Encontrar una inmensa laguna de agua verdosa con una densa espuma blanca en los bordes en el desierto lavallino provoca, al menos, asombro. Pero más aún si quien visita la zona se entera de que se trata de una de las dos plantas de tratamiento de efluentes cloacales que, mediante un largo y complejo proceso, reutilizan el líquido para regar más de 2.500 hectáreas de cultivos.
Mientras la población crece en cada vez más grandes ciudades, qué hacer con los líquidos cloacales domésticos e industriales es uno de los mayores problemas ya que se trata de uno de los factores con mayor impacto ambiental sobre los oasis agrícolas.
Pero Mendoza cuenta con dos plantas de tratamiento que reutilizan los líquidos cloacales para el riego de algunos cultivos en ACRES (Área de Cultivos Restringidos Especiales). La provincia es una de las pocas del país que utilizan el método y la única que cuenta con una detallada reglamentación para el riego.
A unos 28 kilómetros de Capital se encuentra la planta depuradora de Paramillos, en Lavalle, construida en 1987 y enclavada en medio de un polvoriento camino. A unos kilómetros de allí, en cercanías del aeropuerto, se encuentra la otra planta. La Campo Espejo se instaló en 1979 y fue renovada en 1994.
A ambas van a parar millones de litros de líquidos cloacales provenientes del Gran Mendoza. Los efluentes llegan mediante la colectora cloacal y luego ingresan a una serie de lagunas que son operadas por Aysam (Agua y Saneamiento Mendoza).
"El tratamiento que se hace es la degradación de la materia orgánica que viene, que termina siendo nutrientes que aportan a los cultivos varios beneficios", explica a Los Andes el ingeniero Maximiliano Viola, uno de los inspectores a cargo, al borde de la laguna de oxidación en Paramillos, que tiene una extensión de unos 1.700 metros de ancho por 3.000 de largo.
"De aquí los líquidos cloacales tratados salen para ser dispuestos en el riego de cultivos, que es lo que se conoce como ACRE. Es un área confinada donde los cultivos son regados con agua de líquidos cloacales tratados y sobre los cuales hay una serie de reglamentaciones y cuidados especiales", agrega el profesional.
Una vez sometidos al proceso de depuración, y tras el control del Ente Provincial de Agua y Saneamiento (EPAS), el Departamento General de Irrigación es el encargado de transportar mediante canales ese líquido que regará 2.500 hectáreas en verano y 3.500 durante los meses más fríos.
Una regulación pionera
Mendoza es pionera en regular el tratamiento de los efluentes cloacales a través de este sistema. "La regulación para los ACRE está vigente desde el 2003, si bien el relevamiento arrancó en el año 2000. A medida que se va avanzando, van apareciendo las necesidades y con eso las normas para regularlas. Así que la resolución 400 del Departamento (General de Irrigación) es la que hace el marco general de regulación para estas ACRES", expone Maximiliano Viola al detallar la norma desarrollada en base a los requerimientos de la Organización Mundial de la Salud.
“Otras provincias utilizan líquidos cloacales a mucha menor escala pero no lo tienen regulado. En Mendoza estamos avanzados en ese tema”, afirma orgulloso Viola mientras, a sus espaldas aves de largas piernas se posan tímidamente en la superficie del agua y aprovechan para alimentarse de los organismos que allí se concentran.
Más beneficios que riesgos
Pensar que el agua que se fue por el desagüe de la bacha de la cocina tras enjuagar los platos o luego de tirar la cadena del inodoro puede reutilizarse para regar miles de hectáreas de cultivos y que esos productos pueden consumirse puede generar cierta desconfianza. Pero los especialistas afirman que son más los beneficios que los riegos que existen, debido al estricto control que se ejerce sobre las plantas de tratamiento.
El beneficio para los regantes empadronados que utilizan el agua es doble: por un lado, pagan menores tasas por el servicio. Y por otro, el agua aporta mayor cantidad de nutrientes naturales a los cultivos, con lo que ahorran en aditivos y abonos.
Pero el líquido tratado sólo puede utilizarse para cultivos autorizados expresamente por Irrigación en base a la calidad de las aguas destinadas a reuso.
En los ACRES de Lavalle y Campo Espejo se cultivan vides, olivos, forestales, frutales de carozo y hortalizas para enlatar.
De acuerdo a lo que explica el ingeniero químico, los riesgos de que los alimentos queden contaminados son mínimos. “Después de ese proceso se termina muriendo algún posible organismo, bacteria o agente patógeno que pudiera estar adherido a la cáscara, por eso es que no genera un riesgo”, aclara.
EN EL VIDEO, MÁS DETALLES DEL TRATAMIENTO DE EFLUENTES EN LA VOZ DEL INGENIERO VIOLA