La primera documentación analizada que se encontró entre las pruebas secuestradas en el Próvolo mendocino aporta datos cruciales para la investigación de los episodios de abuso y corrupción de chicos sordos en el instituto religioso de Luján de Cuyo.
Parte de esa documentación fue publicada en la edición de ayer de Los Andes y consiste en una carta que un miembro de la orden en La Plata le envía al sacerdote Nicola Corradi (81, hoy imputado y detenido por los episodios en nuestra provincia) en 2002, cuando este último ya estaba en Mendoza.
Allí el remitente -identificado con las iniciales J.G.J.- informa con preocupación al cura italiano sobre irregularidades y conductas promiscuas observadas en la sede platense, y acusa con nombre y apellido a un ex novicio y seminarista de nombre Gerardo por estas “conductas desviadas”, así como también se refiere a la complicidad de otros sacerdotes para protegerlo y avalar estas acciones.
De hecho, en el relato destaca que Gerardo ya había sido rechazado en la orden bonaerense precisamente por esto, al tiempo que pide a Corradi que tome cartas en el asunto dado que un grupo de curas (también de esa sede) lo protegen "a capa y espada" y lo avalan ante una nueva posibilidad de regresar al Próvolo. Adjunta a esta misiva, J.G.J. incluye una copia de un cántico -cuando menos- bizarro (en el nuevo sentido de la palabra vinculado a algo inexplicable e inconcebible) con el cual identifican al ex seminarista en la intimidad de la orden.
Se trata de 8 estrofas inspiradas en un tema de la banda de música tropical Los Sultanes (de efímero éxito) donde puede apreciarse la perversión y promiscuidad tanto del aludido en la canción (Gerardo) como de la imagen que tienen dentro de la orden de este ex novicio, a quien se lo llamaba socarronamente "La secretaria de Lady Di" (Lady Di sería el apodo de uno de los sacerdotes del Próvolo de La Plata).
Los Andes tuvo acceso a la letra de la canción. J.G.J. también hizo otras denuncias sobre la no entrega de ropa a los chicos que pernoctaban en el albergue del Próvolo platense (incluso acusa a las monjas del lugar de vender algunas de esas prendas "por 2 ó 3 pesos"), y también sobre el hecho de que servían a estos chicos alimentos vencidos.
Uno de los detalles que resulta llamativo a los investigadores es que, teniendo esta carta y esta información en su poder, el propio Corradi no haya tomado oportunamente medidas ni dado aviso e intervención a la Iglesia para que investigara la situación (algo que sí se hizo ante las denuncias en Mendoza).