"Encerrada con mi hijo en un baño, en la habitación que esté en medio de la casa, la que tenga menos ventanas o arriba del auto con protectores para los oídos y música", relata Flavia Lombardi que suele pasar las Fiestas con Martín, de 9 años, que tiene autismo.
La pirotecnia con la que algunos se divierten, para ellos puede ser una tortura.
Noche Buena, Año Nuevo: tiempo de celebración, reuniones y brindis. Pero mientras la mayoría lo hace, hay quienes pasan momentos de angustia. Por eso la fuerte campaña de familiares de personas con autismo apelando a la solidaridad y que deje de usarse.
“La opción más triste es tener que medicarlo, darle una acción de rescate, un poco más de medicación alrededor de las 20 para que cene y se duerma a las 21; en esos casos pasas la Navidad sentado desde esa hora al lado de su cama cuidando que no se despierte”.
"Me dan miedo, me asustan mucho", asegura Martín (9) y sigue explicando lo que siente: "me explota la cabeza y los petardos me marean mucho".
Su mamá agregó que ahora se usa menos pirotecnia y eso es positivo pero que hace tiempo empezaban en noviembre y afectaba a los chicos mientras jugaban tranquilos.
Lo que presentan es una crisis sensorial, una saturación auditiva. Detalló que la reacción es individual pero que puede generar una crisis de llanto, taquicardia y estrés. Se produce una suba del nivel de cortisol y eso los desregula orgánicamente.
"Tienden a correr y hay accidentes por golpes, ellos mismos se tropiezan y lastiman, incluso hay chicos que se han perdido. Lo que sienten es dolor, literalmente", comentó.
En algunos casos se autolesionan desesperados, pueden incluso golpear su cabeza contra la pared con la esperanza de terminar con ese ruido y malestar insoportable.
Por otra parte, esa desregulación no es transitoria sino que trae consecuencias de largo plazo: alteración de la conducta y del sueño durante días ya que piensan que va a volver a explotar algo en cualquier momento. También afecta la concentración diaria.
Flavia dijo que las madres y padres se vuelven especialistas en analizar a sus hijos y que en función de eso deciden estrategias ya que todos los años son distintos.
“Uno en diciembre ya la ve venir, ve cómo está su estrés, su tolerancia, vas analizando sus actitud te convertís en una pseudoterapeuta”, destacó.
Otro aspecto para tener en cuenta es que alrededor de 80% de las personas con autismo tienen déficit en procesamiento sensorial, en la mayoría de los casos, auditivo.
Por otra parte han encontrado las mismas reacciones en chicos con otros diagnósticos como TGD o síndrome de Down, según señaló Flavia.
Relató además experiencias de otras familias. Una de las mamás contó que buscaron un lugar alejado pero también hubo estallidos y terminó la familia en una carpa, abrazados para contener a su hijo. Abrazarlos es algo que puede calmarlos pero no todos se dejan tocar.