Aruba: ser feliz no es quimera

La isla otrora holandesa abre el juego a playas color marfil, aguas turquesas y un cóctel de aventuras en mar o desierto. Alojamientos para todos los gustos y noches largas.

Aruba: ser feliz no es quimera
Aruba: ser feliz no es quimera

Cuentan los lugareños más longevos que desde 1959 cuando llegó el Caribbean Hotel & Casino de Aruba, la isla ya no fue la misma. Ése fue el hito que marcó la gran explosión y posicionamiento de este rincón del mundo como un destino turístico. Medio siglo después la pequeña ínsula respira especialmente por el turismo y, en 2014, espera recibir un millón de visitantes. Aquello fue un augurio.

Antes, el petróleo movía la economía y su agitado puerto vivía para contarlo y ver pasar los buques cargados del oro negro. Hoy en cambio recibe a los acuerdistas que a diario descienden para probar las mieles de estas arenas que emulan el talco y las siempre bien recibidas promociones de ser un destino libre de impuestos.

Un ron con la vista perdida en el mar turquesa o tal vez una  Cerveza Balashi -la primera en el mundo hecha con agua de mar desalinizada, porque aquí el líquido elemento recibe ese tratamiento para el consumo- dan la bienvenida a un territorio que sugiere como su slogan, simplemente, ser feliz.

Entre eternos días soleados, un ambiente semiárido, de 28° promedio anual, escasa humedad, situada fuera del área de huracanes -característica no menor para la zona- y la seguridad de que la diversión no se suspende por lluvia, el Caribe muestra su particular rostro al estilo arubiano. Es que en los aproximadamente 180 km2 de su extensión, la topografía y vegetación son inusuales para estas latitudes. Al  noroeste muestra su costa más agreste - a lo largo de la playa Barlovento- azotada por vientos que formaron junto a los turbulentos mares, cuevas subterráneas, puentes naturales y misteriosas formaciones rocosas.

En el interior, da paso a un árido desierto con cactus, arbustos chatos y dunas, nada de selva. Y con otra particularidad: la grata compañía de sus árboles más famosos los watapana o divi-divi. Elegantes, doblados en ángulos de 45º hacia el sudeste -debido a los constantes vientos-, dan la seguridad que cumplirán con la tradición que indica a los turistas que estos ejemplares siempre marcan el camino para llegar a su hotel.

Precisamente, al sudoeste, se encuentra el área hotelera. Entre emblemáticas playas blancas -consideradas entre las más hermosas del mundo- la franja costera de  aproximadamente 11 km concentra alojamientos con diferentes modalidades que van desde el todo incluido, pasando por tiempos compartidos o sistemas de condominios, hasta retiros turísticos más casuales. Allí se encontrará el viajero, con los pies hundidos en arenas marfil y pensará cómo gastar sus días en el paraíso

Arena y sol…

Sin dudas, las alternativas de arena y sol son a priori una invitación para gozar de ellas a gusto y piacere, ya sea realizando deportes acuáticos, una travesía en lancha o catamarán o disfrutando del maravilloso horizonte en compañía de un libro. Vale la pena resaltar que todas las playas de Aruba son públicas y disponen de cómodas reposeras que están a disposición del turista sin que esto ocasione costo alguno. También es bueno destacar que, a diferencia de otros lugares, para bien o mal, no se topará con ningún vendedor, por lo que la tranquilidad está más que asegurada. 

Palm Beach, hogar de glamorosos alojamientos, pintorescos bares playeros, almacenes y casas de deportes acuáticos, cuenta además con aguas mansas ideales para los amantes del snorkel. Eso sí, para adentrarse en las profundidades del mar bien vale la pena acercarse a alguno de sus muelles para embarcarse en un tour que mucho brinda de los secretos bajo la superficie cristalina, y mucho también de disfrute a bordo. Barra libre, almuerzo regional y tres paradas para lanzarse desde cubierta y explorar, entre otras cosas, los vestigios de un barco alemán de carga, hundido en 1940.

La puesta del sol lleva hacia el Faro Blanco que desde 1914 marca el camino a los que arriban. Allí  la Trattoria homónima presta los cócteles de ron y frutas, convida con platos de la lejana Italia mientras el sol se ahoga lentamente en el mar.

Oranjestad, entre Holanda y el Caribe

Oranjestad (en español ciudad naranja,  recordemos que fueron colonia holandesa hasta 1986) acompaña al crecimiento en materia turística. Centros comerciales, boutiques de las marcas más prestigiosas, pequeñas tiendas y deslumbrantes joyerías, se desparraman en la diminuta cuadrícula. Lo antiguo y lo moderno conviven y le da un encanto especial a la capital de Aruba que deja ver el rescate de las construcciones típicas como la célebre "Stadhuis" verde, donde funciona el Ayuntamiento y otras menos afamadas teñidas de tonalidades primarias que dan una especial calidez a las arterias. Betico Croes, es la calle principal, peatonal.

Por allí transita el tranvía de última generación que parte desde la terminal ofreciendo un panorama citadino. El Fuerte Zoutman, la edificación isleña más antigua (1798) construida para proteger a la ciudad de los ataques piratas; la torre Willem III (1868) icónica, ya que funcionó como faro y torre del reloj durante siglos; la histórica casa de la familia Ecury, hoy Museo Arqueológico y la estatua de la reina Wilhelmina de los Países Bajos como la Casa de la Cultura donde funciona el Teatro Nacional, se observan desde el paseo sobre rieles.

