La leyenda "Aprende a obedecer para poder comandar" ocupa una de las paredes del enorme patio de la Academia Militar de las Agujas Negras (Aman), la principal escuela de las fuerzas armadas terrestres de Brasil donde se formó Jair Bolsonaro, quien mañana asumirá como presidente del país.
Para los cientos de aspirantes a oficiales que pasan cuatro años allí, el mensaje representa la disciplina que regula la vida dentro de la Aman. Para Bolsonaro, quien encabezará un gobierno con una presencia militar inédita desde la restauración de la democracia en 1985, podría representar el sueño de encontrar en los cuarteles a los hombres y los valores que le permitan rescatar a su país de una debacle.
Para quienes votaron por él, los militares se convirtieron en la esperanza para sacar a Brasil de una crisis política, económica y moral. Según dijo Bolsonaro desde su campaña, tratará de refundar a su nación sobre bases asociadas a la tradición marcial: patriotismo y honestidad.
Por ello, en su gobierno los militares tendrán un papel protagónico y tanto miembros como exintegrantes de las fuerzas armadas conducirán seis de los 22 ministerios, además de la vicepresidencia con el general Hamilton Mourao. Asimismo, prometió que cuando alcance la mitad de su mandato, las 26 capitales estatales de Brasil tendrán al menos un colegio militar en funcionamiento. Actualmente 11 tienen un establecimiento en actividad.
La historia de Bolsonaro, un excapitán y paracaidista del Ejército, comenzó a escribirse en Resende, una ciudad de 120 mil habitantes en el estado de Río de Janeiro que se articula en torno a la vida militar y particularmente de la Aman.
“Estoy muy feliz de estar en esta casa que me formó. Le debo casi todo en esta vida al querido ejército brasileño”, dijo Bolsonaro, durante la ceremonia anual de graduación de oficiales de la Aman a principios de diciembre.
La selección de varios militares para integrar su equipo de gobierno está en línea con lo que fue una de sus prioridades en su historial de 27 años como congresista. Un tercio de sus 642 presentaciones refirió a los militares y a la policía. Desde demandas de mejoras salariales hasta el pedido de un homenaje por el comienzo de la dictadura militar 1964-1985.
Instinto de liderazgo
Marcelo Morais de Sousa, un oficial de reserva del Ejército, sintetiza en cuatro los principales valores inculcados en la Academia militar: verdad, probidad, honestidad y lealtad. Todos están presentes en la carta de presentación de Bolsonaro, quien se jacta de no tener ninguna denuncia por corrupción y de haberse puesto al servicio de Brasil.
“Aquí nadie resigna esos valores, forman parte del uniforme que vestimos para siempre”, dice Morais de Sousa, quien compartió entrenamientos militares con Bolsonaro cuando eran alumnos.
“Tenía un instinto de liderazgo muy fuerte. Estaba obsesionado con que las cosas estuvieran bien hechas”, recuerda Morais sobre el presidente electo.
"Esta es una escuela de líderes", dice a su vez Ricardo Costa Neves, comandante general de la Aman.
Con Jair Bolsonaro como exalumno más ilustre, el liderazgo excedió los cuarteles. Pero no es el único egresado célebre. El ministro de Seguridad Institucional, Augusto Heleno; el secretario de Gobierno, Carlos Alberto dos Santos Cruz; el ministro de Transparencia, Wagner dos Campos Rosário y el ministro de Infraestructura, Tarcísio Freitas, también se formaron allí.
“La sociedad reconoce la competencia de nuestra fuerza. Nuestra misión es defender Brasil, ese es esencialmente nuestro trabajo”, asegura Costa Neves.
Reserva de valores
En el ámbito militar, sobrevuela la idea de que en los cuarteles está la reserva de valores que la sociedad brasileña habría perdido en algún momento antes de su llegada a la debacle actual.
Angustiados por la mayor crisis económica de su historia –en sólo dos años, entre 2015 y 2016, la economía se achicó más de 7 puntos del producto interno bruto– y furiosos con su clase política, envuelta mayoritariamente en el escándalo del Lava Jato, los votantes decidieron dar un giro radical.
