Así es el fútbol moderno

Así es el fútbol moderno

El fútbol ha cambiado mucho. Es muy diferente al de antes. Se habla mucho en toda Europa sobre esas diferencias. Empiezan a aparecer muchas muestras de rechazo de lo amantes del fútbol de toda la vida contra el fútbol moderno.

Nunca antes se movió tantísimo dinero. Los futbolistas son marcas registradas. Un mensaje en las redes sociales puede cambiarlo todo. Y sobre todas esas cosas, crecen las diferencias. Distancias entre clubes que ponen en peligro la competitividad, y por lo tanto la esencia misma del deporte rey.

El fútbol era grande porque cualquiera puede ganarle a cualquiera. Históricamente fue la oportunidad deportiva de que el pez pequeño se comiera al grande. La venganza del modesto sobre el pudiente; el circo favorito del pueblo llano. Todo eso está llegando a su fin. Hace poco vimos como el PSG pagaba por solo jugador el presupuesto de 10 equipos.

El sueldo anual de un cuarto de millón de personas de clase media. Hoy se presenta en Barcelona Ousmane Dembelé, un chico de 19 años que ha jugado pocos partidos en primera división y por el que se ha pagado 150 millones de euros. Convengamos que esto antes no era así.

¿Qué pueden hacer los equipos pequeños frente a estos números? En el mundo en general y en España en particular, nada. Se está esfumando la esencia de este deporte.

¿Alguien cree que se le puede disputar el campeonato al Barça o al Madrid con ese despilfarro tan exclusivo? Solo se han disputado dos jornadas y ya sabemos quienes pelearan el campeonato. Si no fuera por el Cholo, que logró colarse un año, el fútbol moderno habría llegado para quedarse para siempre en el fútbol español.

Esa modernidad tiene además formas de intrusismo que nunca hubiéramos sospechado desde el viejo fútbol. El Barcelona sigue negociando estos días, en este caso con el Liverpool para fichar a Coutinho, su estrella brasileña. El club inglés le dijo que no, que no está en venta, y de repente se ha entrometido una estrella de la NBA estadounidense.

El mejor jugador de la liga americana, Lebron James, publicó hace dos días en las redes sociales una foto suya con una camiseta del Barça y fumando un habano en actitud desafiante. Prepotente incluso. Hasta ahí, podría ser normal.

Ayer nos enteramos que Lebron es uno de los máximos accionistas de Fenway Sports Group, empresa propietaria del Liverpool. Hoy los clubes ya negocian, y llegarán a un acuerdo millonario por encima incluso que el traspaso de Dembelé.

Una estrella de básquet norteamericana presiona a los accionistas de un club de fútbol británico para que venda un jugador brasileño a un club español más millonario que nunca por un traspaso récord a un club francés financiado con dinero del petróleo qatarí. Y todo eso con un tuit. Así es el fútbol moderno.

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