El pequeño centro por la noche cobra especial vida en el marco de restaurantes, cafés, clubes nocturnos, bares y casinos. Allí los sabores típicos abundan. La Barracuda servida con salsa criolla,   acompañada con arroz, pan batí (pan de maíz) o funchi (sémola) constituye el plato nacional y claro, recomiendan maridarlo con su cerveza local. Keri Keri (puré de pescado) con curry y “yerb’i hole,” una especie local de  albahaca; “Balchi di pisca” (torta de pescado) y “Keshi Yena,” pescado gratinado con queso holandés, se degustan en restaurantes glam o pueblerinos.

Par el final, la cocada, y un Aruba Ariba el trago que combina ron, vodka, licor de Coecoei (antigua bebida elaborada por los indígenas) y jugo de naranja. Un dato: debe pasar por el Ritz y probar el Cadushi -cactus en papiamento, el idioma nativo-  el cóctel preparado con ron, pulpa de cactus, jugo de lima y gaseosa de limón.

La rumba marca el paso de la noche. Se puede bailar en cualquier lugar y a cualquier hora, desde sitios espectaculares como Señor Frog’s en el Puerto de Ornajestad, con una gran variedad de música que atrae a locales y extranjeros por igual. Para aquellos que quieran fiesta, el Mambo Jambo y Kildare.

Para quienes gusten sentarse y escuchar jazz o música en vivo más relajada, deberán visitar Plaza Café, Chaos, CILO City Lounge, Tropical café o Scandals, que ofrece un estilo caribeño. Mientras, los martes, The Dutch Café Paddock ofrece dos por uno durante su happy hour entre 10 y 11 p.m. ¿Alguien sabe cuándo es martes? Aquí es fácil perder la noción del tiempo. Sólo el horario del transfer hacia el aeropuerto para el vuelo de regreso a casa, marca el límite temporal en la isla que se jacta de ser feliz.

Imperdibles

Parque Nacional Arikok: se trata de una reserva natural que cubre casi una quinta parte de la superficie de la isla. Allí el Maunt Jamanota, punto más alto de  189 m.s.n.m.. Pueden observarse dibujos hechos por indígenas denominados Caquetio de 1.000 años de antigüedad aproximadamente. También pueden verse antiguas viviendas de los primitivos habitantes, de dos alcobas, hechas de barro y pasto.

La Capilla de Alto Vista: conocida como Capilla del Peregrino, construida en 1750 y reconstruida en 1953 fue la primera iglesia católico-romana en la isla.

San Nicolás: donde el sol nace, se encuentra a 19 km. al sudeste de Oranjestad, es la segunda ciudad en importancia. Supo tener su época dorada -desde 1924 hasta 1985 aproximadamente-, cuando desarrollaba sus actividades la empresa petrolera Lago Oil and Transport Company. Allí el Bar de Charlie, que abrió sus puertas en 1941, era el lugar obligado de reunión de los marineros y los trabajadores de la refinería. Hoy es conocido por su decoración con tarjetas de visita, placas y cientos de artículos que cuelgan del techo. También es frecuentado por escritores en busca de su musa inspiradora.

-Excursión en submarino o semi submarino. La idea es  sumergirse a 35 metros en el Atlantis y explorar las misteriosas profundidades o pasear en el Seaworld Explorer, que se mantiene sobre la superficie mientras que el casco está casi dos metros por debajo del nivel del agua. 2 horas, U$S 104 mayores y U$S 59 menores. 

-Paseo a la planta desalinizadora: el agua potable desalinizada para consumo es reconocida en todo el mundo. Para conocer su proceso se puede hacer el recorrido gratuito.

De interés

Aruba: mide 30 km de largo y 9 km en su parte más ancha. Se encuentra a 25 km. al noroeste de Venezuela en el mar Caribe.
Idioma: Papiamento y holandés, aunque gran parte de su población habla además inglés y castellano. 
Moneda: El florín, pero se acepta el dólar estadounidense en todos los comercios. 
Vuelos: Copa Airlines tiene vuelos desde Buenos Aires U$S 1.496, impuestos incluidos y desde Córdoba 
U$S 1.398, con 17 frecuencias semanales a través de Panamá.
Alojamiento: Divi Resort U$S 150 la noche. Paquetes 7 días todo incluido, aéreos y traslados desde U$S 2.000.
Habitación Ritz Carlton Aruba    U$S 600 (www. ritzcarlton.com)

Gastronomía: Menú en The old fisherman (menú típico) U$S 10.
Tragos en la playa U$S 3 y U$S 8. Almuerzo en la playa entre U$S 13 y U$S 23.
Trattoría El Faro Blanco: U$S 50 menú italiano.
Excursión en Catamarán con snorkel, 4 horas, almuerzo y bebidas. (U$S 80) www.depalmtours.com
Tour por la Isla en jeep rústico. Recorre formaciones de roca de Casibari y Ayo, a la antigua mina de oro en Bushiribana, la Capilla de Alto Vista y el Faro California en la parte norte de la isla para contemplar la puesta del sol. (U$S 100) www.depalmtours.com

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