Varios miembros del gobierno de Bolsonaro han tenido comentarios positivos sobre la última dictadura militar, incluido el propio mandatario electo, quien además defendió la tortura.
Quien será el nuevo vicepresidente, Hamilton Mourao, fue probablemente el más polémico en sus dichos cuando defendió la posibilidad de una intervención militar como mecanismo para resolver la crisis política brasileña, agudizada tras la revelación del Lava Jato.
¿Representan los nombramientos un desafío para la democracia brasileña? "Es muy pequeño el riesgo de que los militares sobrepasen el poder de Bolsonaro y la democracia entre en crisis porque hoy existen en Brasil instituciones capaces de controlar eso", asegura Carlos Fico, historiador de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
A días de que Bolsonaro empiece a escribir su historia como presidente, en la Aman algunos jóvenes muestran su admiración por él. "Soy hijo de un carpintero y de una profesora. Ver que él (Bolsonaro) pasó por aquí significa que yo también puedo aspirar a un lugar mucho más alto porque el Ejército nos da esa oportunidad", dice Gustavo Oliveira, un oficial recién formado de 23 años.
Del cuartel de Resende a Brasilia, sede de la Presidencia, Bolsonaro enfrentará un desafío que tal vez nunca imaginó y sin uniforme pondrá a prueba el mensaje en la pared de la Aman: demostrar que puede comandar la mayor nación de América latina.
Fuertes medidas de seguridad en Brasilia
Brasilia, la capital brasileña, parece prepararse para una guerra, con alambres de púas rodeando los ministerios, misiles antiáereos y miles de policías para custodiar la asunción de Jair Bolsonaro, que mañana se convertirá en el 38° presidente de Brasil.
Será la primera vez en la historia de Brasil que habrá un operativo de seguridad de semejante tamaño, inspirado en el que se montó para los Juegos Olímpicos Río 2016.
Para la investidura de Bolsonaro se movilizarán a unos 3.500 hombres de las tres fuerzas armadas, policía federal y la de Brasilia.
El paisaje contrasta con la expectativa de que la asunción sea una fiesta para la que el gobierno de Michel Temer espera entre 250 mil y 500 mil simpatizantes de "El Mito", como le dicen a Bolsonaro.
La única duda, por temor a otro atentado, es si Bolsonaro desfilará a bordo delRolls Royce descapotable usado en todas las ceremonias de traspaso del mando presidencial.
En el acto, no estarán los opositores Partido de los Trabajadores del ex presidente Luiz Inácio Lula da SIlva y los izquierdistas Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y Partido Comunista do Brasil (PCdoB), que argumentan que Bolsonaro hizo campaña reclamando la "destrucción" de esas fuerzas política.
El calor de la gente se hace sentir en la calle
Centenares de personas se manifestaron ayer en distintos lugares de Brasilia, donde el presidente electo, Jair Bolsonaro, ya prepara su asunción, prevista para mañana.
Bolsonaro llegó el sábado a la capital federal junto con su esposa, Michelle, a quien conoció en sus mandatos de diputado cuando ella era secretaria del Congreso brasileño.
Seguidores de Bolsonaro se agruparon en la Granja del Torto, la residencia de campo de la Presidencia, donde el excapitán del Ejército se prepara para asumir en la tarde del martes 1 de enero el mando del país en lugar de Michel Temer.
Bolsonaro, al llegar al atardecer del sábado desde Río de Janeiro a Brasilia, fue recibido por un grupo de 50 motociclistas de ultraderecha conocidos como "Cruzada 17" que llegaron de todo el país para participar de la asunción.
Hoy, además, frente a la Granja del Torto se congregaron fieles evangelistas de la iglesia Nucleo de Fe, del barrio Bandeitantes, uno de los suburbios más grandes del Distito Federal de Brasilia.
En las redes sociales y mientras las fuerzas de seguridad terminaban de preparar el cerco de seguridad para su asunción, el mandatario electo prometió que, una vez en el poder, revalorizará el trabajo de los servicios de inteligencia de Brasil.
El gobierno calcula que entre 250 mil y 500 mil personas asistirán a las fiestas de la asunción presidencial.