El precio de los cigarrillos en Argentina sufrió en los últimos días un incremento importante como consecuencia de un aumento de la carga impositiva. Se han escuchado algunas voces reprobatorias y las quejas de los fabricantes por lo que consideran perjudican sus intereses. Sin embargo, es una buena noticia para la salud pública.
En mayo de 2003, la 56ª Asamblea Mundial de la Salud adoptó el “Convenio Marco de la OMS para el Control de Tabaco” (CMTC) como el primer tratado internacional, que entró en vigencia el 27 de febrero de 2005. Este convenio se considera un hito para la promoción de la salud pública, proporcionando nuevas perspectivas jurídicas de cooperación internacional en materia de salud.
Desde mayo de 2003 hasta el 29 de junio de 2004 estuvo abierto a la firma, donde 168, de 174 países participantes suscribieron el Convenio Marco de la OMS. Si bien Argentina firmó el Convenio en 2003, hasta el momento no ha sido ratificado por el Congreso de la Nación, indispensable en los tratados internacionales.
¿Por qué que no se ratifica? Por la presión de las empresas tabacaleras, presión ante la cual ceden nuestros senadores en detrimento de la salud de la población. El lobby de los intereses económicos pesa para ellos más que el beneficio para la salud de millones de argentinos.
Este programa establece seis medidas eficaces que pueden poner freno a la epidemia de tabaco: vigilar el consumo de tabaco y las políticas de prevención; proteger a la población de la exposición al humo; ofrecer ayuda para poder dejar de consumir tabaco; advertir de los peligros del tabaco; hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio; elevar los impuestos al tabaco.
Según la Encuesta de Factores de Riesgo de 2009, en el grupo de 18 a 24 años, uno de cada 3 jóvenes fuma en Argentina. El consumo de tabaco genera un importante costo económico, con elevados gastos en salud pública en el tratamiento de las enfermedades que causa en la población.
Además afecta a personas en su etapa de mayor productividad e indirectamente a las familias que éstas sustentan. Es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades crónicas pulmonares, cardiovasculares y cáncer. El consumo de tabaco es, por este motivo, un factor de riesgo para seis de las ocho principales causas de muerte en el mundo.
De las acciones propuestas por el acuerdo hay una en particular que es especialmente resistida: el incremento del precio de los cigarrillos. De todas las políticas implementadas para combatir el tabaquismo, una de las que ha demostrado más eficacia es el aumento de precios por incremento de la carga impositiva.
Según un informe del Banco Mundial que considera experiencias de diversos países, el aumento del precio del tabaco, a través de un incremento impositivo, es una medida sumamente eficaz para disminuir la prevalencia de tabaquismo, en el que un incremento de 10% en el precio reduce el consumo en 4% en países de ingresos altos y en 8% en países de ingresos medios y bajos.
El precio de los cigarrillos se constituye en una valla para el ingreso de los jóvenes al hábito de fumar. Para que así sea, es importante que el precio de los más baratos sea elevado y concomitantemente que los paquetes no contengan menos de 20 cigarrillos. El tabaco para liar también incremente su precio y, lógicamente, no se vendan cigarrillos “sueltos”, práctica común en nuestro medio.
A pesar del reciente incremento, los precios de los cigarrillos en Argentina son mucho más bajos que en otros países. Se expone un cuadro con los precios, en moneda argentina, de una conocida marca en diferentes países y se observan amplias diferencias: México, $ 37,40; Argentina, $ 45; Uruguay, $ 48,23; Rumania, $ 50,80; Chile, $ 63,70; Japón, $ 70,00; España, $ 79; EEUU, $ 90,60; Alemania, $ 91,40; Francia, $ 116; Canadá, $ 133; Reino Unido, $ 172 y Noruega, $ 195.
(Elaboración propia en base a datos de múltiples fuentes).
En conclusión, los cigarrillos en Argentina están mucho más baratos de lo recomendable para la salud. Es imprescindible aplicar las políticas acordadas y recomendadas por la Organización Mundial de la Salud y nuestros senadores nacionales deberían impulsar la adhesión al acuerdo y sobreponerse a la presión de las empresas tabacaleras.