Santiago de Chile en guardia contra su mayor amenaza sísmica

Al borde este de la ciudad -de 7 millones de habitantes- la falla de San Ramón ya acumula “esfuerzo tectónico” suficiente como para temer un terremoto de gran magnitud. Cómo se preparan para lo peor.

Santiago. Chile ha puesto bajo estrecha vigilancia la falla de San Ramón para tratar de descifrar el comportamiento de esta fuente de elevado potencial sísmico, capaz de destruir la zona oriental de Santiago.

Un terremoto de gran magnitud podría afectar de lleno esta urbe de unos 7 millones de habitantes. Nadie sabe cuándo ocurrirá, pero en la falla se “ha acumulado suficiente esfuerzo tectónico como para generar otro sismo mayor” en cualquier momento, comenta Gabriel Vargas, geólogo y director del proyecto de monitoreo de la falla de San Ramón.

“Podría ser en los próximos minutos o podría ser en cosa de los próximos 100 ó 1.000 años”, alerta el experto basándose en el hecho de que la falla generó sus dos últimos sismos mayores hace 17.000 y 8.000 años.

Con una extensión de al menos 30 kilómetros, San Ramón puede generar sismos “dos o tres veces más intensos, por lo menos, de lo que sentimos durante el terremoto de 2010”, que en la capital chilena alcanzó una magnitud de 8,3 y en su epicentro, en la región del Bío Bío, 500 km al sur, llegó a 8,8.

En el terremoto murió medio millar de personas y se produjeron pérdidas por unos 30.000 millones de dólares, según datos oficiales.

Los primeros resultados del monitoreo, que arrancó en octubre pasado y se extenderá hasta 2019, confirmaron que este accidente geográfico está activo, generando sismos de magnitudes que no han sobrepasado los dos grados.

"Gran Hermano" sísmico

En uno de los países más sísmicos del mundo, que en los últimos 7 años soportó tres terremotos por encima de los 8 grados, el monitoreo sismológico es pan de cada día.

Con más de 80 estaciones y un centro de monitoreo que funciona 24 horas los 365 días del año, Chile está preparado para detectar e informar en minutos las características de las decenas de sismos que ocurren a diario.

Pero la falla de San Ramón implica un nuevo desafío.

Con 12 estaciones ubicadas bajo tierra, en la falla y sus alrededores -la última se instalará próximamente-, la red será capaz de informar al instante de la más mínima actividad sísmica.

Esta nueva red “nos sirve para caracterizar la falla, cuál es el potencial de sismos que pueden generar, cuál es el terremoto más grande que puede ocurrir sobre la falla, y si es que se activa toda la falla”, explica Mario Pardo, subdirector del Centro Sismológico Nacional, eslabón fundamental del proyecto auspiciado por la estatal Oficina Nacional de Emergencia (Onemi).

Al igual que la muerte, los terremotos no se pueden prever, pero hay que prepararse para el peor de los escenarios, acota Pardo.

La magnitud máxima de un terremoto generado por la falla estaría entre 7 y 7,5 grados, según los registros geológicos observados por Vargas y otros investigadores de nivel mundial. Pero no se puede descartar que se produzca un sismo aún mayor.

Frenar construcciones

Un sismo mayor en la falla podría generar la ruptura en superficie, lo que significa que el terreno se levante en el oriente de la capital y afecte a ocho comunas densamente pobladas, como Las Condes, La Reina o la popular Puente Alto, en las que viven 1,7 millones de personas.

Pero Vargas considera “alarmista” decir que un sismo en esta región puede destruir la mitad de Santiago, ya que el impacto va a depender de cuánto se prepare el país, que cuenta con una normativa muy estricta sobre construcción antisísmica, para enfrentar una catástrofe en el corazón de la ciudad.

“Venimos planteando desde hace varios años que no se debería construir encima de la falla de San Ramón, por esta posibilidad de ruptura en superficie, de que un bloque se levante respecto de otro y genere una dislocación”, subraya el especialista Vargas.

Si la ciudad quiere seguir creciendo hacia el oriente, donde se levantan cada año nuevos proyectos inmobiliarios, “debe construir de manera distinta y se deben planificar sistemas de respuesta asociados a la posibilidad de ruptura, de un sismo mayor en la falla”, señala el experto.

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