El Atlético de Madrid del Cholo Simeone acaba de hacer historia. Más allá de lo que pase en la final de Lisboa de la semana que viene, los Colchoneros vuelven a conseguir el título nacional dieciocho años después. Entonces conquistado como jugador, y ahora también como entrenador, Diego Pablo Simeone quedará escrito en letras de oro para siempre en el club modesto de Madrid. El duelo entre Martino y Simeone se lo llevó el Cholo, el día que el pez pequeño se comió al grande.
El Camp Nou presentaba el aspecto de las grandes ocasiones. Todo un año de trabajo se iban a decidir en solo minutos. Nunca había ocurrido antes en la historia de la Liga española que los dos candidatos al título se lo jugaran en la última fecha. Era la última oportunidad del peor Barça de los últimos años, y la alternativa para los colchoneros en el doble de tiempo.
En los primeros minutos no hubo opciones claras, pero la tensión se notaba en cada jugada.
Neymar seguía atentamente cada jugada, desde el banco, mientras el Cholo gritaba como un poseído y Martino paseaba en la zona técnica meditabundo, sin hablar con nadie.
En el minuto 13 saltó la alarma en el conjunto madrileño. Diego Costa, en una jugada de contraataque, se llevó la mano a su maltrecha pierna izquierda. Cambio obligado para Simeone, y la peor noticia para su equipo. Pero como las desgracias nunca vienen solas, solo cinco minutos después era su mediapunta estrella, Arda Turán, el que se sentaba en el suelo y lo maldecía golpeándolo.
Segundo cambio forzoso en el minuto 20 de juego, y el Cholo negaba con la cabeza sin poder creer lo que estaba sucediendo. El turco Turán también lloraba cuando abandonó el terreno de juego sin esconder su desconsuelo. Como no podía ser de otra manera, el Atlético tenía que prepararse para la épica. Raúl García y Diego entraron como sustitutos y los rojiblancos sabían que tendrían que luchar como nunca para llevarse el título.
Dos opciones casi seguidas del chileno Alexis Sánchez hicieron parecer que el Barça dominaba el encuentro. Y a la tercera que le cayó al chileno, llegó la vencida. Los de Martino se vinieron arriba después del gol y empezaron a tocarla, a crear ocasiones, a marear al Atlético en los mejores minutos tal vez de toda la temporada.
Sólo a balón parado plantearon algo de peligro. Preciosa primera parte con un fútbol eléctrico más que brillante, disputando a muerte cada pelota. Tanta era la tensión que Messi y Busquets fueron amonestados antes de ir al descanso.
En el arranque de la segunda parte, David Villa mandó una pelota al palo y el silencio que se hizo en el del Camp Nou recordó a todos que el empate le daba el título a los madrileños.
Parecía que Simeone había vuelto a motivar a sus jugadores en el descanso como solo él sabe hacerlo.
Llegaron los mejores minutos del Atlético, que con más corazón que talento empezaron a tener ocasiones. A solo tres minutos de la reanudación, córner a favor del Atlético. La pelota cayó al corazón del área y Godín cabeceó al fondo del arco. Empate a uno y las nubes empezaron a cubrir el estadio. El Tata gesticulaba contrariado mientras la Liga volvía a irse hacía Madrid.
Se dice que la suerte va por barrios, y ahora le tocaba sufrir a los catalanes. Era ahora el Atlético el que presionaba fuerte y muy arriba, el que pegaba y parecía que dominaba la situación. Messi empezaba a desaparecer poco a poco.
El partido era todo emoción. Los 450 seguidores atléticos empezaron a escucharse por encima de los 97 mil culés. Nunca hubo mayor tensión sobre el Camp Nou como en esos minutos. Y así llegó el final. Los rojiblancos, ayer de amarillo, dieron rienda suelta a su alegría. Una alegría histórica. Con 400 millones menos de presupuesto que los dos grandes de España, el Atlético lo había logrado. Había podido contra las lesiones, contra las bajas y contra todas las probabilidades. El Cholo se fundió en un abrazo con el Tata justo en el momento en que todo el estadio coreó “Atleti Atleti”, en un bonito gesto sin precedentes.
Atlético es el nuevo campeón, sucede así en el trono a un Barça que se va vacío de vacaciones por primera vez en muchos años. El fútbol vuelve a demostrar por qué es el deporte rey: de vez en cuando, el pequeño sí puede ganarle al grande. Cada cierto tiempo, el pobre sí puede estar a la altura del rico.