Eva Perón y su silenciada etapa inicial como actriz

El historiador César Maranghello reconstruye la década en que Evita fue actriz en su libro “Eva Duarte, más allá de tanta pena” y aquí cuenta cómo fue esa “detectivesca tarea” que le llevó casi 10 años.

En alrededor de 900 páginas, el libro "Eva Duarte, más allá de tanta pena", recientemente editado por Eudeba y Proteatro, abocó al historiador César Maranghello a la titánica tarea de reconstruir la historia de una mujer en los años previos a convertirse en figura clave de la historia argentina.

El trabajo arranca con la llegada de Eva a Buenos Aires, con apenas 15 años, y su evolución como actriz de radio, cine y teatro hasta octubre de 1945 cuando comenzó otro capítulo, el de "la abanderada de los humildes" junto a Juan Domingo Perón.

Con la suma de numerosas fotografías inéditas de la década que se inicia en 1935, el libro detalla año por año el crecimiento actoral de Eva Duarte, hasta que conoce al entonces ministro de Trabajo y Previsión, a principios de 1944, y abarca también sus momentos culminantes: el 17 de octubre de 1945 y el 4 de junio de 1946, cuando Perón asume finalmente como primer mandatario.

Si bien se asocia la labor actoral de Evita con la radiofonía y el cine por su actuación en "La pródiga", de 1945, iniciada por Mario Soffici y terminada por Ralph Papier, su trayectoria no solamente fue extensa en el éter sino que tuvo un largo recorrido por los escenarios porteños, que la relacionaron con el gran mundo del teatro, y también apostó a su presencia en publicaciones de la época y en fotos como la de la tapa del libro de Annemarie Heinrich.

Maranghello, que además de historiador ejerció la pediatría, fue docente de la UBA y la Enerc, es autor de libros sobre la vida y obra de Arturo Jauretche y otros sobre cine nacional.

Aquí cuenta el desafío que significó escribir este libro acerca de aquella joven y bonita aspirante a actriz que firmó su primer autógrafo a su hermano Juancito, un 24 de marzo pero de 1935, y a la que el autor sintetiza en un emotivo párrafo final "Evita, Eva María Ibarguren, Cholita, Evita Duarte, Negrita, María Eva Duarte de Perón, Eva Perón. Vino al mundo el 7 de mayo de 1919. Y no se fue nunca más". La tarea, dice el autor, no fue nada fácil, e implicó un camino que le ocupó casi una década.

-¿Cómo nació la idea de este libro?

-Cuando terminamos con Andrés Insaurralde el libro "Fanny Navarro o un melodrama argentino" vi que había mucho material referido a Evita que había quedado fuera de aquel trabajo y que podía ser el principio de una nueva investigación. Estuvimos con Marcos Zucker, Juan José Migues, y todos nos derivaban a datos que tenían que ver con ella. Había muchísimo material no explotado.

-¿Con qué esperanza saliste en busca de editor para un libro así?

-Me di cuenta también de que, por el volumen del libro, tampoco iba a ser fácil participar en concursos, por las limitaciones de extensión. Lo llevé a varias editoriales, pero los números no cerraban, y así surgió la idea de Proteatro, porque Evita tuvo muchísimo más teatro que cine, porque su idea de actriz era trabajar en un escenario, más allá de que soñaba con ser como Norma Shearer, una famosa actriz de Hollywood, como después fue Greer Garson.

-Hay un hecho clave con un título de aquella actriz...

-Sí, hay una película de Greer Garson, "De corazón a corazón", de 1941, que Evita vio once veces y que le dio la idea de la Fundación Eva Perón (la película, en la que también trabaja Walter Pidgeon, cuenta la historia de una mujer que ayuda a los niños huérfanos a encontrar un hogar, más allá de la oposición de los "buenos" ciudadanos, desinteresados por los niños pobres o ilegítimos).

-De esa observación del personaje surge qué tan cinematográfica fue la Evita "peronista"...

