“No hay dudas. El ascenso del ’94 me quedará guardado en el corazón toda la vida. Fue una emoción enorme haber formado parte de un grupo de personas que logró un gran paso en todo sentido. Convertimos a Godoy Cruz, en el plano futbolístico, en la institución más importante de la provincia. Fue el primer escalón a un proceso que llevó tiempo pero que lo convirtió en lo que es hoy. Creo que fuimos los iniciadores de una etapa que hoy es muy importante, porque nadie imaginaba que Godoy Cruz podía jugar copas internacionales.
Bajo la conducción del “Tachuela” Alberto Garro, el elenco tombino consiguió el ansiado pasaporte al viejo Nacional B.
Pieza clave del conjunto en la mitad de la cancha, Javier tiene fresco en la memoria los dos choques finales contra Guaraní de Antonio Franco.
El primero en casa donde el Expreso venció por la mínima diferencia: “Tenía una distensión en la pierna y me costó mucho jugar el partido. Traté de recuperarme en la semana y no entrené. Fue un partido peleado y podríamos haber sacado una ventaja mayor. Ellos tenían un equipo con jugadores de trayectoria en Primera División. Era complicado teniendo en cuenta que Guaraní había realizado una gran campaña”.
Con el gol del Beto Núñez el Bodeguero viajó a Posadas con la firme misión de dar la vuelta olímpica y después de tanto luchar cumplió el objetivo.
“De la segunda final recuerdo que las condiciones del campo no eran óptimas. Pusimos mucha garra desde el arranque del juego. Fueron 90 minutos de sostener el resultado (terminó cero a cero), porque se hizo difícil jugar. Sabíamos que ellos se vendrían con todo buscando el gol y pensamos en defender el triunfo en Mendoza. No caben dudas que el ascenso tenía que ser para nosotros”.