Tamara Kamenszain: “Se puede enseñar a leerse y a leer a otros”

Es una de las poetas y ensayistas argentinas más reconocidas. Ahora, está al frente de la Licenciatura en Artes de la Escritura que este año abre la Universidad Nacional de las Artes.

Estudió filosofía y, desde muy joven, trabajó en periodismo. Luego se dedicó de lleno a la enseñanza de la literatura. Sus ensayos sobre poesía argentina y latinoamericana son material de estudio en universidades argentinas y del exterior. Sus libros de poesía fueron traducidos a diversas lenguas y es considerada una de las voces más singulares que influyeron sobre las nuevas generaciones de poetas.

“Quien ame ir de liana en liana por la jungla de la poesía latinoamericana, amará además colgarse en los claros que abre Kamenszain como crítica”, escribe Gastón Ortiz Bandes.  Y detalla: “Prosa rítmica y precisa como versos, da en el tímpano con la misma vibración de un poema”.

Kamenszain pertenece, junto con Arturo Carrera y Néstor Perlongher, a la generación de poetas de los setenta llamados neobarrocos. Aunque preferían definir el “neobarroso” como su movimiento artístico, así con s, para amalgamar las expresiones experimentales que surgían entonces del barro orillero del Río de La Plata.

“Cerca de la subversiva generación Literal en los '70, del neobarroco furioso en los '80 y '90, Kamenszain llegó al siglo XXI leyendo como nadie las poéticas jóvenes, como lo demostró en La boca del testimonio (2007), con los textos de Washington Cucurto, Martín Gambarotta y Roberta Iannamico, iconos de la generación crisis 2001”, subraya Ortiz.

Ahora, Tamara Kamenszain es la flamante directora de la Licenciatura en Artes de la Escritura que este año abre la Universidad Nacional de las Artes, ex IUNA, en Buenos Aires. Y con ella reflexionamos sobre la pregunta primordial:

- ¿Se puede enseñar a ser un escritor?

- Más que enseñar hablaría de transmitir: se puede transmitir la propia experiencia, por eso es importante que el docente sea a su vez un escritor y se puede también transmitir la pasión por la lectura que es la otra pata sin la cual es imposible escribir. No hay duda que nadie puede enseñar a escribir porque por suerte no hay reglamentos al respecto (y si los hubiera habría que usarlos para desarmarlos, para negarlos). Se puede enseñar a leerse y a leer a otros, ahí se conectarían teoría y práctica.

- ¿En qué consisten las artes de la escritura?

- Es bueno considerar a la escritura como arte, ya que en general para el común de la gente cuando se habla de arte se piensa en las artes visuales, en la música, en la actuación, etc. pero no en el hecho de escribir. La literatura estuvo siempre un poco separada de las otras manifestaciones artísticas tal vez porque se la consideró siempre una práctica más individual, menos transmisible, más misteriosa.

Sin embargo, ya desde que Barthes amplía el término por el de escritura, algo cambia y la literatura entre comillas puede empezar a ser abordada como una práctica que no provienen tanto del cielo de las inspiraciones como de la tierra de las lecturas. Es decir, escribir empieza a verse como algo que viene de proviene de leer y también de leerse (es decir, de reescribir lo que uno escribió)

- ¿Desde qué teoría o teorías de la literatura se enfoca la carrera?

-No creo que la carrera se tenga que enfocar embanderándose en alguna teoría de la escritura, sería un contrasentido, una fábrica de hacer escritores bajo una fórmula patentada. No debe haber eso, por supuesto, pero tampoco debería haber una especie de culto a “lo creativo” como algo espontáneo  y escindido de lo teórico. Creo personalmente que los dualismos no son productivos, y el de teoría versus práctica o viceversa, es uno de ellos. Yo apostaría por un ir y venir que genere puentes entre esas dos alternativas. Ni academicismo ni pura práctica irreflexiva, ahí se puede ir armando un modo de transmitir que permita salirse de los estereotipos.

- ¿Cuál fue tu experiencia en ese aprendizaje?

-En 40 años de dedicarme a la trasmisión de la escritura siempre pensé lo mismo: que no había reglas para escribir (por lo menos externas) y que las reglas se van haciendo al andar según lo que va pidiendo cada texto.

En ese sentido, tampoco hay que basarse en la pura “creatividad”, en el sentido de sumar materiales escritos porque sí y por la pura acumulación y en ese sentido siempre tomé con pinzas los talleres que se basan en puras consignas exteriores que no contemplan el proyecto individual (la única posibilidad de llegar a la instancia “libro”) sino que, por pánico a la página blanca, tratan de imponer temas que taponan y no dejan que aparezca el deseo de cada uno.

Hay que esperar, tener paciencia, no hace falta ser tan creativo, se puede ser también “no creativo” como pide Kenneth Goldsmith y eso no es un callejón sin salida sino todo lo contrario: es una posible apertura a nuevas alternativas de trabajo fecundo.

- ¿Qué esperás que la carrera pueda aportar?

- Me conformaría si la carrera  aportara la posibilidad de abrir cabezas en el sentido de potenciar el cuestionamiento, el no conformarse con un saber empaquetado y saturado, porque ese es el semillero donde se entrena el artista. Pero cuidado, también tiene que quedar claro que ser artista es una actividad más y no una tarea de iluminados.

Además, es deseable que los escritores que surjan de esta carrera no salgan fabricando productos con un mismo molde (para que después digan, ah, este libro es típico de la licenciatura del UNA...) Sería deseable que lo que salga nos sorprende y nos descoloque a los que estamos en la fundación de este proyecto. Abundan los talleres, las clínicas y las maestrías en escritura creativa, principalmente en Estados Unidos y España, pero son pocas en el mundo las licenciaturas enfocadas en la escritura.

Con un programa que apunta a formar narradores, guionistas, dramaturgos y cronistas éste funcionará como un espacio formativo en el nivel universitario de grado que integre los saberes específicos del campo de la narrativa con aquellos provenientes de las otras disciplinas artísticas que se ofrecen en la universidad.

“Este enfoque interdisciplinario permitirá abrir el campo de la escritura a otras prácticas sociales y culturales actuales vinculadas con las industrias culturales y los nuevos soportes de comunicación e información. Y, de este modo, profundizar la relación entre la universidad y el sistema productivo.”

- En cuanto a tu producción, ¿en qué proyecto literario-poético te encontrás ahora?

- Acabo de terminar un libro de ensayos que sale en abril por Eterna Cadencia que se llama Una intimidad inofensiva y el subtítulo es “Los que escriben con lo que hay”. Trato de meterme a entender qué pasa  con las escrituras de la intimidad que se dan hoy, esas que también se definen como “escrituras del yo”, y cómo modifican a la narrativa acercándola más a la poesía y viceversa, porque la poesía también se vuelve ahora más narrativa.

Son intimidades inofensivas porque no pretenden escandalizar sino dar cuenta simplemente de lo que hay. Una instancia que ya no puede ser definida como autobiográfica, esa definición obviamente le queda corta....

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