Atormentados por amor

"Cuore matto", un texto de María José Alcaya, marca el debut del actor Darío Martínez en la dirección. Una obra con aires retro e italianos que indaga en los vericuetos de la pasión.

Atormentados por amor
Atormentados por amor

En los últimos años, comprobamos su pericia interpretativa en puestas disímiles: “Schultzundbielerundsteger” (la impronunciable y premiada obra del porteño Matías Feldman que, aquí, calibró Ariel Blasco), “Los establos de su majestad” (la Comedia Municipal de 2010, dirigida por Vilma Rúpolo) y “El cazador furtivo” (la opereta rock que Martín Montero montó en octubre pasado).

Es que Darío Martínez es un actor versátil, consistente, avezado. Incluso, a la hora de lanzarse a explorar territorios escénicos que desconoce: la dirección y la dramaturgia colectiva, en este caso. El resultado de esta gesta es “Cuore Matto” (“Corazón loco”), una obra que indaga, con pasión italiana, en los corazones de los integrantes de un club social.

La obra se suma a las carteleras a partir de hoy y resume nueve meses de investigación colectiva (“un hijo”, dirá él), en la que sus “ideas difusas” y bocetos fueron enriquecidos por el trabajo de los demás actores (Guadalupe Rodríguez Catón, Verónica Scerra y Horacio Ferrer) y la pluma de la dramaturga: María José Alcaya, autora de “Al sur de Gironda” -premio Vendimia 2010-.

“Fue un proceso largo, divertido, de exploración y descubrimientos”, detalla Martínez, minutos antes de comenzar el ensayo. Los disparadores de la búsqueda, cuenta, fueron canciones italianas de los ‘60 y ‘70 (“Parole”, “Hace frío ya” o “Un año de amor”) cuyas melodías, dulzonas, románticas, lo sedujeron desde que comenzó a estudiar canto e italiano, en 2009.

El repertorio de Rita Pavone, Adriano Celentano o Gianni Morandi no fue su única fuente de inspiración. Martínez también indagó en la filmografía italiana de varias épocas: “Casamiento a la italiana” (1961), “Divorcio a la italiana” (2011). De uno y otro lenguaje expresivo extrajo la materia prima de su montaje: tintes dramáticos, coreografías, vestuarios estridentes y momentos musicales, en los que el amor y sus vericuetos son los elementos fundantes.

La acción transcurre en “Coure Matto”, un club social que, lejos del glamour romántico e italiano de décadas pasadas, hoy es el cuadrilátero en el cual miden sus pasiones Pietro, el heredero del club (Ferrer); su obsesiva novia Antonia (Rodríguez Catón); Laura, hermana de aquella, (Scerra) y Franco (Martínez). Mientras intentan reflotarlo, claro.

Los sentimientos de los personajes, así, marcan el pulso en esta pista retro. “Buceamos, principalmente, en las pasiones (el amor, los celos, la infidelidad) que movilizan -y que oponen- a los personajes que se encuentran en el club: dos hermanas y dos parejas. En el fondo, la soledad ronda el pensamiento de todos”.

“¿Es complejo ser juez y parte de una puesta?”, le preguntamos. Darío Martínez contesta: “En realidad, no pretendía dirigir. Pero sí plasmar, en una obra, ciertas ideas que me inspiraban las canciones. Como no apareció el director, me hice cargo, tomé las riendas. Pero es muy difícil. No sé lo volvería a hacer (risas)”.

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