diversidad de bienes que se pueden adquirir por los cambios tecnológicos). Desde 1974 hasta el 2015 la caída del salario real fue cercana al 40%.
Todo esto no está ni cerca de mejorar, es que en abril los salarios volvieron a perder frente a la inflación. Subieron 2,2% frente a una suba de precios en ese mes del 3,4%.

Así es como, en el primer cuatrimestre del año, los salarios acumulan un alza del 12,5% versus una inflación del 15,6%, es decir una caída de 2,7 puntos porcentuales del poder adquisitivo. De esta forma, los salarios acumulan una pérdida del poder adquisitivo del 12,6% en un año según el INDEC.

Como vemos el problema no es nuevo, como tantos otros, y forma parte de la deuda social, de la agenda de temas increíblemente olvidados y sin solución.

Más allá de la gravedad que muestran los números, hay margen para que los afectados por este problema estén más preocupados. Sucede que estamos transitando un año electoral y ningún candidato, nacional o provincial, habla con estos números en la mano sobre las propuestas para mejorar la situación, ni siquiera para diagnosticar el problema.

La política y varias instituciones que deberían estudiar los problemas de ingreso y su distribución, y hasta acercar soluciones, no lo tienen en foco. Una facultad de la UNCuyo dejó de realizar informes sobre estos temas y otra ni siquiera se ocupa de intentar elaborarlos. La crisis económica debería servir para debatir fuertemente las políticas para abordarlos. Mientras tanto, mientras unos no asumen su responsabilidad política, ni otros se preocupan por acercar sus estudios a los problemas de la gente, la brecha se agranda.

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