Hay diferentes obras de la ciudad que no pueden lucirse plenamente porque, con motivo de las restricciones que imponen el Covid 19 y el aislamiento de la población, no pueden ser visitados con plena libertad por los vecinos.
Es lo que ocurre, entre otros ejemplos, con el Parque O’Higgins de la Cuarta Sección, que fue modernizado totalmente por la Municipalidad de Capital.
La intervención abarcó aspectos arquitectónicos y tecnológicos, y un valor fundamental fue la completa renovación del histórico teatro Gabriela Mistral.
En segundo término, el paseo fue dotado de un área de patinaje (skatepark) y se tuvo muy en cuenta el respeto por el paisajismo, con la erradicación de ejemplares dañados y la colocación de nuevos árboles. Un sistema de riego integrado con aspersores y riego por goteo; una fuente interactiva; ciclovía a lo largo del predio; canchas de bochas y tejo; mesas de ajedrez; nuevos baños y un espacio dedicado a juegos infantiles con mallas anti golpes. Todo esto integró el plan de trabajos, que incluyó el cierre perimetral en todos los juegos y el teatro nuevo para evitar vandalismo.
El parque O’Higgins ha pasado por muchas remodelaciones que, por lo general, consistían en cambios de pavimento, agregados de bustos escultóricos, eliminación de arbustos y hasta de árboles. También se remodelaron los juegos de niños; se dejaban los tradicionales y se incluían otros que mostraban la época y la moda del uso de un material, pero faltaba la gente disfrutando el sector, y sólo había jóvenes y adultos los sábados y domingos jugando al fútbol.
En esencia había algo que quedaba pendiente: la prestación de un lugar familiar con el eje en la cultura y el uso social permanente. El teatro Gabriela Mistral reunía a las familias, pero el tiempo y el descuido hizo estragos en ese complejo, y su utilización se degradó de tal manera que pasó a ser un lugar de inseguridad y riesgo permanente.
Dejó de ser un parque familiar lleno de árboles para pasar a ser el hábitat natural de personas sin techo y no pocos individuos que lindan con el delito, convirtiendo al espacio en una zona negra de la ciudad, el patio del fondo que nadie quiere mostrar.
Era contradictorio: por un lado, el abandono, el mal uso, la falta de iluminación, árboles secos, desgajados, potreros, pedestales sin esculturas, miedo y desolación. Y, a la vez, era el primer espacio verde de envergadura que recibía al turista, que anunciaba la ciudad bosque, la ciudad de la cultura del árbol, de la limpieza y el cuidado de sus espacios públicos. Seguramente el turista no se daba cuenta porque todavía no conocía la urbe y le impactaba la alineación de árboles de la avenida. Pero eran muy pocos los que se atrevían a recorrerlo, y la inseguridad era un elemento real.
Afortunadamente se realizó esta nueva remodelación. Prácticamente se materializó un parque nuevo, una gran inversión en todos los sentidos, que contempla el uso social con todas las complejidades etarias, en los modernos criterios y gustos del diseño, en las actividades, en el uso familiar, en la contención de los jóvenes y niños. Es cierto que por sectores, a veces, parece poco poblado de árboles, pero aún faltan muchos años, para que alcancen su máxima magnitud, aunque hay que reconocer que todavía persisten ejemplares secos, que no resistieron la plantación.
Cambió el lugar, hay más iluminación, más vida, y cuando la población recupere sus movimientos sin restricciones, los vecinos circularán, los chicos y jóvenes harán deportes, y otros usuarios disfrutarán de espectáculos en el Mistral. Hay sensación y realidad de mayor seguridad, de poder caminar sin miedo o desconfianza del otro, de disfrutar tranquilos de un espacio verde, inclusivo y controlado.
Pero, siempre hay un pero, debemos cuidarlo mucho más. Hay lugares donde parece que el sobreuso o desaciertos de manejo lo pueden deteriorar, e insistir en mejorar rincones que parecen descuidados o que no fueron contemplados en el diseño, a espaldas del teatro.
Debe insistirse en mantener el área de la mejor manera posible porque es la imagen de la entrada norte de la ciudad. Hay que bregar para que ese contorno no se deteriore por la incomprensión de quienes lo usan y abusan del lugar. Sería bueno mayor educación y estimulación para el cuidado del parque. No dejemos que nos lo quiten nuevamente.