-Cuando lo pensás notás que la cinefilia de Evita tenía que ver con que ella del cine aprendía cosas. Mucha gente decía que Evita leía poco…  Todo lo contrario: leía lo que había que leer. Estaba muy al día y se lo había enseñado un profesor que tuvo, Alemany Villa, que era un recitador gauchesco que conoció al llegar a Buenos Aires. Eso fue lo que ella hizo en radio durante un tiempo, presentando números y recitando, todo el día, cobrando cien pesos por mes.

-Eso la ayudó para su etapa política en otro tipo de escenarios masivos...

-Seguramente. También seguía mucho lo que le decía Raúl González Tuñón, ella iba y compraba, tanto best sellers norteamericanos y europeos como esas recomendaciones. También poesía, para no repetir los repertorios ajenos. Es una de las primeras que recitó a José Pedroni. Vos ves muchos cruces, como que esa parte de Evita no fue bien tomada, porque los primeros que abordan el tema fueron extranjeros.

Eso me enojaba mucho, porque enseguida pensaban que en esos seis meses en que no hizo nada seguramente se prostituyó, y dale y dale con la prostitución. Como se la definía como trepadora, era la villana, desde la mirada machista. Toda la visión que tenía la alta burguesía nacional de lo que era una trepadora, cuando en esa clase se daban casos memorables.

Aquellos investigadores de la época brumosa posterior a 1955 tenían a muchos personajes vivos para saber la verdad, pero prefirieron quedarse con el personaje oscuro construido por quienes la perseguían.

-Tenías que separar la paja del trigo...

-A sus 90 años, Armando Barbeito fue quien me ayudó mucho a ir completando la idea de lo que había ocurrido en 1942, cuando se alejó de la actividad por unos meses y hasta algunos dijeron que era por un posible embarazo. No es que en los primeros meses de 1943 no hizo nada, sino que estaba a la espera de un nuevo programa radial. Había un hueco muy importante en la historia de Evita antes de ser la esposa de Perón.

-¿Cuál fue el tema más difícil?

-El supuesto embarazo de Evita con Pedro Quartucci, en el año 1940, que generó una serie de intrigas y versiones. Para acercarnos a alguna certeza tuvimos que cruzar mucha información.

-Fueron diez años de trabajo...

-Ya a los tres meses de llegar a Buenos Aires ella trabajó en numerosas radionovelas, porque Agustín Magaldi la conectó con el padre de Eva Franco y le sugirió que fuera a la radio, donde ella fue sola. Todo este entretejido también sirve para entender a Jaime Yankelevich, a Miguel Machinandiarena, y Evita fue muy agradecida con la gente que no le pidió nada a cambio.

-¿Es decir que no era una desconocida para Perón?

-Cuando Evita conoce a Perón no era una del montón sino una actriz con diez años de trayectoria, algo que generalmente se omite para abonar la idea de una trepadora con vida "azarosa". Pero si hablamos de vidas "azarosas" habría que mencionar a Victoria Ocampo, que tuvo el doble de amantes que Evita y todos la definían como una mujer de "libertad espiritual".

-Tu libro termina con el 17 de octubre de 1945...

-En 1945 esa oposición aparece con toda su efervescencia. No era mi intención trabajar en la línea política, porque Eva se transforma en una militante de las más aguerridas y por eso tiene ese nivel de opositores.

En enero de 1946 leí un documento de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, la Ocampo y José Bianco, con el que le piden a la embajada de los Estados Unidos que intervenga en la Argentina para evitar que el país caiga en manos del “nazi fascista” de Perón.

En la revista Cascabel salió una extensa nota en la que, mientras la leías, pensabas que se hablaba de Evita, pero al final te enterabas que era acerca de Eva Braun, la amante de Hitler. Si dicen que ahora hay una grieta, es porque no conocen la de aquellos años, que era mucho peor.

El lado oculto

El pasado de Evita como actriz, una vez que se convirtió en Primera Dama en 1946, fue silenciado escrupulosamente. Por esos años no se veía nada bien que la esposa de un presidente hubiera sido actriz, hecho que se relacionaba directamente con la promiscuidad sexual y la vida fácil.

