Siete de cien chicos apaga el ''celu'' en clase

Los entrevistados fueron estudiantes de entre 14 y 19 años. Si bien los especialistas reconocen que se interrumpe el proceso educativo, sugieren incorporarlo al aprendizaje a través de diferentes estrategias. Faltan pautas de uso también entre los adultos

Siete de cien chicos apaga el ''celu'' en clase
Siete de cien chicos apaga el ''celu'' en clase

La mayoría de los adolescentes tiene un celular y lo lleva a la escuela pero, además, suele dejarlo prendido en el aula. Especialistas aseguran que esto dificulta el proceso de aprendizaje, ya que interrumpe el vínculo entre el docente y el alumno.

También, que debe enseñarse a los chicos cuándo usarlo y cuándo no, algo que los adultos rara vez hacen. Además, señalan que el dispositivo se puede utilizar como una herramienta en determinados proyectos.

Un estudio de la consultora Datos Claros sobre la inclusión digital reveló que 94% de los jóvenes tiene celular y apenas 7% lo apaga en la escuela. Los datos surgieron de entrevistas a chicos de entre 14 y 19 años, que asisten a establecimientos educativos de nivel medio del Área Metropolitana de Buenos Aires.

El muestreo arrojó asimismo que sólo la mitad de los que tienen acceso a internet lo utiliza, por el elevado costo, la lentitud en la navegación y la incomodidad de la pantalla chica.

Es que hoy los celulares ya no sólo se usan para hablar o enviar y recibir mensajes sino, también, a través de la conexión a internet, para acceder a páginas web, redes sociales y correo electrónico.

Como señala Graciela Bertancud, del Colegio Edison, cada aplicación tiene un ringtone específico -llamadas, mensajes de texto, mails, notificaciones de Facebook- y los alumnos han entendido que no puede haber ruidos diferentes de 30 aparatos en forma permanente. Por eso, la consigna es que lo deben apagar o silenciar cuando están en clase, ya que no puede interrumpir el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Bertancud señaló que muchos adolescentes y jóvenes tienen un teléfono por razones de seguridad, pero que en la escuela no lo necesitan. De todos modos, en este colegio -donde los chicos usan notebook en lugar de cuaderno en la secundaria- han recurrido al celular para filmar documentales, sacar fotos o enviarse entre ellos archivos.

Sin embargo, Graciela Bertancud destacó que se debe trabajar en acuerdos sobre el uso del celular y en un cierto protocolo de comportamiento social. Esto, porque a los niños se les entrega un teléfono cuando son pequeños -cada vez más- sin enseñarles cómo utilizarlo correctamente. Los mismos adultos muchas veces no apagan o silencian el aparato en ciertos contextos.

Comunicación mediada

Alejandro Cobo, especialista en temas educativos, aclara que esta dinámica no se observa sólo en los jóvenes sino en la sociedad en su conjunto y que muchos adultos también tiene el celular encendido todo el tiempo. Añadió que se observan conductas casi adictivas, en las que una persona se comunica con otra, que tiene muy cerca, a través de un mensaje de celular.

Cobo explicó que muchos chicos dicen que no apagan el celular en clase por si la madre los llama y que incluso ha visto a jóvenes atender una llamada cuando el profesor está hablando. Para él lo fundamental es sostener el vínculo y el contacto directo entre docente y alumnos, y que el aula siga siendo un espacio dialógico.

De ahí que considere importante establecer contratos de uso, como que tanto el profesor como los estudiantes apaguen los dispositivos -al igual que cuando van al teatro- o que chequeen mensajes cinco minutos antes de comenzar la clase y luego los dejen de lado.

Resignificar el aula

Roberto Igarza, experto en nuevas formas de consumo cultural, señaló que hay varias encuestas que, si bien difieren en los porcentajes, apuntan a la misma tendencia de que casi todos los chicos tienen un celular a los 10 ó 12 años y que cada vez lo empiezan a usar de más jóvenes.

Pero el especialista opinó que es inviable cualquier intento de "bajar el cono del silencio" en las aulas, en la sociedad actual. Es que el uso del teléfono en el curso no se puede entender disociado del cambio en la significación del contexto escolar y de sus actores, respecto a la relación jerárquica con el docente que se observaba en generaciones anteriores.

Para Igarza es necesario entender el fenómeno socio-cultural que subyace y no sólo no cerrarse a la existencia de estos dispositivos sino incorporarlos a las estrategias pedagógicas. De esta manera, el docente no tendrá que soportar que el alumno esté usando el celular mientras está en clase, sino que podrá liderar el cambio hacia un nuevo espacio áulico y fijar nuevas reglas de juego.

Ese acuerdo apunta a que el aula siga siendo un espacio compartido y de motivación de los alumnos, en el que el celular se puede utilizar para acceder, a partir de un código QR, a material suplementario al del manual de texto, o hacer un relevamiento fotográfico de sitios patrimoniales de la ciudad, por mencionar sólo dos propuestas. La posibilidad de este desarrollo dependerá, sin embargo, de la competencia digital de los docentes.

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