Historia 1. Anda en ojotas, con un morralcito coya y una remera con la cara de Maradona que grita algún gol del '86. Perdido entre la gente, de lejos se nota que no es de acá, le pregunto y me aclara que es alemán; habla bien el castellano y me cuenta que está de paso, que justo hoy llegó a Mendoza y que se encontró con el Carrusel. Dice que ha viajado mucho y que nunca ha visto festejar una bebida de esta manera, "ni siquiera la cerveza", me aclara.
Historia 2. Afuera, en la vereda del tenedor libre, las mesas están llenas de la gente que mira el Carrusel; comen y miran pasar los carros. Adentro las mesas están vacías salvo una, la de Luciano (45), que almuerza una milanesa a caballo. El carrusel pasa afuera, casi a espaldas de Luciano y él lo mira por la televisión que hay en el salón mientras come. Le pregunto y me dice que afuera hay mucho lío y que le gusta almorzar tranquilo.
Escenario 1. Antagonismos; un hombre vende pastelitos, usa guantes y también una pinza para sacarlos de una cesta y entregarlos envueltos en una servilleta. Más allá, hay otro que vende empanadas y apoya la canasta sobre un cesto de basura.
Escenario 2. Cosas difíciles de encontrar al mediodía en un Carrusel: una mesa vacía en un bar; un metro cuadrado sin gente; una bebida fresca (las que están en las heladeras de los quioscos están apenas respuestas).
Comentario 1. "En mi época, decir a las 10 era arrancar a esa hora. Hoy no se respetan muchas cosas y los horarios tampoco", se queja una señora sentada en una reposera, a la espera de que pase el carrusel que viene retrasado.
Historia 3. Juan y Lucas tienen once años y una caja de cartón sobre la vereda. Adentro hay cuatro perritos y me dicen que la madre de los cachorros tuvo siete crías y que aprovechan el carrusel y la gente para regalarlos. "Ya hemos dado tres, parece que las reinas nos traen suerte", se entusiasma Lucas sentado contra una pared.
Comentario 2. "Muchas gracias por esperar al carro de Lavalle. Sé que hace calor y que llevan mucho tiempo acá", dice la reina, en la esquina de Las Heras y Chile, son las tres de la tarde y detrás viene Santa Rosa cerrando el Carrusel.
Escenario 3. Los vendedores ambulantes ofrecen de todo, desde sombreros, gorros y abanicos hasta juguetes. Y hablando de juguetes, en este Carrusel para vestir a una niña de reina, el papá necesitó sacar 130 del bolsillo: 50 pesos para un cetro, 60 más para la capa y otros 20 pesos para la corona.
Comentario 3. "Pasaron todos los carros y no he podido manotear un vino, ni siquiera un racimo de uva o un melón; ha sido un carrusel lindo, pero tuve una pobre cosecha", sonríe un hombre en la esquina de San Martín y Las Heras.
Santa Rosa descompensada
No es fácil para las candidatas estar horas paradas, con vestido largo, corona y muchísimo calor. Para Maribel Urquiza, Reina de Santa Rosa, fue extenuante: se descompensó y tuvo que ser bajada de su carro. Así, su carro pasó por Arístides Villanueva sin reina. La soberana (18) fue asistida de un cuadro producido por el calor, el cansancio y los nervios de la jornada.
Las especulaciones sobre la salud de la chica ardieron en Twitter, aunque al parecer no fue grave y Maribel volvió al carro cuando llegaba a plaza Independencia.