Todavía no amanece y ya estamos en camino, atravesando La Payunia (Reserva Provincial). Vamos con el equipo de salud del Área Sanitaria de Malargüe, a Agua Escondida (a 134 km de nuestra base), más precisamente a los parajes de La Salinilla, El Cortaderal y Ranquil del Payén. Allí esperan ansiosos los pacientes al equipo que formamos médico, enfermero y agente sanitario. Vamos a verlos y a recorrer toda la geografía sureña donde se aprecian los paisajes más asombrosos del sur mendocino. Cada tanto un piche apresurado corta el camino o un guanaco con su tropilla interrumpen nuestro avance. Testigos de la creación son patrimonio de nuestra fauna y deben ser protegidos denodadamente.
Kilómetros más adelante se divisa majestuoso e imponente el Payén, volcán inactivo de más de 3.800 msnm, donde habitan a su alrededor, hace más de un centenar de años, familias enteras, muchas con niños pequeños que aprovechan esta cuarentena para estar más tiempo con su familia. Por el otro lado del volcán, (al Oeste) se vislumbra en la noche una cuasi ciudad por las luces del yacimiento Cerro El Fortunoso.
Ya en el puesto del “Los Espinosa”, Alan, de 12 años, me muestra a lo lejos un punto que se va agrandando mientras se aproxima a nosotros. “Es mi abuelo” me dice. Es que don Espinosa, con sus 83 años, sale a caballo a controlar los animales con sus botas de potro, bombacha gaucha y un abrigo, nada más. Este hombre es el fiel testimonio de que nuestras raíces nunca desaparecieron, tal vez algo olvidadas, pero nunca desaparecidas. Colocar las vacunas, entregar la medicación, hacer algunos controles, dar consejos y escuchar por sobre todo sus cuitas, historias y sabiduría, es parte de la medicina en zonas rurales. La charla y la atención nunca faltan, aunque los mates esta vez estuvieron ausentes (por razones sanitarias), tan sólo para cuidar a esta gente que se encuentra lejos del hostigamiento de la pandemia.
Pedro Omar Masman
Médico MP 9060