Un torneo de poda para estudiantes en Tunuyán

Alumnos de las escuelas técnico- agrícolas de la provincia participaron de la tradicional competencia que se realiza desde el 86.

Cuando dieron la 'voz de aura', unos cien alumnos de distintas escuelas de la provincia empezaron a podar el parral, que le había tocado en suerte en el bolillero.

Los docentes -ahora en el papel de estrictos jurados-  observaron desde lejos, para que los “sentimientos no interfieran en sus puntajes”.

El tiempo de lucirse con la tijera duró unos minutos, pero la seriedad y pasión con que los competidores asumieron su tarea demostró que Mendoza tiene vitininicultura para rato. Después llegó el momento de los premios y las compartidas en grupo.

Este particular certamen de 'Poda y Atadura de Vid' nació hace más de 30 años (en 1986) y, desde entonces, siempre reunió a las secundarias con modalidad agrotécnica de la provincia.

Los orgullosos organizadores son los alumnos y profes de la escuela Julia Silva de Cejas de Vista Flores, más conocida como EBTA. El curioso concurso es parte de la identidad escolar, tanto que este año inauguraron frente al establecimiento vistaflorino una escultura al podador, realizada en chapa y donada a la institución por el artista local Miguel Carlos Mancilla.

En la actual edición del concurso, que se llevó a cabo el 7 y 8 de setiembre, el premio mayor quedó en manos de  los anfitriones.

Los representantes de la EBTA resultaron los mejores podadores, de entre los casi cien alumnos de 5to año que se midieron en el parral de la finca Hinojosa, de Vista Flores. “Lo bueno es que todas las escuelas han ganado alguna vez”, aseguró el director, Oscar Carrizo.

La movida comenzó el jueves, con la llegada de las distintas delegaciones a Vista Flores. Ese día los chicos hicieron un reconocimiento por la zona y no faltó el tiempo para comilonas, eternas sobremesas y fogones  compartidos.

Orgullosos de sus raíces y saberes agrícolas; en el día previo los participantes compartieron conocimientos y experiencia en charlas y clases prácticas llevadas a cabo en la finca de INTA Tunuyán, donde habían dejado unas hileras sin podar para que los chicos pudieran aprender distendidos, antes del concurso.

“Somos elegidos por las notas y el puntaje que el docente del área nos va poniendo durante el año. Como quedamos varios, después se hizo una preselección”, contaron Mayra Escobedo y Enzo Cruzatti de 5to 1era de la EBTA.

La rapidez y prolijidad en cortar y atar fue lo que evaluó el jurado, formado por técnicos y docentes de las distintas escuelas. A través, de un bolillero, a los chicos se les asignaron dos cepas para trabajar.

"El jurado evalúa por el número, no saben a quien pertenece. A veces terminan bajando a sus propios alumnos", acotó Segundo Morasutti, jefe de taller en la EBTA, quien señaló que condiciones del concurso son tan bien estudiadas, que fueron requeridas por empresas argentinas y europeas para aplicarlas.

Aunque la EBTA cuenta con una finquita bien instalada a dos cuadras del colegio, eligen hacer el certamen en propiedades privadas porque "aquí el parral está marcado y sabrían cómo hacer una buena poda", explican los docentes.

También, existe la categoría de “podadores libres”, de la que participan agricultores y técnicos de la zona que quieren medir su saber con el los educandos. "Es una fiesta esta fecha para nosotros. También es otra forma de aprender y valorar nuestras costumnres y el trabajo del agro", dice Enzo, quien sueña con ser ingeniero agrónomo.

Como la competencia ya es una tradición entre las escuelas agrotécnicas, todo el mecanismo está muy aceitado y año tras años se suman nuevas escuelas. Hay casi 10 items por evaluar y el que gana tres años consecutivos se lleva la Copa Challenguer.

Pasión por el agro

Es difícil que un estudiante de la modalidad agraria de la EBTA no llegue a amar el campo. Tras un portón de rejas, a dos cuadras de su escuela, aparece la finca escolar, que incluye una bodega con todos los lujos. Carteles con el nombre científico y descripciones de las plantas anticipan de qué variedad enológica es cada viñedo.

“Aquí tenemos Malbec, Cabernet, Tempranillo, Pinot Noir y casi todas las variedades de la zona”, cuenta Jonathan Rojas, docente del taller de Fruticultura. Allí los chicos practican todas las técnicas de cultivo y en verano, los docentes tienen que cumplir guardias para no interrumpir el ciclo de la vida. En pequeña escala y prolijamente cuidados; uno encuentra paños de distintos frutales, de hortalizas y hasta una pequeña granja.

Pero el mayor orgullo de la escuela es su bodeguita artesanal. Produce unos cuatro mil litros de vino al año, tanto de mesa como de reserva. A la vista, se nota bien equipada, pero el profe Morasutti acota que llegará una descobajadora y otros implementos que faltan.

Sus vinos son muy requeridos y se venden en un salón escolar. “Vienen desde San Luis a comprarlos”, dicen los profes.

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