“Todavía estoy cursando y todo dura dos años. Pero quiero que me dejen entrar a la cancha porque estoy entrenando”. Por fin, después de tres partidos conduciendo al Tomba, Gabriel Heinze, blanqueó la situación y explicó por qué no puede obtener el carnet que lo habilite hacia el terreno de juego.
El entrerriano aún no se recibe, aunque espera que desde ATFA le den el visto bueno para sentarse en el banco de suplentes.
Claro que esto no invalida los conocimientos que adquirió en este tiempo post retiro como jugador y lo asimilado bajo la tutela de enormes técnicos durante su carrera, puede estar en pleno estudio y con los libros bajo el brazo pero ser un gran entrenador.
Seguramente el momento no es bueno para el Gringo, pensando que trabaja toda la semana en campo y el día de los partidos debe mirar el juego desde un palco.
Tampoco es cómodo el presente para los futbolistas, quienes no tienen a su mayor referencia cuando miran al costado. No es común que el principal conductor tenga una visión más alejada...Y ya son tres los partidos que pasaron en el torneo.
En los compromisos disputados, luego del receso, el equipo tuvo a los ayudantes de campo de Heinze (Toedtli- Vaccari) en cancha, y al adiestrador dando indicaciones por handy o recién en el vestuario, cuando finaliza el primer tiempo y con escasos quince minutos de contacto. Es evidente que no es lo mismo.
Está claro que la situación no es prolija, pero los directivos apostaron a un hombre que todavía debe finalizar el curso obligatorio.
En Godoy Cruz esperan que en estos días aparezca una señal positiva y Heinze se dé el gusto de estar con sus muchachos en La Paternal. ¿Se dará?.
En aprendizaje... Así como el técnico está en medio del cursado para conseguir el carnet, el equipo también se encuentra en una faceta de asimilar los conceptos del DT.
El Tomba ha mostrado aspectos relevantes en el juego, diferentes a los que venía expresando un tiempo atrás, pero aún no termina de adquirir el sello distintivo del Gringo.
Un punto importante es que asume el protagonismo con personalidad y trata de exponer con continuidad el libreto que más seduce en el nuevo cuerpo técnico: presión, agresividad e intensidad para jugar y atacar.
El modelo asoma para enamorar a los hinchas, pero aún le falta trabajo y mucho rodaje para alcanzar el ideal futbolístico.
Esto lo sabe muy bien Heinze, teniendo en cuenta que el equipo no puede mantener la vara alta y pierde juego lúcido.
No hay dudas. En la Bodega hay asignaturas pendientes.