Nada más que un collar de perlas para marcar la diferencia. Elegante, sobrio, distinguido, así lo consideraban Audrey Hepburn, Cocó Chanel y Jackie Kennedy. Cierto es que las perlas preciosas despiertan suspiros y a lo largo de la historia han sido objeto de opulencia y seducción.
De origen orgánico se producen naturalmente cuando un cuerpo extraño ingresa a una ostra. El molusco segrega una sustancia como mecanismo de defensa para envolver el elemento externo y neutralizarlo, así dan origen a la mentada perla.
Hasta comienzos del siglo XX eran un verdadero lujo ya que eran muy difíciles de obtener. Hacia 1919 se comenzó la industria del cultivo de perlas. Fue el hijo de un fabricante de pastas japonés, Mikimoto, el que decidió implantar un agente irritante en las ostras y así obtener el suntuoso producto.
Luego surgieron otras técnicas por nucleación biológica o sintética en agua dulce o salada que se utilizan en todo el orbe. Las más famosas son del Mar del Sur de Australia, las grises y negras de Tahití, y por supuesto las perlas Akoya originales de Japón. Se destacan además las chinas de agua dulce o Freshwater.
Seductora iridiscencia
No hay datos certeros que indiquen desde cuándo se usan como ornamentos. Sin embargo existe una pieza que atestigua que hacia el 520 a.C en la antigua Persia la realeza las poseía. El sárcófago de una princesa dio el dato. Dicen que en aquellos días los pobladores pensaban que esas gemas iridiscentes eran un símbolo de la luna y que tenían poderes mágicos.
También se las asoció a la fertilidad en varias culturas. Para Cleopatra eran aliadas de seducción. Incluso una leyenda señala que en una oportunidad desafió a Marco Antonio afirmando que era capaz de beber la riqueza de todo un país en una copa. La poderosa mujer sacó una perla de su cuello y la disolvió en vino, luego la bebió ante los ojos deslumbrados del oponente que pronto sería su amante.
Roma las hizo famosas, desde el siglo I a.C cuando las mujeres las llevaban prendidas a sus ropas demostrando poder y riqueza. Calígula no solo nombró cónsul a su caballo Incitatus sino que lo atavió con un extravagante collar ¡de perlas!
Los ejemplos de opulencia y los delirios a lo largo de la historia son muchísimos. Imaginen que Jacques Cartier compró su famosa tienda de la Quinta avenida de NY permutando dos collares de estas gemas naturales. En Desayuno en Tiffany’s Andrey cautivó con las cuatro vueltas de su gargantilla, y luego el mundo quiso emularla.
El A, B, C
- Las perlas preciosas son producidas mayormente por las ostras de la familia Pteriidae.
- Son preciadas por su simetría y su particular lustre.
- El nácar, que es la sustancia que forra la cavidad interior de las valvas es también el que forma la perla. Se compone de carbonato de calcio (CaCO3) y la proteína conchiolina.
- Los períodos de formación son variables, pero un buen tamaño al natural alcanza los 10 años. En cultivo desde 1 a 8 dependiendo si es origen orgánico o sintético.