Ni el frío ni la lluvia pudieron opacar la ya tradicional jornada que sirve para presentar a la prensa la Fiesta Nacional de la Ganadería, esta vez en su edición 35°, que organiza la Cámara de Comercio, Industria y Ganadería de General Alvear.
Este encuentro, que tiene casi los mismos años que la fiesta, fue denominado “Día de campo” y sirve para que la gente de prensa, y ahora también el público en general, pueda observar una apretada síntesis de las actividades que día a día realiza el hombre de campo en el secano ganadero.
Como sucedió en los últimos tres años esta “muestra” se hizo en el campo Ituzaingó de 12 mil hectáreas propiedad de Arturo Anaya ubicado a alrededor de 45 kilómetros al noreste de la ciudad cabecera departamental. Allí se prepararon corrales especiales y sitios para realizar destrezas criollas, el entretenimiento que es común entre la gente de estos lugares.
Médanos y abundante vegetación de desierto (chañares, piquillín, algarrobos, etc.) completaban el marco para lo que fue una verdadera muestra de vida en el campo.
Muy temprano y después de sortear una difícil huella (camino ganadero), acondicionada especialmente para esta oportunidad por gente y maquinaria de la Dirección Provincial de Vialidad, se llegaba a una tranquera que, además de servir de control de ingreso, fue el paso inicial para la visita.
Ahí ya había una ginebra o yerbeado (se prepararon 200 litros) para paliar el intenso frío. Unos metros más adelante y bajo un quincho, también especialmente preparado, humeantes se podían saborear las típicas “sopaipillas” o “tortas fritas” elaboradas con 60 kilos de grasa que se usaron para freír los casi 100 kilos de masa.
Junto a todo esto se levanta un molino de viento y una vivienda prácticamente nueva pero hecha con galerías y ventanas amplias, a la vieja usanza, que daban al sitio un colorido especial.
Más tarde, y muy cerca de esta edificación, fue el turno de los pasteles, también humeantes, que se podían acompañar con exquisitos fiambres y entre ellos el ya clásico jamón y pan caseros.
Ya a partir de las 10.30 y cuando el viento y lluvia se hicieron presentes, la gente, en un total calculado en más de 800 personas, rodearon uno de los corrales para observar de cerca y con mucha sorpresa un tramo de lo que se denomina “doma racional”. Consiste en lograr amansar a un caballo sólo con palabras y gestos. Nada de violencia, como destacaba el domador que hizo gala de su destreza.
Después vinieron las "acrobacias" gauchas a caballo y las pialadas de terneros. Cada paso era explicado por un locutor o alguno de los protagonistas.
Más tarde la gente fue invitada a ingresar a una enorme carpa para guarecerse de la lluvia. Allí, mientras se esperaba el almuerzo y la presencia del humorista "Cacho Garay", actuó el grupo musical "Raíces de la colonia", tres jóvenes que ofrecieron un largo repertorio instrumental con guitarras y bombo.
En medio del espectáculo los chicos de la escuela Agrotécnica de Carmensa ataviados con delantales especialmente diseñados para la ocasión, comenzaron a servir una “cazuela de cordero” acompañada por vinos del departamento.
Tras ello, y mientras se seguía disfrutando de la música y la charla entre conocidos y amigos, en una punta de la carpa se puso a disposición de los comensales 14 perniles de jabalí.
Luego, y tal como estaba previsto, Gustavo Villegas, encargado de la comida, dispuso servir a los asistentes una porción de humita de choclo.
Fue ahí, después de ese manjar, cuando se escucharon las estrofas de la Marcha de San Lorenzo, música que año tras año anuncia la llegada de los costillares a la llama (se asaron 36 en esta oportunidad) que marcaron el broche de oro de las comidas del día.
El final artístico y en medio de aplausos y vivas, Cacho Garay hizo su ingreso al lugar, desplegando un amplio repertorio de relatos y música. La jornada se extendió hasta avanzada la noche.