Sin embargo, esa experiencia actoral colaboró sin dudas en su posterior papel, cuando dejó de ser Eva Duarte para convertirse en Evita. La hipnótica teatralidad de sus discursos en el balcón de la Casa Rosada, delataba el indudable talento de alguien que había aprendido a seducir al público desde los radioteatros, las tablas y la gran pantalla.

El teatro y la radio

Desde sus comienzos teatrales, cuando apenas tenía 16 años e interpretaba a una mucamita que sólo decía "la mesa está servida" en la obra "La señora de Pérez", Evita llegó a hacerse un nombre importante en las tablas porteñas en apenas pocos años.

Ya en 1936 era parte del elenco estable de la compañía de José Franco y Pepita Muñoz, con la que ese mismo año inició una gira por el interior del país que la trajo a Mendoza en agosto, donde estrenaron las obras "Baturros y más baturros", de Malfatti y De las Landeras; "Llovido del cielo", de Goycoechea y Cordone, y "Delirio de grandeza", de José Antonio Saldías.

En 1937 pasó a ser parte de la compañía de Armando Discépolo y luego de la de Pierina Dealessi.

En apenas un año, Evita ya había ensayado todas las posibilidades de la actividad artística de la época: teatro, radioteatro, cine y también publicidad en radio, diarios y revistas.

En 1938 su hermano Juan Duarte, vinculado con la firma Guereño, fábrica de jabones, le consiguió un contrato como locutora para los avisos comerciales de la empresa, a lo que sumó sus trabajos como modelo para una casa de alta costura, una peletería y una peluquería de renombre.

En 1939, con apenas 20 años, Eva ya podía considerarse famosa y su rostro aparecía seguido en Sintonía, Cine Argentino y otras revistas de gran tirada por aquellos años.

Las películas

El cine terminó coronando una popularidad que venía en pleno ascenso, aunque sólo rodó seis películas y las primeras cuatro en papeles muy menores. Son las que siguen.

"¡Segundos afuera!" (1937, de Israel Chas de Cruz y Alberto Etchebehere). Una historia de boxeo interpretada por Pedro Quartucci (que además ser actor boxeaba), Lusi Sandrini y Pepe Arias. Eva hace un breve papel como novia de Quartucci y, como eran amantes en la vida real, surgió el rumor de un embarazo.

"La carga de los valientes" (1940, de Adelqui Millar). Primer papel relativamente importante de Eva Duarte, como dependienta de una pulpería en la Argentina de 1827, de la que se enamora el teniente de un fortín encarnado por Santiago Arrieta.

"El más infeliz del pueblo" (1941, Luis Bayón Herrera). Evita comparte cartel con Luis Sandrini, Armando Bo y Silvia Legrand en esta comedia sobre un hombre obligado a casarse con la hija del caudillo político del pueblo.

"Una novia en apuros" (1942, John Reinhardt). Otra vez con Pedro Quartucci en el elenco, el papel de Evita es el de novia suplente en esta comedia que tiene que ver con la desaparición de un misterioso anillo durante su noche de bodas.

"La cabalgata del circo" (1945, Mario Soffici). Fue la película que, según la leyenda, enemistó a Evita con Libertad Lamarque, que era la protagonista junto a Hugo del Carril y que, supuestamente, habría abofeteado a la entonces novia de Juan Perón por una cuestión de cartel, apurando el posterior exilio mexicano de la también cantante.

En esta historia de dos familias de artistas de un circo criollo a lo largo de los años, el trabajo de Evita le gustó tanto al director que la eligió para protagonizar su siguiente film.

"La pródiga" (1945, Mario Soffici). En los créditos figuró como María Eva Duarte y fue la protagonista absoluta, junto con Alberto Closas, de este drama sobre una mujer muy rica que, al enviudar, decide repartir su fortuna entre los más humildes.

La película se terminó de filmar en octubre de 1945 y el 22 de ese mes Evita se casó con Perón, quien inmediatamente prohibió el estreno y pidió a sus productores que destruyeran todos los negativos.

Felizmente una copia del film fue escondida en Montevideo, lo que permitió que la película se estrenara, aunque recién en agosto de 1984, en las salas porteñas.

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