El terror nos espera en el celular. No, no es la frase para la publicidad de una película de miedo. Es la introducción a un tema que, cuando ya nos ocupamos de todo lo demás (lo importante), nos molesta o irrita. Se trata de los grupos de conversación de WhatsApp (WA), que emulan los viejos grupos del Messenger en la PC.
Esta aplicación para los smartphones es, sin dudas, una de las que más usuarios acaparan en el mundo. Según trascendió, para los últimos días de diciembre de 2013 eran 400 millones los usuarios a nivel mundial de esta forma de comunicarse a través del teléfono móvil y llegó a ostentar el récord de 54 mil millones de mensajes en un solo día.
Si bien en un principio los servicios ofrecidos por WA eran más o menos similares a los actuales, la posibilidad de charlar en una reunión virtual cambió radicalmente su uso primario. Desde que apareció esa opción, muchos usuarios empezaron a sumarse a esta novedad. Así, es común ver los grupos: “trabajo”, “familia”, “fútbol”, “secundaria” o “gimnasio”, que hacen referencia al tipo de vinculación que nos une con nuestros contactos del celular.
El problema -si se quiere ver de esta manera- fue cuando los grupos comenzaron a multiplicarse descontroladamente. Así han aparecido grupos como: “la reunión de una vez al mes”, “los del café de la tarde”, “mis amigos de la verdulería”, entre otros.
Y, como consecuencia de esto, los mensajes provenientes de distintas personas saturaron la bandeja de entrada de los celulares, cansando a su propietario. “Yo me salí de WhatsApp porque me secaron la mente. Después me lo volví a instalar, pero fuera de todos los grupos hasta de mis amigas posta. Perdía tiempo en estudiar. Es más, cuando lo instalé pocas personas sabían que volví a WA y así molestaban menos”, contó Florencia (24). Marcelo Saske, en tanto, opinó que es accesible tener este servicio ya que le permite ahorrar y que “es mucho mas cómodo ya que todos tienen smartphone hoy en día”.
Cuestión de (des) organización
Macarena (29) aseguró que lo importante es la esencia del grupo, la razón de su creación. “Yo tengo un grupo de trabajo y simplifica para coordinar algunas tareas, info o temas por el estilo. Pero si son muchos, por ahí es caótico leer todas las respuestas o comentarios de todos los que escriben”, puntualizó.
En este sentido, Raúl Grinberg contó que bien utilizado y sin divagar es una buena herramienta para organizar el grupo. De todas maneras advirtió: “Por lo general, no suele pasar y obviamente que al ser un servicio gratuito también es un gran beneficio”.
Laura participa activamente de 15 grupos de WA. Un número bastante alto, siendo que otros consultados admitieron no estar en más de cinco. “Desde que existen los grupos de WA, es más fácil acordar cosas con tus amigos, tu trabajo o familia sin necesidad de recurrir al ‘me dijo tal que...’ yo tengo muchos grupos muy distintos donde se comparten muchas cosas y de manera rápida”, dijo Laura.
Valentina Feuillade (22) comentó que ella no tiene problemas con los mensajes del su grupo, integrado por 50 personas: “A mí me gusta leer los comentarios de mi grupo de amigos de natación. No creo que sean secamente. Lo que pasa es que uno cuando está ocupado y suena y suena... el celu ahí si creo que seria un poco molesto”.
Fuera de la charla
El miembro de un grupo que se fue de viaje, apagó el celular por algún tiempo, o lo mantuvo en silencio sin prestarle atención, habitualmente se habrá encontrado con mensajes de WA pendientes. Muchas veces, y si las conversaciones se prolongaron, los mensajes pueden alcanzar la centena.
Natalia Spano (25) contó que integra grupos -unos 14- que hablan por temporadas y que, de repente, pasa un mes ‘a full’: “A algunos los silencio cuando empiezan a llegar muchos mensajes y no me da para salir del grupo”.
Esta herramienta, presentada por Natalia, es la que se ha hecho opción común entre aquellos que ya no quieren recibir notificaciones, al menos por un tiempo. Así se puede elegir silenciar al grupo por ocho horas, un día o una semana.
Raúl describió una situación común para muchos. “Yo en determinados momentos desconecto el internet del celular sea por que estoy cenando o en reunión y después te llega toda la catarata de mensajes y se va perdiendo todo. No entendés nada después y tenés que volver al principio de la conversación, leer todo de vuelta y ahí recién enganchar con el riesgo de quedar out de la conversación”, dijo.
Laura, por su parte, argumentó que hay sobreinformación que la llega a saturar. Por eso tiene varios grupos en silencio. “Se ha perdido mucho el tema de llamar a la gente y directamente se hace abuso de los grupos y se crean grupos tales como ‘asado de mañana’ o ‘pile del sábado’. Esos están todos silenciados y no les doy mucha bolilla”, aseguró.
Cristina, en tanto, fue contundente con su testimonio. “Participo en cinco grupos, pero dos son de mujeres. De esos, una vez me llegaron 115 mensajes en una hora. Conclusión: me borré de todos”, cerró.
Lo compartido
Cierto es que la posibilidad de compartir imágenes y videos de nuestros amigos, familiares o conocidos, a través del WhatsApp se ha agilizado en gran medida. Natalia cuenta que ella comparte con sus amigas momentos especiales y no tanto, como una salida a la calle Arístides Villanueva.
“Es adictivo a full. No sólo por el hecho de enviar y recibir mensajes, sino que, a eso, se agregan videos o audios y quieras o no uno se engancha con eso”, explicó Valentina.
De todas formas, hay quienes aseguran que se ha vuelto lugar común el intercambio de fotos y videos subidos de fuerte contenido, algunos en tono humorístico y otros triple X. “Tengo un montón de amigos que tienen el celular lleno de cochinadas que se mandan. Es algo general de los hombres, me parece y todos tienen los mismos videos”, confesó Natalia.