Mundo digital, ser o no ser

El dilema shakesperiano tras cuatro siglos mantiene su vigencia:"Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los golpes penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir… Pues quien soportaría los latigazos y los insultos del tiempo, la injusticia del opresor, el desprecio del orgulloso, el dolor penetrante de un amor despreciado, la tardanza de la ley, la insolencia del poder, y los insultos que el mérito paciente recibe del indigno cuando él mismo podría desquitarse de ellos con un puñal... El país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero vuelve- aturde la voluntad y nos hace soportar los males que sentimos en vez de volar a otros que desconocemos".

Solo que hoy el drama se plantea en relación con una forma diferente del ser: el ser digital, lo que aplica tanto para individuos, organizaciones, empresas e instituciones.

Los 20 mil millones de artefactos conectados hoy a Internet, se duplicarán en menos de cinco años, para volver a duplicarse en el 2027 donde habrá entre 75/80 mil millones de "cosas" conectadas a Internet, en tanto otras estimaciones suman 500 mil millones en 10 a 15 años. Sumado a este desarrollo las innovaciones tecnológicas surgen diariamente en: inteligencia artificial, robótica, biología sintética, conectividad, neurociencias, bioingeniería, impresión 3D y 4D, fotónica y cualquier forma de interconexión entre cada una de ellas, para hacer todo lo que se nos pueda ocurrir.

Si es cierto que todo lo importante en la vida transcurre en los límites: en la superficie de la tierra, en la membrana de la células, en el momento de la catástrofe; hoy la llegada de la 4ta revolución industrial va a cambiar esto. Los límites son los que nos demarcan la separación entre lo propio y lo extraño, entre lo conocido y lo desconocido, lo que empieza y lo que termina, entre lo que es y lo que será mañana. La fusión de tecnologías está borrando los límites entre los sistemas físicos, biológicos y digitales,

Todo ello, cambiará la forma en que hacemos nuestra vida diaria, los negocios, cuidamos la salud o invertimos, entre muchas otras cosas. Esto es fácil de entender, más complicado es saber que hacer, porque supone cambiar nuestro modo de pensar. Ya no se trata de esperar que la tecnología nos alcance como pasó con la computación personal, con la telefonía digital o con las transacciones en línea. Hoy es imprescindible la anticipación, tanto para los individuos, como para las instituciones y las empresas y si es difícil para los primeros, lo es más aun para estas últimas.

Es preciso atender -en el orden de los riesgos- algunas estimaciones sobre el destino de las empresas, ninguna de las 10 empresas más poderosas del mundo en 1995 conserva su posición 20 años después y cámaras empresaria creen que el 40% de las empresas actualmente activas en el mundo no van a existir en los próximos 20.

Los beneficios probables y posibles, en el orden de los estímulos, no deben ser medidos solamente por el monto de inversión, conforme a criterios ya obsoleto. Para considerar sólo una de las tecnologías consideradas disruptivas: la inteligencia artificial (AI) , -aun cuando algunos mercados, sectores y negocios individuales están más avanzados que otros-, la AI se encuentra apenas en los comienzos del desarrollo de su potencial. Según estimaciones de PWC la AI podría contribuir hasta con u$s 15,7 billones a la economía global en 2030, lo que representa más que la producción actual de China y la India sumadas.

Desde una perspectiva macro-económica, habrá oportunidades para que los mercados emergentes puedan sobrepasar a los competidores de las regiones más desarrolladas si su capacidad de anticipación les permite conocer que tecnologías, procesos y modelos de negocios estarán en los nuevos límites en los próximos quinquenios o décadas. Ya sea en el ámbito de su actual sector empresarial, o en campos totalmente nuevos, una de las nuevas empresas de hoy en día o un negocio que ni siquiera se ha fundado aún podría ser el líder del mercado en dicho horizonte temporal. Si se entiende el horizonte de transformación y se puede especular sobre su evolución.

En notas anteriores me he referido a los contextos múltiples, con los que quiero significar que el conocimientos de los límites de nuestro sistema de pensamiento no radican exclusivamente en un único ambiente externo, sino en un complejo e incierto conjunto de contextos que pueden incidir en nuestra toma de decisión.

Desde factores ambientales globales: geopolíticos, macro económicos, financieros, comerciales, demográficos, socioculturales, climáticos a nuevos paradigmas de conocimiento, pasando por los ambientes propiamente de negocios con competidores, regulaciones, lobbies, inversores, procesos y tecnologías, cualquiera de ellos y todos pueden generar nuevos conocimientos que faciliten a las empresas y organizaciones entender mejor sus complejas e inciertas circunstancias.

Frente a la complejidad y la incertidumbre, como signos de época, se requieren nuevas formas de entender la realidad y resolver los problemas que ésta presenta, para lo cual no sirven más los modelos convencionales. En primer término es preciso olvidar el abordaje por partes: dividiendo el todo en unidades más simples. Es el fin del imperio de la especialización, de su falsa racionalidad. Es preciso una perspectiva holística, ver los hechos en sus diversos contextos: geopolíticos, socioculturales, ecológicos, científicos y tecnológicos y desde luego económicos. Ello no implica que no se tenga una visión de conjunto: global. Por el contrario es preciso ver los contextos dentro de la globalización, lo que indica su dinámica o proyección. En resumen se requiere un abordaje multidimensional y interdisciplinario, para comprender y conocer lo nuevo.

Esto señala insuficiencia de los de los departamentos de I+D -Investigación y Desarrollo de las empresas-, aunque se le sume la I de Innovación. No basta un entendimiento de lo actual, sino que se requiere entender la dinámica futura: su dirección, su velocidad y los riesgos y oportunidades que implica. No se trata de predecir el futuro, sino en desarrollar capacidades individuales y corporativas para gestionar la incertidumbre, saltando más allá de la mera proyección de las tendencias actuales a pensar en función de escenarios futuros alternativos que no respondan a relaciones lineales de causa-efecto, sino a nuevos modelos sistémicos de anticipación.

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