Nuevas formas de probar el vino: tirado o en lata

Nuevas formas de probar el vino: tirado o en lata
Nuevas formas de probar el vino: tirado o en lata

Especialistas explican por qué las nuevas disposiciones del INV respecto al envasado pueden favorecer el encuentro cotidiano.

La reciente decisión del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) que autoriza el fraccionamiento y comercialización de vino en recipientes de acero inoxidable abre la posibilidad de nuevas formas de comercializar esta bebida en tiempos en que los esfuerzos y el ingenio se redoblan para no perder ni un ápice de terreno respecto a sus competidores directos. Esta inciativa apunta a facilitar, por ejemplo, la venta de vino por copa, una posibilidad que hasta el momento, si bien ha sido explorada, aun no se arraiga en nuestro país.

En detalle, la resolución oficial permite que se pueda comercializar en el canal "on trade" (restaurantes, wine bars, cafés) por copas, a través de tanques como los que se suelen utilizar para la cerveza tirada.

"Esto habilita una forma de expendio. Lo que resta por ver es si las bodegas y otros actores, como bares o restaurantes, están dispuestos a encarar esta innovación. En el estudio que hicimos en 2015 sobre 'Perfil de Consumidores de Vinos' advertimos que algunas barreras para el mayor consumo de vinos se relacionan con los calibres de envases y la forma de consumo", asegura Carmen Pérez, coordinadora de comunicación y relaciones institucionales del Fondo Vitivinícola de Mendoza.

En la misma sintonía, el sommelier Martín Mantegini, reconocido por su promoción constante de la cultura del vino, advierte: "Creo que es una alternativa que se suma. No me parece mal; creo que es buena. Pero el punto radica en que, hasta que no se coordinen distintos factores para que tenga utilidad y se incremente el consumo de vino, no va a funcionar. Con esto me refiero a que el servicio se haga masivo, ya sea restaurantes y vinotecas, también que el personal de servicio de estos lugares esté preparado y que haya políticas de ofrecimiento y promoción. Y también ser creíbles, para que el consumidor sepa que el vino que se le está vendiendo es el que realmente se le está ofreciendo".

Por otro lado, la normativa del INV infiere que los tanques de acero inoxidable -hasta una capacidad de 50 litros, al estilo de los que se usan para expender la cerveza tirada- permite mantener al vino bajo una atmósfera inerte, evitando alteraciones y conservando las características físico-químicas y organolépticas del producto original.

Desde el punto de vista de la sommelier y asesora internacional Laura Ortiz, el consumo está instalado de manera descontracturada: "El vino en jarra o lo que era antiguamente el pingüino se está viendo. Esta nueva resolución es una buena alternativa para que el mercado siga creciendo en propuestas. Es ideal para llevar el vino del año, vino joven sin madera. Puede ser una excelente alternativa para fiestas: es económico, accesible y marca tendencia".

Y aunque el organismo nada dice sobre el expendio en envase de aluminio, conocido vulgarmente como latita, ya hay quienes advierten que podría ser una buena salida para apuntalar el consumo. "Cualquier presentación del vino que lo acerque al consumidor es beneficiosa. Me encantaría pasar por el mercadito de mi barrio y comprarme una latita de un vino de baja graduación alcohólica, bien tomable, para llevarlo a la montaña o al parque con mis amigos. Me parece que ni el vino tirado ni las latitas restan en nada, todo lo contrario", explica el enólogo Leonardo Quercetti.

Hace más de una década, una empresa de la Argentina exportó vinos en lata a diferentes mercados bajo la marca Iron Wine, luego discontinuada, y mucho antes existieron otros antecedentes; ya que en la década del '90 el INV había aprobado este tipo de envases.

Según los análisis de consumo realizados por el Fondo Vitivinícola, los clientes aceptarían -”y de hecho es uno de los drivers de consumo que traccionan las bebidas sustitutas”, afirma Carmen Pérez- envases individuales que den respuestas a las situaciones de consumo en solitario o en ocasiones como picnics. Asimismo, Pérez indica que los envases de mayor tamaño, como el bag in box también son aceptados y ayudan a resolver situaciones de consumo cotidiano (es un envase que mantiene las características del producto una vez abierto), o en las que se necesita optimizar la relación rendimiento-calidad. “De manera que esta norma del INV da el marco legal para desarrollar nuevas formas de expendio y poder linkear las necesidades de los consumidores y las respuestas que puede dar el sector vitivinícola”, apunta Pérez.

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