Sólo hizo ocho películas como director y, aunque sus comienzos fueron rutilantes, sus últimos títulos fueron rotundos fracasos que, recién hoy, la crítica se está atreviendo a revalorizar.
Su segunda película, “El francotirador” (“The Deer Hunter” o “El cazador de venados”, en el original) fue el máximo éxito de 1978 y le valió cinco premios Oscar incluyendo el de mejor película y mejor director, además de impulsar las carreras de Robert De Niro y Meryl Streep, quien obtuvo la primera nominación de su carrera, y otorgarle su primera estatuilla como actor de reparto a Christopher Walken.
La película es un crudo relato sobre la guerra de Vietnam a través de la historia de tres amigos de Pensilvania que son alistados.
En una de las escenas más célebres de la película, los personajes de Robert de Niro y Christopher Walken son hechos prisioneros por los norvietnamitas y obligados a jugar a la ruleta rusa uno contra el otro.
A pesar de la polémica por su retrato de los norvietnamitas y su violencia, los críticos lo consideraron el mejor film estadounidense posterior a “El padrino”, de seis años antes.
Su película anterior, “Un botín de 500 mil dólares” (1974, con Clint Eastwood y Jeff Bridges) había tenido relativo éxito y le permitió a Cimino trabajar con gran libertad en “El francotirador”.
Pero cuando la United Artists le dio carta blanca para su tercera película en 1980, comenzó una caída que fue tan abrupta como su meteórico ascenso.
La película en cuestión, “La puerta del cielo” (“Heaven’s Gate”, en el original), era un proyecto ambicioso con un presupuesto de 12 millones de dólares y tres meses de rodaje, pero Cimino sobrepasó con creces ese presupuesto (gastó más de 44 millones) y se demoró más de un año en el rodaje, lo que le provocó no pocos conflictos con la productora.
Por si no fuera bastante, cuando se estrenó con sus más de tres horas y media de duración, ni el público ni la crítica la acompañaron y apenas permaneció una semana en cartel.
Con un elenco estelar encabezado por Kris Kristofferson, Isabelle Huppert, Christopher Walken, Jeff Bridges, John Hurt, Mickey Rourke, Brad Dourif y Joseph Cotten, entre otros, “La puerta del cielo” es un western ambientado en el Wyoming de fines del siglo XIX sobre dos amigos que terminan enfrentados en una lucha entre campesinos y terratenientes.
El film se convirtió en sinónimo de producción excesiva y descontrolada, ejemplo del poder otorgado a los directores de tendencia artística en el nuevo Hollywood de cineastas como Francis Ford Coppola o Martin Scorsese.
Muchos sostienen que ayudó a poner fin al renacimiento de los 70, impulsado por los directores, para dar lugar a la mentalidad mercantilista de los grandes éxitos comerciales que priva hasta hoy.
Revalorización
En una entrevista a Vanity Fair en 2010, Cimino dijo esperar que algún día su película “La puerta del cielo” fuera reconocida como la obra maestra que él mismo creía que era. Dos años más tarde estrenó una versión integral (con sus 216 minutos originales) y restaurada de esta película “maldita”, que finalmente terminó considerada de culto.
Alberto Barber, director de la Mostra de Venecia donde se presentó el film en 2012, calificó entonces de “obra maestra” esta evocación del combate entre los ricos agricultores de Wyoming y los inmigrantes de Europa Central y la comparó con títulos clásicos como “Lo que el viento se llevó” o “La conquista del Oeste”.
También fue elogiada en el festival de Locarno de ese año.
La caída
Tras el fracaso de “La puerta del cielo”, Cimino tardó cinco años en estrenar una nueva película que fue “El año del dragón” (“Manhattan Sur”, 1985), un retrato de la mafia china en los Estados Unidos que, si bien tuvo éxito de público, fue acusado de racista por la comunidad asiática.
Sus siguientes tres películas fueron todas fracasos comerciales y de crítica: “El siciliano” (1987), sobre la vida de Salvatore Giuliano; “Horas desesperadas” (1990), remake de la película homónima de William Wyler de 1955, y “The Sunchaser” (1996), una “road movie” sobre los indios navajos en las montañas de Colorado que fue su último film.
Excentricidades
Los sucesivos fracasos llevaron a Michael Cimino a convertirse en un excéntrico, incluso para Hollywood. Vivía solo, cambiaba permanentemente su aspecto personal y decía padecer alergias al sol y al alcohol. Incluso llegó a someterse a varias cirugías estéticas que lo volvieron irreconocible.
Eric Weissmann, amigo y ex abogado de Cimino, dijo que desde hacía varios días el cineasta no respondía al teléfono. Finalmente llamaron a la policía, que lo encontró muerto en la cama, dijo, y añadió que no sabía que estuviera enfermo.
También escritor y pintor
Cimino fue también novelista y pintor. En 2001 publicó “Big Jane”, el retrato de una mujer en la América de los años 50. El libro fue publicado en Francia porque no encontró editor en los Estados Unidos.
También es el autor de “Shadow Conversations”, un libro de entrevistas, y “Hundred Ocean”, un autorretrato novelado.
En cuanto a la pintura, obtuvo la licenciatura en la Universidad de Yale y una maestría en la Universidad de New Haven.
En 2001, Francia, donde pasó largas temporadas, le otorgó la medalla del caballero de las Artes y las Letras.
Había nacido el 3 de febrero de 1939.